Con bellos sonidos

I

Con alegre son, grácil y gentil
hago palabras, las tallo y cepillo,
que serán verdaderas y ciertas
cuando les haya pasado la lima,
pues Amor sin demora suaviza y dora
mi cantar que surge de ella
a quien Mérito sostiene y gobierna.

II

Cada día mejoro y me esmero
pues amo y venero a la más gentil
del mundo, se los digo abiertamente:
suyo soy del pie hasta la cima,
y aunque sopla el viento frío,
el amor que en el corazón me llueve
me tiene caliente donde más invierna.

III

Mil misas oigo y ofrezco
y enciendo luz de cera y aceite
para que Dios me de buena punteria
con ella con la que no me vale la esgrima;
y cuando miro su cabello dorado
el cuerpo que tiene, grácil y joven,
la amo más que a quien me diese Lucerna.

IV

Tanto la amo de corazón y la quiero
que por demasiado querer creo quitármela
si por mucho amar algo se pierde,
pues su corazón vuela siempre
sobre el mío y no se aleja:
en verdad, tanta usura hizo de esto
que hasta tiene taller y taberna.

V

No quiero de Roma el imperio
ni que me hagan su apóstol,
si no pueda volver a ella
por quien me arde el corazón y me quema;
y si el maltrato no repara
antes de año nuevo con un beso,
me mata y se condena.

VI

A pesar del maltrato que sufro
del bien amar no me desvío,
y aunque en desierto me tiene
por ella hago el sonido y la rima;
más sufro amando que el que labra,
que nunca amó más que un huevo
el de Moncli a Audierna.

VIII

Yo soy Arnaut que junta el aire
y cazó la liebre con el buey
y nadó contra la corriente.

Arnaut Daniel



La brisa amarga

I

La brisa amarga aclara los bosques frondosos
que la dulce espesa con hojas,
y a los alegres picos de los pájaros en las ramas
los tiene balbuceantes y mudos, solos y en pareja,
por lo que me esfuerzo en hacer y decir placeres
a muchos, por ella, que me dejó cabeza abajo,
de lo que temo morir si mi sufrir no cesa.

II

Fue tan clara mi primera luz al escoger
a aquella por quien el corazón en los ojos cree,
que no valen dos angevines los secretos mensajes
de otra. Poco se iluminan mis plegarias,
pero me complace oír deseos,
dulces palabras sin queja, de ella que tanto me agrada
que a su servicio estoy de los pies a la cabeza.

III

¡Amor, ten cuidado! ¿Soy bienvenido?
Porque temo mostrar, si me rechazas,
tales diez pecados que es mejor que cedas;
porque soy fiel amante, valioso y constante,
pero el corazón firme fuerte me hace ocultar muchas verdades,
que con tanta nieve, necesito un beso para el ardiente
corazón refrescar, pues para esto no sirve otro bálsamo.

IV

Si me ampara aquella a quien rindo tributo,
que es castillo de mérito, y recibe
estos callados ruegos que adentro tengo agolpados,
muy claros se le volverán mis pensamientos:
porque estaría muerto, pero me hace soportar la espera
que le ruego me abrevie, que sólo esto me tiene alegre y dichoso,
pues gozar del placer de otras cosas no me vale una manzana.

V

Dulce cara de cualidades todas deseadas,
soportar debo por vos muchas arrogancias,
pues sois meta de todas mis locuras,
por las que he padecido muchos rumores; y las burlas
no me desvían de vos, ni me alejan las riquezas,
que nunca amé nada tanto con menos jactancia,
antes bien, os deseo más que a Dios el de Doma.

VI

Ahora prepárate a entregar
canto y música al rey que te dará amparo,
pues el Mérito, seco aquí, allí es doble
y el dar y el comer perduran.
Con alegría ve y mira su anillo si lo levanta,
que nunca estuve cerca de Aragón que no quisiese
ir de un salto, pero aquí me han llamado: ¡quédate!

VII

Hecho está el acuerdo: que el corazón mire todas las noches
a aquella a quien cortejo sin rival, yo, Arnaut,
que en otro pensar no esfuerzo al máximo mi intención.

Arnaut Daniel


Soy el único

I

Soy el único que sabe el gran tormento que me nace
en el corazón, sufriendo de amor por tanto amar,
pues mi querer es tan firme y entero
que nunca se desvío ni se apartó de aquella
a quien ansié al ver por primera vez y después;
que en su ausencia siempre le digo ardientes palabras,
mas cuando la veo no sé, tanto tengo, qué decir.

II

Para ver a otras estoy ciego y sordo para oír,
pues solo a ella, veo y oigo y miro,
y en nada de esto le soy falso halagador,
porque más la quiere, de lo que dice la boca, el corazón;
que aunque voy por campos, valles, llanuras y montes
no encuentro en un solo cuerpo tantas buenas cualidades
como las que Dios quiso en ella reunir y poner.

III

Si bien he estado en muchas buenas cortes
aquí con ella encuentro mucho más que alabar:
mesura, juicio, y muchos otros méritos,
belleza, juventud, buenos actos y dulce compañía,
gentilmente la educó Cortesía y la guió;
tanto ha extirpado de sí todo lo desagradable
que no creo que nada bueno de ella quede por decir.

IV

Ningún placer que venga de ella me sería
breve ni corto, a quien ruego lo quiera adivinar,
que de otro modo no lo sabrá por mí,
salvo que el corazón sin palabras se presente afuera;
que por más agua que al Rodano ensanche,
no tiene tal brío como para que en el corazón un río mayor
no me haga un estanque de amor cuando la miro.

V

El placer y el solaz de otra me parece falso y bastardo
que ninguna en mérito se le puede igualar,
pues su compañía es superior a las otras.
¡Ay, pobre de mí, si no la tengo! ¡tanto me ha atrapado!
pero el afán me es diversión, risa y placer,
pues al pensar en ella me vuelvo hambriento y voraz:
¡Ay dios, si gozara de ella de otro modo!

VI

Nunca, les aseguro, me gustaron tanto juegos ni justas,
ni nada en el corazón tanto gozo me dio,
como aquel del que ningún falso adulador
jamás se jactó, que para mí solo es tesoro.
¿Digo demasiado? no, para no molestarla:
bella ¡por dios! el habla y la voz
preferiría perder, antes que decir algo que os desagrade.

VII

Y ruego que mi canción no os sea molesta,
pues, si recibis con gusto el sonido y las palabras,
poco le importa a Arnaut a quien guste o desagrade.

Arnaut Daniel


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