Arte poética

Lo invisible es fácil de ver y yo diré la verdad :
en mi juventud, escudriñé el cielo con un ojo fanático
mitad cólera, mitad estupor
esperando que de lo alto se anunciase el día
y me descubriese así la boca abierta al infinito.

En la edad sin razón, siguiendo consejos llegué a probar
con un escorpión sobre la lengua,
qué otra cosa que unas pocas tinieblas a descubrir
se le puede pedir a la delicada virtud de un aguijón.

Con los años y las ruinas de la ilusión intenté
vislumbrar algo, arrancando de mi mente todo convencimiento
de lo real y tan solo agité la cabeza en un largo sí,
en un largo no.

Desahuciado visité la muerte en la fosa de los elefantes
donde oí decir de nada sirve venir a enumerar huesos
perdidos mientras lo singular y desconocido,
como una pulga, salta entre nosotros.

Lo invisble es fácil de ver y yo diré la verdad :
solo es necesario desinfectar el misterio
y larga vida a las promesas,
y larga vida a sus inocentes.

Abel Robino


Canción del exilio

A Sandra Rossi

Salve la prédica:
no hay lugar en la tierra libre
de nostalgias, pues viene con nosotros.
Salve la lava de nuestra ira
y que no te alcance.
Salve los enemigos perpetuos
pues la venganza
alarga los días de quien la trama.
Salve los que no han perdido el rumbo
el camino impalpable sin más huella
que el olor a punición y a suerte.
Salve quienes dormidos repiten
hiel por hiel.
Y salve también la que no nos olvidó
la que ya no huye a las fieras de la congoja
la que simula el tétano de la muerte para
que la asquerosa bestia de los recuerdos
no le descubra la herida en la que,
atada, viaja mi juventud.

Abel Robino



Extraído del carnet de las reencarnaciones

Como cuervo: atravesé algo sin límites
el cielo y los augurios, en un ridículo
mecanismo emplumado, menudo, cerrado;
dispuesto a seducir al mundo como víctima
de una belleza negra, de un pasajero temor.

Como lobo: creí poder nacer de mis dientes
y de mi baba, descansar en una garganta abierta,
correr con algunas vísceras, sorprendidas, humeantes
y nunca morder el corazón que ama,
repleto de llanto de opaca enfermedad.

Inserto en cada porción mortal desgrané
uno a uno los días del escuerzo, la liebre y el cerdo.
Pronto mi destino será un residuo de cosa viva
que desde las ávidas sombras del planeta espera
una certeza más del desamparo.

Ahora, como liendre, aspiro a recalentar mi sangre
en otra sangre, a poner fin a mi aventura en el más
dulce de todos los venenos.

Abel Robino



Gota a gota

Y ahora soy la gota de agua,
por siglos caigo sobre el mármol,
lo que digo ya a sido por otros dicho,
lo repetido tantas veces repetido.
Atravesar el bloque un día es mi destino
y no ser la huella, la incisión, la marca,
palabras frecuentes entre todos,
sino lo que ha escapado de la piedra :
infinito, desperdigado, imposible.

Abel Robino



Stalkeriana

A Horacio Castillo y César Cantoni

Nos acercamos tocando la bocina de los automóviles,
con alaridos de estadio, insultando como se debe
a un adversario que no conocíamos.

Nos acercamos a aquel lugar
inalterado, oscuro, insondable,
con la única intención de provocar a lo que allí vive,
y el horror nos heló la espalda,
ante aquella fuerza despabilada, echándose sobre nosotros.

Nos desbaratamos como pudimos.
Algunos recurrieron, para contarlo, al periodismo,
al pasaje donde un Sansón bíblico toma una quijada de asno
y arremete a hachazos contra los filisteos.

Pero la verdad es que nadie había visto
más que la cara de su propio miedo.

Todos los domingos volvemos a mirar aquel lugar desde lejos,
pensando que es posible morir felices;
quizá sea un estratégico lugar el más allá
donde se arenga sin voz,
donde se gesticula sin brazos,
donde se podría derrotar a lo invisible con lo invisible.

Abel Robino









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