Balada

También eres la lluvia, sol de mi carne,
sal de mis babas.
La lluvia que se desgaja sobre los bosques allá
en las montañas, aguacero de Agosto.
Lluvia que cruje en los caños y
lava la cara de los transeúntes
y con su música de agua y sus barrotes de agua
encierra a quien espía a través de las ventanas.
Lluvia viajera, mi lluvia también eres.
También eres el viento que mece las hojas de los árboles,
barre el polvo de las calles y despeina mi cabellera.
Eres viento y eres luz,
luz al final de la calle y al final del viaje.
Eres también los pasos tibios
y desnudos sobre las briosas baldosas,
eres el vino y la sombra y también la seda de la noche
eres el espejo donde me miro, sal de mi rostro.
También eres la casa y el fuego,
cristal y ceniza de los deseos en mi derrota matutina,
también eres la flor que crece en el solar de la casa vacía
y la flor negra donde me escondo
cuando te aspiro
y entonces
despunta el alba.

Víctor Bustamante


Blues

No sabe a qué horas ni cómo ha llegado
De repente en la espesura del alba
recuerda, con su boca pastosa,
risas, cascos de limón, agua, rock, tangos y boleros, soda,
colillas y cenizas animadas por el espíritu del licor
Realiza un balance: palabras, luces, salsa,
una mirada hambrienta a alguna muchacha,
autos que pasan, alguna cita que no cumplirá,
algún beso robado a una bella boca roja
y sobre todo una lagrima de hielo
que aun persiste.
Así lloran los hombres.
Beben hasta exprimir todas las botellas.
Se drogan hasta que la cabeza queda con alto octanaje.
Buscan el exceso del sexo
pero sobre todo alguna muchacha que los escuche
porque los excesos narcotizan,
conducen al mar de la tranquilidad y del silencio.
Aun en la mesa de madera
preludio de tantas visitas
lo ha desgarrado cierta ausencia
también lo habitan vetas de licor rojo
más risas
pero sobre todo
esa puta lagrima de hielo.

Víctor Bustamante





















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