Canción del Gran Puerco Celeste
(Con música y olor de circo)

¡Pasen, pasen y pasen, damas y caballeros! Pasen que cosa
   nunca, nunca cosa
en la porcicultura se vio jamás criatura
más hermosa. Los altos cazadores lo bajaron del cielo, apenas
   lechoncito con aureola y con arpa. Ya entonces requirió
su propia carpa. Pasen señores, pasen monaguillos, niñas del
   internado y marineros, ya verán que bien vale
sus dineros. Damiselas y vagos, no teman ese olor a imperio
   decadente. Nunca han visto otro puerco
tan esplendente; pues siete hermosas chicas, dulces a manos
   llenas, se dan abasto apenas
para cubrir sus lomos infinitos
de perfume y moñitos
y autoestima sexual
antes de las funciones. Comprobadas doncellas, todas ellas.
   Y siete labradores, de los más industriosos, cosechan para
   él por las mañanas
latifundios enteros de manzanas. Pasen a deslumbrarse, viejos
   de nuevo ingreso, morosos, cobradores. Los siete labradores
cosechan sólo eso. ¡Niños y señoritas, padrotes y madamas,
   nunca consumió un puerco
tal mundo de manzanas! Pasen a verlo, pasen. Siete braceros
   siete, de los más fortachones, limpian diario sus heces
por galones. Pasen videntes, pasen invidentes, estudiantes de
   leyes y viejitas golpeadas, a ver a siete obreros
palear sus toneladas
   de excremento y orines. Pequeñines, violadas, jesuitas y seglares:
   Sus abundosas carnes podrían alimentar
   hasta veintiún hogares. Pasen a ver el hambre de las siete doncellas,
   los siete labradores y los siete braceros. Pasen a contemplar con qué nobleza
los veintiún miserables le peinan la cabeza. Cómo no se deciden al degüello,
   cómo no se lo comen, cómo se mueren de hambre y cómo se desviven. Pasen
   a ver, damas y caballeros, cómo no se deciden.

Alejandro Crotto



El ojo enamorado ata los cielos y la tierra

Los cielos nos dan miedo,
los cielos de belleza aterradora
donde se queman las estrellas.

La íntima tierra, en ella -un nuevo descrearse-
nuestra gota de vida.

Dando lugar, sacándose lo hace.

¿Ves el jazmín de tu balcón? ¿La mosca
en la pared, que frota sus patitas? ¿La herida
detrás de toda la ciudad cuando amanece?

Alejandro Crotto



[…EL SERMÓN DE LA HORMIGA…]

Amigos, Dios es raro.

Es tan grande que es mínimo.

Él se alegra en el vuelo de una libélula,
en los puntitos negros de los pétalos rojos,
en el quejido del pichón desplumado,
en la textura ciega de la larva en su boca.

Y va a los túneles temprano a despertar a las hormigas.

La llama a cada una por su nombre de hormiga.

Ellas salen entonces desde la tierra al alba,
a las gotas gigantes de rocío.

Y yo les aseguro
que ninguna catedral es más grande que esta hormiga.

Esta hormiga que ahora se acicala
en la palma desnuda de mi mano.

Porque las catedrales las construyen los hombres,
piedra a piedra;
pero a esta hormiga, Dios.

Ninguna catedral está más finamente trabajada:

Una estructura 
fiera
y delicada
entretejida
con carbón 
y azafrán;
la cabeza 
maciza
toda 
pulida
y cada
antena
es una 
oscura
manera
de captar,
de ir 
percibiendo
el mundo.
Abajo,
el ojo
un fijo
punto 
santo:
negrísima
milésima
de vida
concentrada.

Gota absoluta.

Toda 
su vida
está entregada.

Carga feliz 
su pasto 
como Cristo 
su cruz.

Alejandro Crotto


“Las estéticas terminan perdiendo peso ante el talento individual, porque dos autores pueden tener una estética similar y uno te despierta interés y el otro no.”

Alejandro Crotto



"No hay recetas en la poesía."

Alejandro Crotto



Una canción tan fría y tan apasionada como el alba

Latas, vasos de plástico tirados al azar. Arranca
el día; arranca y muestra drástico en la playa
vacía el final de la fiesta. En la luz fría,
tapado con arena a nuestros pies, el resto
carcomido de un tronco humea apenas.

Detrás el mar, el ruido
opaco de las olas repetido.

Alejandro Crotto
















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