"A mucha gente le gusta ver en los cuadros lo que también le gustaría ver en la realidad. Se trata de una preferencia perfectamente comprensible. A todos nos atrae lo bello en la Naturaleza y agradecemos a los artistas que lo recojan en sus obras."

Ernst Gombrich 


"Al hablar de las estatuas de las catedrales, Baudelaire calificaba acertadamente a la escultura de arte complementario; complementario con la arquitectura. Pero cuando los florentinos empezaron a ubicar estatuas en los nichos de la iglesia de San Miguel no pretendían simplemente decorar el edificio (Fig. 202). Eran los gremios florentinos los que tenían que erigir las estatuas de sus santos patrones, y en el curso de esta campaña la iglesia se transformó en ese museo al aire libre de la escultura del Quattrocento que todavía admiramos tanto cuando contemplamos una estatua tras otra, desde Ghiberti hasta Donatello, como cuando disfrutamos de estas piezas aisladamente. No disponemos de ningún texto que hable de la competición inherente a estos encargos pero sí en otros lugares de Florencia, como las puertas del baptisterio. Menos conocido es el caso de los cuatro evangelistas que habían de situarse frente a la catedral, en donde se decidió que inicialmente tres de los cuatro debían asignarse a tres artistas, mientras que el cuarto debería recaer sobre el escultor que mejor hubiera hecho su figura.
No se cumplió con este planteamiento, pero fue en este ambiente de intensa rivalidad y competencia en donde tanto Ghiberti como Donatello se alzaron con la fama entre los florentinos, y en donde se esperaba de ellos que desafiaran incluso en su propio terreno a los escultores antiguos más famosos. El David de bronce de Donatello, encargado por los Medici (Fig. 203), fue concebido casi con toda seguridad como uno de estos desafíos, sabiéndose como se sabía que en las estatuas antiguas clásicas era el bronce el material que recibía los mayores elogios. El encargo fue seguido por el de un grupo de Judith y Holofernes que fue ubicado en el patio del palacio Medici con una inscripción latina compuesta por Piero de Medici en la que extraía una moral política del relato bíblico: Regna cadunt, los reinados se derrumban por la indulgencia, las ciudades se alzan mediante la virtud, contemplad aquí al indulgente derribado por el humilde."

Ernst Gombrich
Los usos de las imágenes



"El artista es un genio individual. Es un ser excepcional, que como nadie más, sabe mezclar colores y formas para crear obras que desafían explicaciones. Nadie sabe cuándo aparecerán esos genios. Son accidentes de la historia."

Ernst Gombrich 


"El artista reprodujo una realidad que él vio de cierta manera y los espectadores imaginan ver en esa obra lo que ya conocen." 

Ernst Gombrich 


"El mejor crítico es el artista mismo. Cuando un artista dialoga con su obra, ese artista es el genio impredecible, pero si es que dialoga con el mercado del arte, ese artista puede ser un impostor."

Ernst Gombrich 



"El verdadero artista es aquél que dialoga con su obra; el impostor dialoga con el público."

Ernst Gombrich 
Citado por Guy Sorman



"En el arte no puede hablarse de progreso, ni de hacerlo dependiente de las relaciones económicas ni de superestructuras sociales, al estilo de las explicaciones marxianas. El arte, o mejor dicho, el artista es un suceso impredecible. No puede vaticinarse. Es imposible pronosticar al artista. Es algo así como una casualidad."

Ernst Gombrich 


"La nuestra es una sociedad visual, constantemente se nos bombardea con imágenes."

Ernst Gombrich 


"Las colinas romanas, y en particular el Vaticano, parecían un enjambre de brutos, algunos de una especie desconocida de los grandes zoólogos del pasado e inconmensurablemente feroz. Hallándose en medio de todos estos brutos en el jardín de Venus y Cupido (venereo cupidineoque nemori), compuso el poema sobre la expulsión de estos dioses no del jardín, que a esto no alcanzaba su poder, sino de las mentes de los animales. Pues los brutos fueron antaño hombres, y se les podía restituir a la condición humana, como le pasó a Lucio en El asno de oro de Apuleyo al comer las rosas. No es de extrañar, ciertamente, que hubiera tanto, pues por doquier había Circes y Sirenas a millares.
El poema que acompaña la carta ha caído en un merecido olvido. Es poco más que una imitación de los temas convencionales del amor platónico y de los remedia amoris conocidos de Lucrecio y Ovidio, culminando en una devota exhortación a la castidad cristiana. Es tan solo la carta a Gyraldus —omitida en la edición de Estrasburgo del mismo poema— la que le da interés. Pues demuestra que esa Venus del Vaticano le parecía a Pico una presencia siniestra. Tal vez debamos desechar esta interpretación como una mera expresión de un prejuicio savonaroliano. Pero ¿no cabe también dentro de lo posible que los ojos del filósofo, sensibilizados como estaban por la hostilidad crítica, vieran las cosas con mayor penetración? ¿Hay que excluir la posibilidad de que Bramante estuviera verdaderamente tratando de construir una especie de jardín pagano tras la estructura del imponente Belvedere, espoleado quizás por la equívoca religiosidad de la Hypnerotomachia con sus palabras sobre la Sancta I´enere (Sancta i Venere) (Santidad de lo venéreo)?
Quizás no quepa dar una respuesta inequívoca a esta pregunta. Hoy en día ya no empleamos el término «paganismo renacentista» con buena conciencia, pues nos hemos dado cuenta de lo inmensamente complejo y delicado que es todo este asunto. En el Londres del siglo XX todo el mundo encontraría normal que un Pico moderno escribiera un poema sobre la Expulsión de Eros de Picadilly. ¿Y por esto iban a ser paganos los londinenses? Las escenas de alegría de cuando Eros fue repuesto en su lugar una vez finalizada la guerra parecerían hablar en favor de una respuesta, una encuesta en favor de otra. Eros se ha convertido en un símbolo —un punto focal de sentimientos que de no existir no hubieran acabado de articularse. Tal vez la solución del problema se sitúe en una dirección similar. Hay numerosos documentos que atestiguan que en el ambiente de Bramante la figura de Venus se había convertido en uno de tales símbolos, un núcleo de cristalización no ciertamente de una fe, sino de una gozosa suspensión de la incredulidad. Demuestran que el interés que los miembros de este círculo podían tomarse por una estatua de Venus no era puramente arqueológico. En este sentido las connotaciones de la descripción de Pico se ven confirmadas con la famosa carta escrita por Bembo al cardenal Bibbiena con conocimiento de Rafael, el sucesor de Bramante."

Ernst Gombrich
Imágenes simbólicas



"Las obras del artista necesitan de personas preparadas para ser apreciadas."

Ernst Gombrich 



"Los artistas son seres privilegiados, con dones para equilibrar colores y formas de alguna manera y que no quedan satisfechos con soluciones mediocres a sus combinaciones. Sus obras desafían la explicación."

Ernst Gombrich 



"Los artistas son seres que aparecen repentinamente, sin que pueda saberse dónde, ni cuándo, ni porqué. El arte, por tanto, es producto del talento personal, de la habilidad singular, de la excelencia de un ser concreto y específico."

Ernst Gombrich 


"Los cuadros de Velázquez son de él, irrepetibles, efectos de dones propios y particulares. Y los de Goya. Y los de Van Gogh."

Ernst Gombrich 


"No es posible prever al artista. Simplemente sucede esa explosión de talento y habilidad de un ser individual."

Ernst Gombrich 



"No existe, realmente, el Arte. Tan sólo hay artistas. Estos eran en otros tiempos hombres que cogían tierra coloreada y dibujaban toscamente las formas de un bisonte sobre las paredes de una cueva; hoy, compran sus colores y trazan carteles para las estaciones del metro. Entre unos y otros, han hecho muchas cosas los artistas. No hay ningún mal en llamar arte a todas estas actividades, mientras tengamos en cuenta que tal palabra puede significar muchas cosas distintas, en épocas y lugares diversos, y mientras advirtamos que el Arte, escrita la palabra con A mayúscula, no existe, pues el Arte con A mayúscula tiene por esencia ser un fantasma y un ídolo. Podéis abrumar a un artista diciéndole que lo que acaba de realizar acaso sea muy bueno a su manera, sólo que no es Arte. Y podéis llenar de confusión a alguien que atesore cuadros, asegurándole que lo que le gustó en ellos no fue precisamente Arte, sino algo distinto. En verdad, no creo que haya ningún motivo ilícito entre los que puedan hacer que guste una escultura o un cuadro. A alguien le puede complacer un paisaje porque lo asocia a la imagen de su casa, o un retrato porque le recuerda a un amigo. No hay perjuicio en ello. Todos nosotros, cuando vemos un cuadro, nos ponemos a recordar mil cosas que influyen sobre nuestros gustos y aversiones. En tanto que esos recuerdos nos ayuden a gozar de lo que vemos, no tenemos por qué preocuparnos. Únicamente cuando un molesto recuerdo nos obsesiona, cuando instintivamente nos apartamos de una espléndida representación de un paisaje alpino porque aborrecemos el deporte de escalar, es cuando debemos sondearnos para hallar el motivo de nuestra repugnancia, que nos priva de un placer que, de otro modo, habríamos experimentado."

Ernst Gombrich 
Historia del arte


"No puede haber obras de arte creadas por colectividades. Cada pintura, cada escultura, cada partitura, cada obra arquitectónica, es el producto de una sola mente, de un sólo individuo."

Ernst Gombrich 


"Para cada situación, los artistas crean modelos, formas de ver la realidad y llega a quedarse el modelo más convincente, como el egipcio, el griego, el románico y los que siguen, cada uno en su época. Hasta los impresionistas, donde se rompe la secuencia."

Ernst Gombrich 


"Sí, hay continuidad desde el arte del viejo Egipto hasta el arte impresionista. Pero desde ese momento ya no hay una representación del artista. Ese papel ha cambiado por un par de adelantos técnicos del hombre: el cine y la fotografía."

Ernst Gombrich 




"Todos nosotros, cuando vemos un cuadro, nos ponemos a recordar mil cosas que influyen sobre nuestros gustos y aversiones."

Ernst Gombrich 


"Velázquez no hizo cosas nuevas, simplemente hizo algo y lo hizo muy bien. No innovó."

Ernst Gombrich 

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