Altamira

Ya oscuro,
buscando en la noche
protegerse de la noche,
la tribu se recluye.
Todos reposan
después de la fatiga;
todos,
salvo el joven cazador
a quien persiguen fantasmas
no llamados aún
bisonte, ciervo o mamut.
Con terror apenas contenido
toma la punta de pedernal
y a la luz caprichosa
de las antorchas
comienza a rasguñar
las rugosas paredes de la gruta
y poco a poco
va precisando el contorno
de sus sueños.

Jesús (Pacho) Gaviria



El garaje

En el garaje de mi casa, a falta de carro, hubo una carpintería. La viruta ensortijada, el aserrín dorado, el olor a cola y a barniz, en ese espacio oscuro me esperaban después del colegio. Algo sagrado, como de templo me acogía. El sacerdote de todo aquello era Enrique, el carpintero. Menudo, enjuto, me permitía esculcar en los cajones los desperdicios de su trabajo. Tal vez allí tomé el gusto por juntar cosas dispares e inútiles; no lo sé, pero Enrique el carpintero permanece en mi memoria como un barco armado dentro de una botella.

Jesús (Pacho) Gaviria



La pérdida

Como todo el mundo, tuve amigos imaginarios. Los míos se llamaban Pachito y el niño. Durante unos días (a esa edad, años) compartí con ellos juegos y aflicciones.

Un día decidí invitarlos al paseo matutino con Mercedes. Recuerdo que conversábamos animadamente. En la esquina un grupo de muchachos mayores que yo y mis amigos, para ellos invisibles, se rieron y se burlaron de mis gestos solitarios. A Pachito y el niño no los volví a ver jamás.

Jesús (Pacho) Gaviria



Una corta danza

                                                                          “Las melodías oídas son dulces
                                                                              pero las no oídas lo son más”
                                                                                                           john keats.


Cada noche
justo antes de dormir
la muerte ejecuta en mi presencia
una corta danza
entonces sueño

***

En mitad de la noche
rodeado de sus cosas más propias
un hombre que camina
abre en la lluvia
la silenciosa flor de sus pasos.

***

La ciudad fugazmente
poseída por el relámpago:
el despavorido gato de la noche
abre de vez en vez
sus ojos azules.

***

Todos corremos el riesgo
de morir para siempre
si una tarde
encendidas las calles
el azar no nos destina
una mirada.

***

En el breve temblor
de las últimas gotas
en los cables de la luz
el anuncio de que el sueño
de una mujer atormentada
me vigila.

***

Asomada a la única ventana
iluminada
te acaricias los brazos desnudos
pupila de un ojo desmesurado
que me atormentará esta noche.

***

En una zona aislada de la calle
se levanta una luz
que dibuja en el asfalto
una enorme rosa amarilla
y húmeda
como una imperfección
de la noche.

***

Una gota que cae
sobre el paisaje de una hoja
las patas de un insecto
rayando con minúsculos
trazos negros el silencio
o la evidencia
de que en la oscuridad
todo terror es posible.

***

En el silencio de la calle
las gotas caen sobre
los techos de los carros
después de la lluvia:
azarosos minutos
de un tiempo en desorden.

***

No duermo
la noche ha lanzando
su furia sobre mí
y me mira
con su único ojo:
tu retrato.

***

En el asfalto
la lluvia inventa
otra ciudad boca abajo
entonces
cuando el sol esté arriba
ese que cuelga de mis pies
encontrará la muerte.

***

Una voz de mujer
llevada por el viento
hasta el silencio:
suerte de sueño
agotando un mundo
desvelado.

***

Los pasos
que por mucho tiempo
te llevaron por las calles
hoy te han traído a mi memoria
el resto de tu vida
ya está escrito
he cambiado tu destino
y no lo sabrás nunca.

***

La tarde se parece
demasiado
a unos párpados cerrados
como para no recordar una agonía
temblor
frente a la noche próxima
cuando la muerte
empiece a
cantar para tomar su forma.

***

La semilla de la noche
crece sobre ruinas
lento en esa herida
se dibuja un árbol seco
y la semilla de la noche
se levanta
como una muerte
en otra muerte.

***

Si lloras
cada lágrima empezará a soñarte
tendrás así tantas vidas
cuanto dure tu llanto
y tu historia quedará toda
en el pañuelo que al azar
escogiste esta mañana.

***

Desde mis ojos cerrados
la noche avanza:
sueño
en el lugar donde
quedaba el mundo
pongo una flor amarilla
que sonríe.

***

Lejos
en otra noche
perros furiosos devoran
las rosas de la locura
para que en adelante
toda oscuridad suceda
en la memoria.

***

Por qué si tu oficio
fue guiar marineros
de ojos azules
vienes hoy a habitar el fondo
de los lagos
y a dejarte amar
por las truchas
y otros seres del agua.

***

La muerte no podrá jamás
cerrar los ojos.
tal vez solo por eso mata;
para que otros
los cierren por ella.

***

Para el que
en oscuros balcones
aguarda
las campanas
son hendiduras en la noche
ese lugar de toda esperanza.

***

El ruido de los cuatro motores.
Las hélices que empiezan a girar.
El viento que sacude manos y pañuelos.
Todo confabulando para la formación
de una ausencia más.

***

Mirando cómo el agua
(incesante invención de su futuro)
no arrastra las cosas
que se le dan en reflejo
voy inventando la forma de no morir.

Jesús Gaviria 








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