“Así como la rama se doblega al soplo del viento que la inclina hacia donde quiere, así yo obedezco a la que me cautiva, pronto siempre a hacer cuanto me mande.”

Bernart de Ventadorn


Cuando veo a la alondra mover

Cuando veo a la alondra mover
de alegría sus alas contra el rayo de sol,
y se desvanece y se deja caer
por la dulzura que le llega al corazón,
¡ay!, me entra una envidia tan grande
de cualquiera que vea gozoso,
que me maravillo de que al momento
el corazón no se funda de deseo.

¡Ay de mi!, creía saber mucho
de amor,
¡y sé tan poco!,
pues no me puedo abstener de amar
a aquella de quien nunca obtendré
ventaja.
Me ha robado el corazón, me ha
robado a mí,
y a sí misma y a todo el mundo;
y cuando me privó de ella no me dejó
nada más que deseo y corazón
anheloso.

Nunca más tuve poder sobre mí,
ni fui mío desde aquel momento
en que me dejó mirar en sus ojos,
en un espejo que me place mucho.
Espejo: desde que me miré en tí,
se me han muerto los suspiros de lo
profundo,
porque me perdí de la misma manera
que se perdió el hermoso Narciso en la
fuente.

Bernart de Ventadorn



“De buena fe, con pureza y con lealtad, yo amo a la más bella y a la más noble. Mi corazón se cansa a fuerza de suspirar, y a fuerza de llorar se escaldan mis ojos. La amo demasiado, pues que es sólo para mi daño, pero ¿qué puedo contra la violencia del amor?”

Bernart de Ventadorn



“No es maravilla que yo cante mejor que ningún otro trovador, puesto que tengo mi corazón más inclinado al amor y más dócil a sus leyes. Alma y cuerpo, ingenio y saber, todo yo lo pongo en juego, que el amor me atrae por completo y ninguna otra deidad presto homenaje.”

Bernart de Ventadorn


Poco puede valer el cantar

Poco puede valer el cantar si el canto no surge de dentro del corazón, y el canto no puede surgir del corazón si en él no hay leal amor cordial. Por esto mi cantar es perfecto, porque tengo y empleo la boca, los ojos, el corazón y el juicio en el gozo de amor.

Que nunca me dé Dios la posibilidad de que no tenga deseo de amor. Aunque supiera que con el amor no hubiera de conseguir nada, sino que diariamente me llegara daño, por lo menos siempre tendría corazón noble; y estoy mucho más gozoso porque tengo corazón noble y en él persevero.

La gente necia maldice del amor por ignorancia; pero no le perjudica, porque el amor no puede decaer, si no es el amor común. Esto no es amor; sólo tiene su nombre y su apariencia, pues no ama si no recibe recompensa.

Si quisiera decir la verdad, yo sé bien de quién surge el engaño: de aquellas que aman por dinero, y son venales mercaderas. ¡Ojalá fuese yo mentiroso y falso, pero digo duramente la verdad, y me apesadumbra no mentir!

El amor de dos leales amadores está en agradar y en querer. Nada puede ser provechoso si la voluntad no es igual. Y es bien necio por naturaleza quien reprende a su dama por lo que ella quiere y le elogia lo que no le es agradable.

Muy bien ha colocado mi buena esperanza cuando me muestra el bello rostro aquella que yo más anhelo y más deseo ver: generosa, dulce sincera y leal, con quien el rey sería feliz. Hermosa, graciosa, con cuerpo agradable, de nada que era me ha hecho ricohombre.

No amo ni puedo temer ninguna otra cosa; ni nada ya me sería afanoso con tal que ello pluguiera a mi señora; me parece Navidad el día aquel en que me mira con los bellos ojos espirituales; pero lo hace tan raramente que un solo día me dura tanto como ciento.

El verso es auténtico y perfecto, y bueno para aquel que bien lo entiende, y es mejor para quien espera el gozo.

Bernart de Ventadorn lo entiende, lo dice, lo hace y espera el gozo.

Traducción de Martín e Isabel de Riquer.




"Tengo mi corazón tan lleno de alegría que todo me lo transfigura…"

Bernart de Ventadorn











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