Caravaggio

Una actitud plástica indomable
y un arrebato rítmico en las figuras,
he aquí lo que me interesa transmitir:
soy panteísta
y sé que en los colores hay un lujo físico
que vuelve lo palpable
inmaterial
- de que modo lo que hago
viene de la calle,
para que se transfigure en don de inmanencia
y el alma y el espíritu se cumplan en los pigmentos
para que todo sea obra compasiva,
como un enigma de arrebato.

Mi vida es el color
- y el recorte que el relieve de la luz
le introduce
sirve para que el universo vibre
y una tensión grandilocuente se establezca,
entre la detonación de la tela
y el espectador,
en un reto total,
aplastante.

Oso convocar la fascinación,
pero, más que a la fascinación,
aspiro al corazón
de los que ven la tela interiormente,
cuando los ojos
acumulan un sortilegio
para que el entendimiento desmorone
la falsedad que nos cerca y mata.

He aquí el encargo:
un cuadro de grandes dimensiones
que haga patente
las siete obras de misericordia corporales,
dando relevancia a los justos, obviamente,
pero también a los pecadores,
ya que cada uno de ellos es cada uno de nosotros,
si nuestra prudencia alcanza a decirlo
sin que ardamos en la hoguera.

Fue trabajoso, el esbozo:
la caridad existe,
pero es tan raro verla
que un pintor no sabe donde encontrar
modelo adecuado,
aunque vaya de iglesia en iglesia
atento al encuentro, repentino,
de un ejemplo para su misión.
cuidando a los enfermos,
vistiendo a los desnudos,
dando de beber a quien tiene sed,
dando posada a los peregrinos.

Mirando el cuadro, ahora listo,
expuesto en la iglesia del Pio Monde della Misericordia,
en Nápoles,
entiendo que es debido al arrojo
mi acierto
– y me impresiona
mi tratamiento de los temas,
y cómo mis impulsos artísticos dan lugar
a explosiones categóricas de beatitud
de las cuales yo mismo me asombro.

Toda la belleza es trascendencia,
afirmo, yo ante mí mismo.
En mi época habrá pocos
que entiendan esto, embotados
como están por dogmas y preceptos
a los que se relega el mundo
y nada vive la vida como es.

Martín se saca la capa y se la da a un pobre.
Una mujer ofrece su seno
a un viejo preso de su miserable condición
matándole el hambre y aliviándole
el desgaste del castigo.

Un diácono clemente
manda que los sepultureros
abran la tierra y supulten los cadáveres.
Un joven, con el pecho desnudo, ampara a los enfermos.
Un Sansón, sediento, mata la sed con agua
que alguien puso en la quijada de un asno.
Y Santiago aloja a los peregrinos
con la ayuda de un arriero adolescente.

He aquí mi cuadro, en el que incluí,
sobre la multitud,
a unos ángeles
para que se sepa
que no son de los ángeles las tareas de los hombres,
y que lo que es posible hasta puede tocarse
si tendemos la mano a nuestro semejante
– aunque nadie lo vea,
aunque se guarde en el secreto de los ángeles nuestra acción,
aunque la entrega sea, únicamente, nuestra
y que nada, ni nadie, nos agradezca
el gesto,
el acto.

Me llamo Michelangelo Merisi Caravaggio
e ignoro
si soy cristiano, o no.

En cualquier caso, importa poco quien soy.
Sólo sé que dejo en esta tierra
una pequeña herencia
de luz
y movimiento
y color
que me hará feliz
si los hombres me recuerdan
pues peor que el olvido es la ingratitud,
y que ser ingrato en esta tierra es no estar al lado
de quien en la vida va a nuestro lado
y es nuestro hermano.

Amadeu Baptista


Crucifixión

La quema de leña tiene que ser inesperada.
Por eso los pies están pegados y las uñas perforadas
las manos doloridas. Y vino la lanza
romper la piel intratable, hacerla brotar
agua y vinagre, este fluir
de cosas sobrehumanas, que las fuerzas en presencia
contaminado. Y el soldado quiso
publique mi túnica, y ni un solo hueso fue
            rompió,
y María Magdalena allá abajo, aturdida, llora.
Por este fuego el pecho se arqueó, estiró
los muslos, y la sangre salió de la boca
hacia la nube que pasa por ahí
y me recuerda el reino que soy. El cáliz
desbordado.
El Padre me abandonó desde el momento
en el que el hombre vino a la creación.

Amadeu Baptista


"La poesía es un territorio inhabitable."

Amadeu Baptista















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