Carta en el buzón del viento

Sin saber para quien,
Envío esta carta en el buzón del viento.
Oscuros hombres han merodeado a mi puerta
Con gabanes abulados por la escuadra de una lugger,
Y en la noche, mientras leía a mis viejos poetas enlunados,
Una legión de sombras ha roto mi ventana.

No son duendes.
No son fantasmas los habitantes de este ebrio ricón del mundo,
Y sin embargo,
Nos hemos visto dando nombres propios a un vacío:
Hay un poblado de hombres desaparecidos
Y es frecuente escuchar en las calles y en los bares
A las gentes que hablan de abandonar un país como un barco
          que naufraga.

Sin saber para quién,
Escribo esta carta puesta en el buzón del viento,
Desde una nación donde alguien proscribe el sueño,
Donde gotea el tiempo como lluvia envilecida
Y la risa es condenada por traición a los espejos.

No sé a quién pedirle que abra su ventana
Para que entre esta carta puesta en el buzón del viento.

Juan Manuel Roca



El brujo

Tocaba el arpa en las rejas de su celda.
O tomaba de un vaso sin agua.
Una porción de sed que nunca lo saciaba.

Tocaba el arpa en las rejas de su celda.
Soñaba que los gruesos barrotes temblaban,
Que sonaba un galerón
Con luna entre las palmas.

Los carceleros decían que rondaba la locura.
Pero nadie podría asegurar
Que no era él quien despertaba los patios
Con galope de caballos y fantasmas.

Juan Manuel Roca



"Lo mejor de la juventud es que eso con el tiempo se nos quita."

Juan Manuel Roca


"Nunca he escuchado en la noche un clavicordio. La luna agita el agua, acaso altere las mareas que habitan la piel en fuga de los hombres, de ahí que escuchemos el desbordar del cuerpo en luna llena. Nunca he escuchado en la noche un clavicordio ni he visto cruzar barcos cargados con pacas de algodón, pero así se desliza la noche en el silencio.

Los trenes tórridos me llevan por países de fiesta sonando canecas de metal que tocan los niños antillanos. Por los túneles de piedra que son corredores de la noche resuena la orquesta de los trenes. Nunca he escuchado en la noche un clavicordio y las gitanas han leído en los mapas de mis manos que nunca viajaré al país de los lotos.

Lejos, algún brujo hace en marfil una mascarilla de la noche.

La noche viaja hasta la blanca estación de los rocíos O pasa su tiempo colocando en los faroles una danza de sombras y membranas. ¡Qué más puedo decirles de la noche! Va de viaje con el viento decretando la abolición de las fronteras, hace un viaje desde Florida hasta el mar de Java, de los mares del sur a los umbrales de mi casa.

Mientras un hombre pasa su lengua tras la estampilla engomada de una reina, la noche me trae cartas de azules lejanías. Algo de salitre y un pecho de caracol con memoria de mares. Algo de légamo y de brisas estivales. Un aire de retama y bellas furias secretas me trae la noche de sus viajes.

Yo acepto el pasaporte del incierto, el papel que me hace ciudadano de la noche. La noche abre sus verjas plateadas y desliza bajo mi puerta sus volantes hojas de papiro, hojas que hablan de un tráfico de sueños, de un delta de invisibles Orinocos y locuaces loros venidos del Caribe.

Yo oigo el conjuro de la noche en sus ranas y el tiempo se desliza como un Paraná de orillas distantes tocando flores anfibias, orquídeas que crecen en la caparazón de las tortugas.

Algo de alquitrán. Algo de olor de mar entre ritos marineros. Algo venido del mar de los augures me trae la noche de sus viajes. La noche va tiznando en mi estancia el blanco aguamanil, la blanca leche dejada para el alba. Afuera, en la plaza amurallada, la mañana se pasea con ojos de lluvia en los cristales."

Juan Manuel Roca
Ciudadanos de la noche


Puertas abiertas

Una puerta
Abierta a la noche
Y se pueblan los ruidos
Las estancias.

Sus rumorosas bisagras
Anuncian
Alguien llegado de la lluvia
O los pasos de un lento animal
Que invade el sueño.

Una puerta, una grieta
Abierta en el asombro.

Juan Manuel Roca




Revelación del silencio

Tras los temblores y los años que huyen como galgos, la Catedral de Managua se puebla de pájaros. En sus ruinas se siente la presencia del vacío, lejanos murmullos, precesiones de ausentes. Pero los grillos, ¡ah!, los grillos elevan una agreste oración.

Un olor a hierba recorre las naves y el púlpito del viento, un reino del olvido y la humedad. La vegetación hizo, lentamente, su trabajo invasor: levantó las lajas, trepó las columnas buscando un escondido Dios. Por el altar de mármol, quitándole hibridez a la piedra, dándole un latido a sus silencios, una inmensa iguana -un garrobo, gritan los niños- pasea su lento jade, su sacro esplendor. Las campanas caídas vuelven el silencio una oración.

Juan Manuel Roca



"Se nos quiere convertir en fantasmas por el peligro comunista de que recorramos el mundo. Según el diccionario de la academia de la lengua, los fantasmas son definidos con esta vuelta de tuerca (salud, viejo joven Henry James), son personas muertas que, según algunos espiritistas se les aparecen a los vivos. Bien “vivos” son estos vendedores de humo que decretan normas a destajo porque no saben qué otra cosa hacer con ellos mismos, con sus cuerpos singular y verdaderamente deshabitados. “En sus almas espantan”, decía un viejo díscolo que salía disparado como ante la vista de un peligro cuando encontraba a estos seres calcáreos, a estos “hombres huecos”, como los llamaba T. S. Elliot."

Juan Manuel Roca




"Se nos quiere convertir en seres pasivos porque tenemos mucha juventud acumulada."

Juan Manuel Roca




Sueño

El sol fulge entre la fronda
Donde los niños duermen
Y cruza bostezando un ángel rojo.
Lejos, los patios de vecindad se llenan
De gentes que remiendan el aire
Con la aguja de su parla rumorosa.
Alguien siembra un cortejo de astros.
Entre sagrados juegos
Y blancas catacumbas,
Tú y yo: crisálidas de viento.

Juan Manuel Roca



"Un fragmento de “Canto de guerra de las cosas”, un poema de Joaquín Pasos, sin duda el más grande poeta de Nicaragua luego de la irrupción de Rubén Darío, va a manera de coda: “Cuando lleguéis a viejos, respetaréis la piedra,/ si es que llegáis a viejos,/ si es que entonces quedó alguna piedra./ Vuestros hijos amarán al viejo cobre,/ al hierro fiel./ Recibiréis a los antiguos metales en el seno de vuestras familias,/ trataréis al noble plomo con la decencia que corresponde a su carácter dulce;/ os reconciliaréis con el zinc dándole un suave nombre;/ con el bronce considerándolo como hermano del oro,/ porque el oro no fue a la guerra por vosotros,/ el oro de quedó, por vosotros, haciendo el papel de niño mimado,/ vestido de terciopelo, arropado, protegido por el resentido acero…/ Cuando lleguéis a viejos, respetaréis el oro,/ si es que llegáis a viejos, si es que entonces quedó algún oro”."

Juan Manuel Roca



Una estatua a capela

Tengo la sospecha
De que la estatua espera
A que el barrio se duerma
Para largarse a cantar,
Para abrir su boca cincelada
Y echar a volar desde la jaula del pecho
El pájaro de luto que se niega a dormir.
El cantor permanece amortajado,
Congelado en una calle sin gracia
A orillas del olvido o la ceniza.
Creo que lo mantiene a raya
Como si le hubieran puesto una mordaza
Los jubilados que desentonan
Sus viejas canciones de arrabal
Los ruinosos malevos a punto de rezar
Y el paso nervioso de las ambulancias.
Los locutores, los pisadores de sombras
Que bailan en los tinglados del alba,
Los fieles apóstoles de su música
Se reúnen los fines de semana
Y balancean una suerte de incensarios
En un aire de creolina y alcanfor.
Sus feligreses se deslizan como arena
En salones de muros lastimeros
Mientras hablan de su membresía
Al club de polizones de un buque fantasma.
La estatua permanece ajena
A las historias que narran los transeúntes
Con la leyendas tejidas en cortinas de burdel.
Yo miro su pelo de metal engominado
Y tengo la sospecha de que la estatua,
Una cruza gánster y albacea de los dioses,
Espera imperturbable a que el barrio duerma
Para largarse a cantar,
A soltar sus meladas canciones
Que entremezclan golondrinas y fontanas,
Gatos de porcelana, parpadeos y potrillos
O puertas abiertas para la visita de la niebla.
Tiene razón la bailarina del furtivo amanecer:
Mi ciudad fue fundada cuando murió Gardel.

Juan Manuel Roca















No hay comentarios: