Arcoíris

Empapa 7 pinceles en tu corazón de 36 años cumplidos ayer 7 de abril
Y vuelve a iluminar el rostro deshecho de las antiguas estaciones
Has cabalgado la vida como las sirenas niqueladas de las calesitas de feria
Dando vueltas
De una ciudad a otra de filosofía a delirio
De amor a pasión de majestad a miseria
No hay iglesia cine redacción o taberna que no conozcas
Dormiste en el lecho de cada familia
Habría que hacer un carnaval
De todos los dolores
Olvidados con el paraguas en los cafés de Europa
Partir en medio del humo con los pañuelos en los coches cama directos 
     al norte al sur
Países horas
Hay voces que acompañan a todas partes como la luna y los perros
Y el silbido de una chimenea
Que mezcla los colores de la mañana
Y de los sueños
No se olvida ni el perfume de ciertas noches ahogadas en axilas de topacio.
Estos fríos junquillos que tengo sobre la mesa junto a la tinta
Estaban pintados en las paredes de la habitación n° 19 del Hotel
     des Anglais en Ruan
Un tren pasaba por el andén nocturno 
Bajo nuestra ventana
Decapitando los reflejos de las linternas multicolores
Entre barriles de vino de Sicilia
Y el Sena era un jardín inflamado de banderas
No existe más el tiempo
Es un gusano crepuscular que se contrae en una gota de fósforo
Cada cosa es presente
Como en 1902 estás en París en un desván
Cubierto por 35 centímetros cuadrados de cielo
Licuado en el vidrio de la claraboya
La Ville te ofrece todavía cada mañana
El bouquet florido del Square de Cluny
Del boulevard Saint Germain atestado de tranvías y autobuses
Llega a la noche a estos campos la voz ebria de la vendedora de diarios
De la rue de la Harpe
"Pari-curses" "L'Intransigeant", "la Presse"
El negocio Chassures Raoul compite siempre con las estrellas
Y me acaricio las manos todas mojadas de los licores del crepúsculo
Como cuando pensaba en el suicidio cerca de la casa de Rigoletto
Sí querido
El hombre más afortunado es el que sabe vivir la contingencia como 
     las flores
Mira ese señor que pasa
Y enciende el cigarro orgulloso de su fuerza viril
Recuperada en la cuarta página de los diarios
O aquel soldado de caballería galopando en el índigo del cuartel
Con un penacho de lila entre los dientes
La eternidad resplandece en el vuelo de una mosca
Poné uno junto a otro los colores de tus ojos
Dibuja tu arco
La historia es fugaz como un saludo en la estación
Y el automóvil tricolor del sol bate siempre en vano
Su propio récord entre las viejas maquinarias del cosmos
Te recuerdas en un beso sembrado en la oscuridad
La vidriera de un librero alemán en Avenue de l'Opera
Y la cabra que comía las retamas
Sobre las escaleras en ruinas del palacio de Darío en Persepólis
Basta mirar alrededor
Y escribir como se sueña
Para rearmar el rostro de nuestra alegría
Recuerdo todos los climas que acariciaron mi piel de amor
Todos los países y civilizaciones
Resplandecen en mi deseo
Nieves
Mares amarillos
Gongs
Caravanas
El camino a Bombay y el oro quemado de Irán
Llevo un jeroglífico sobre el ala negra
Alma girasol el fenómeno converge en este centro de danza
Pero canto más hermoso es el de los sentidos desnudos
Silencio música meridiana
Aquí y en el mundo poesía circular
El hoy se casa con el siempre
En la diadema del arcoíris que se alza
Me siento a mi mesa y fumo y miro
He ahí una hoja joven que trina en el jardín deshecha
Las blancas palomas dan vueltas por el aire como cartas de amor arrojadas 
     por la ventana
Conozco el símbolo la cifra el vínculo
Eléctrico
La simpatía de las cosas lejanas
Pero querría frutas luces multitudes
Para tender el bordado milagro de esta pascua 
El día se hunde en el cántaro escarlata del verano
Y no hay más palabras
Para el puente de fuego y de gemas
Juventud pasarás así como todo finaliza en el teatro
Tant pis Me haré entonces un vestido fabuloso de viejos afiches

Ardengo Soffici




“El héroe antiguo era el que afrontaba la muerte; el héroe moderno es el que acepta la vida.”

Ardengo Soffici



Hospital de campaña 026


¡Ocio dulce del hospital!
Se duerme por semanas enteras,
El cuerpo que habíamos despedido
No puede creer todavía en esta felicidad: vivir.

Las blancas paredes de la habitación
Son como paréntesis cuadrados,
El espíritu reposa allí,
Entre el ardiente furor de la batalla de ayer
Y el enigma florecido que mañana recomenzará.

Tregua clara, crisol de sentidos múltiples,
Aquí todo converge en una unidad indecible;
Misteriosamente siento fluir un tiempo de oro
En el que todo es igual:
Los bosques, las cotas de la victoria, los alaridos, el sol, la sangre de los muertos,
Yo mismo, el mundo
Y estos limones amarillos,
Que miro amorosamente resplandecer
Sobre mi negra mesita de hierro, junto a la almohada.

Ardengo Soffici


Sobre el Kobilek

Sobre el flanco rubio del Kobilek
Cerca de Bavterca,
Revientan los shrapnel en ramillete
Sobre nuestras cabezas.
Sus nubecitas de humo
Blancas, rosadas, negras,
Ondean en el nuevo cielo de Italia
Como deliciosas banderas.

En los bosques, junto a frescos avellanos,
La ametralladora canta;
Las balas que rozan nuestras mejillas
Tienen el sonido de un beso largo que vuela,

Si no fuese por el bárbaro ondeante hedor
De estas carroñas enemigas
Se podría -en esta trinchera macerada al sol-
Encender cigarrillos y pipas:

Y tranquilamente esperar,
Soldados más que hermanos unos de otros,
La muerte; que quizá no osaría tocarnos,
Tan jóvenes y bellos somos.

Ardengo Soffici









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