“Al principio, la guerra me había resultado exasperante, y me obcequé en ignorarla; luego tuve que aceptar su realidad, y por último me vi obligada a participar en ella, a resistir el miedo, el dolor y la fatiga que me causó, y a presenciar con angustia e impotencia las muertes, no sólo de quienes habían conformado mi vida personal, sino de los muchos hombres valientes y resignados que yo había cuidado y no pude salvar. Pero eso tampoco es suficiente. Ahora, mi trabajo consiste en saberlo todo de ella y tratar de evitar, en la medida de lo posible, que vuelva a sucederles a otros en el futuro. Acaso el concienzudo estudio del pasado del ser humano me explique gran parte de lo que en este desconcertante presente resulta inexplicable. Acaso los medios para la salvación existan ya, implícitos en la historia, inadvertidos, celosamente ocultados por quienes viven de la guerra, y aguarden que unos hombres y unas mujeres sensatos los redescubran y reconozcan con entusiasmo.”

Vera Brittain



Estación de San Pancras, agosto de 1915

Un largo y dulce beso presionado cerca de mis labios, 
   un momento de descanso en tu corazón palpitante, 
y todo terminó, porque la hora había llegado 
          para que nos separáramos.

Un repentino movimiento hacia adelante del tren. 
   El mundo se oscureció, aunque el sol aún brillaba. 
Una última mirada borrosa a través de los ojos adoloridos por las lágrimas... 
          Y te habías ido.

Vera Brittain


Hospital Santuario

Cuando has perdido tu todo en la convulsión de un mundo, 
sufrió y oró, y descubrió que sus oraciones fueron vanas, 
cuando el amor está muerto y la esperanza no tiene renovación: 
todavía lo necesitan; Vuelve a ellos de nuevo. 

Cuando los días tristes te traen la pérdida de toda ambición, 
y el orgullo desaparece, te da fuerza para soportar, 
cuando los sueños se rompen y se rompen, todo es decisión: 
conviértete en estos, dependiendo de tu cuidado. 

Ellos también han desenterrado las profundidades de la angustia humana, 
visto todo lo que contó arrojado como paja; 
Las tenues moradas de dolor en las que languidecen 
Ofrecen esa paz por la que finalmente oran. 

Vera Brittain



“Para las censuradas damas de Buxton, escritores, catedráticos y universitarias pertenecían a la misma categoría antinatural y aborrecible. Si yo hubiera tenido facilidad para el dibujo y hubiera querido estudiar en París; si, como Edward, hubiera sido una compositora en ciernes y me hubiese planteado una carrera primero en el Conservatorio Nacional y luego en Dresde o Leipzig, los amigos de mis padres me habrían considerado una muchacha interesante y hasta fuera de serie. Pero tan mala fama tenía por aquel entonces la intelectualidad femenina, y tan insonsables eran las profundidades de la autocomplacencia provinciana, que mi decisión de trasladarme a otra ciudad inglesa para estudiar la literatura de mi propia lengua me valía los sambenitos de “ridícula”, “excéntrica” y “mujer de mucho carácter”.
(…)
Fue precisamente en un jardín, pero en el del colegio de St. Monica, junto a un estanque un tanto descuidado en el que unos peces de colores regordetes se deslizaban indolentes por las luces y las sombras, y la hierba aguja inclinaba sus pesados tallos hacia el borde del agua, donde imaginé por primera vez, presa de un éxtasis pueril, un mundo en el que las mujeres ya no serían las insignificantes criaturas de segunda categoría que habían sido hasta entonces, sino las compañeras de los hombres, iguales y dignas de respeto. (…)
Allí, con dieciséis años, empecé a soñar que los hombres y las mujeres de mi generación —conmigo, naturalmente, como cabeza visible ente la galaxia de Leonardos— inaugurarían un nuevo Renacimiento a una escala colosal, y de paso redimirían los errores más garrafales de nuestros antepasados. Allí, de un modo más realista, proyecté mi muy deseada y siempre postergada carrera profesional, allí busqué refugio tras la ansiedad de los exámenes, allí aguardé noticias de la guerra, y sentí el siniestro temblor de las armas que desde la costa belga estremecían el valle de Caterham igual que un terremoto subterráneo. También allí, ya pasada la guerra, vagué sin rumbo tras impartir mis clases de Historia y Relaciones Internacionales a las alumnas de los cursos superiores, pensando en relaciones que nada tenían que ver con el ámbito internacional, y preguntándome si debía casarme o no.”

Vera Brittain





"Por cerca de 50 años buena parte de mi corazón ha estado en ese cementerio de ese pueblo italiano."

Vera Brittain


Quizás

(A R.A.L. Muerto a causa de sus heridas en Francia, 23 de diciembre de 1915)

Quizá algún día el sol vuelva a brillar
      y veré que el cielo sigue siendo azul,
y sentiré una vez más que no vivo en vano
      aunque sea despojada de ti.

Quizá los prados dorados a mis pies
      harán agradables las horas de sol primaveral
y me parecerán dulces las blancas flores de mayo
      aunque te hayas ido.

Quizá los bosques de estío resplandezcan,
      las rosas rojas sean hermosas de nuevo
y una delicia los otoñales campos de cosecha,
      aunque tú no estés aquí.

Quizá algún día no me encoja de dolor
      al ver pasar el año que termina
y escuche de nuevo villancicos
      aunque tú no puedas oírlos.

Pero aunque el amable Tiempo renueve ciertos gozos
      el más grande de ellos no sentiré de nuevo
pues mi corazón se quebró
      hace largo tiempo al perderte.

Vera Mary Brittain



"Quizá no haya una resurrección después de la muerte, pero nada podría demostrar de manera más concluyente que mi propia historia, el hecho de que es posible resucitar dentro del limitado arco que ofrece nuestro tiempo en la Tierra."

Vera Brittain


"Si la guerra me perdona la vida, mi único objetivo será inmortalizar en un libro nuestra historia, la de nuestro amigos."

Vera Brittain



“Y así empezamos- entre los ecos que una guerra anterior
proyectó sobre nuestra niñez,
demasiado sombría, olvidada demasiado pronto- a destronar
los sueños de una felicidad que creíamos asegurada;
mientras, inminente y fiero al otro lado de la puerta,
observando el florecimiento de una generación entera,
el destino que tenía en jaque nuestra juventud
aguardaba su hora”

Vera Brittain















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