Con tren y adoquines

Cuando me escribías
desde tu ciudad de ciervos y coyotes
cada letra
me ajustaba sus patas de enchufe.
Si te pensaba
desde mi barrio con tren y adoquines
entrecerrabas los ojos, allá lejos,
y veías, me dijiste, una diapositiva gigante
como un zoom de nuestra piel.

Ahora
en un café de un barrio neutro
te escudás en el jet lag y pedís
un earl grey.
Yo también pido algo.
Es lo que se hace
en los cafés del mundo real.

Anahí Flores


Domingo

Camino veinte cuadras hasta el río,
me descalzo y me siento. Como islotes
hay grupos de personas que conversan,
toman mate, hacen picnic. Una hormiga
se trepa por mi pie, llega al tobillo.
Me recuesto, un perro pasa cerca
y un padre con su hijo juega al fútbol
a pocos metros, ¿y si la pelota…?
Miro el cielo: un montón de barriletes
como naves de Star Wars, sobrevuelan.
Más allá, una pareja está aburriéndose,
¿qué los lleva a venir acá, sentarse,
disfrutar de la Estrella de la Muerte?

Anahí Flores



Estornuda hacia el sur

El vecino de al lado
estornuda de madrugada.
Al rato se va
y no tengo más noticias
hasta que vuelve a estornudar
a eso de las diez de la noche,
aunque sin la intensidad de la mañana.
Salgo al balcón,
miro las luces de las casas
mientras él sigue estornudando
uno o dos metros hacia el sur,
como si se despidiera.

Anahí Flores


La planta

Hacía dos días
que no me asomaba a la calle
cuando corrí las cortinas
y encontré,
en el alféizar del otro lado de la ventana,
sus hojas lacias
colgando como orejas de perro.
Las hojas se agarraban de la maceta
con la misma desesperación de un andinista.
Abrí la ventana empañada
y traté de despegar, una por una,
las hojas de la maceta helada.
En menos de un minuto
la planta se deshizo entre mis dedos
y yo cerré la ventana.

Anahí Flores


Restos

Cierra la bolsa con un nudo fuerte y la carga
hasta el cuartito de la basura.
Pasa el día, pasa el encargado y se lleva
todas las bolsas,
las amontona en la esquina.
Pero el camión de la basura
no pasa esa noche
y los perros sí.
Las fotos que ella no quería ver
quedan esparcidas por la vereda.
Cuando a la mañana
sale, aún medio dormida,
las encuentra sobre las baldosas
como residuos de un sueño de otra época.

Anahí Flores










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