De las corrientes

Ce n’était pas assez que de tant de mers,
ce n’était pas assez que tant des terres
eussent dispersé la course de nos ans.
Saint John Perse

De las corrientes
del mar venido, ido
a través de dientes y garras, oleaje,
costas, esos bosques de tembloroso aire-,
en pie está con arrugada piel
la alta llanura, morroñosa
con fisuras, precipicios –aquí
una nube es el tiempo,
grande, que asciende
al cielo y bebe aires puros,
respira
las lluvias de la luz.
Isla siempre, lo sabes,
más allá de las aguas, más allá
de la lejanía, allí naciste,
titubeante, allí naciste
en una época que era un ave
con plumas de innumerables
colores entre
ocre y rosa,
era un ave, lo sabes. 
Pero tú llegaste ante la llanura,
fuiste montaña arriba,
tras los portadores, te pusiste
ante el sueño, ante la llanura
que despertó bajo blancos
párpados al canto de un verde
animal morador
de bosques en vuelo, que no conoce
sus alas.
Vive
allí, tus ojos atisban
el mar, una corriente,
blanca, aun cuando oscurece,
blanca, sin vehemencia, reposando
muy cerca del corazón,
hablando, tinieblas, de
voces las velas, sostenidas
por hombres vestidos de plumas,
de mechones rojos, al atardecer,
bajo el viento.

Johannes Konrad Bernhard Bobrowski



El agua

Tú todavía hablas,
agua, hablas,
llegaste por la maleza, pasito              
a paso bajo el viento;
éste buscaba los ríos más allá de
las tinieblas y el bote
donde viaja la luna, en el heno,
le oíste decir:
Aquí están los sauces,
aquí la casa de la lechuza.

Pero la luna dirige la mirada a los fuegos del Sinaí.
Pero el agua escucha las heladas procedentes de Escitia.
Pero las bandadas de pájaros se elevan sobre los bosques.
Pero la nieve ante el cielo construye su tejado.

Johannes Bobrowski



La lengua

El árbol
más vasto que la noche
con el aliento de los lagos del valle
con los susurros
por sobre el silencio
Los guijarros
bajo el pie
las relucientes venas
desde siempre en el polvo
eternamente
La lengua
agotada
con la boca cansada
sobre el sendero sin fin
que conduce a la casa del vecino.

Johannes Bobrowski



Llanura

Lago.
El lago.
Hundidas
las orillas. Bajo la nube
la grulla. Blancos brillan
los milenios de los pueblos
de pastores. Con el viento
subí monte arriba.
Aquí viviré. Un cazador
era yo pero me venció
la hierba.
Enséñame a hablar, hierba,
enséñame a estar muerto y a escuchar,
largamente, y a hablar, piedra,
enséñame a permanecer, agua,
y por mí, viento, no preguntes.

Johannes Bobrowski



Resurrección

El
campo
carente.
A través de pañuelos tendidos
reverdece lo otro, lo subyacente,
lo que fuera un barrunto.
Llega, desde la peste, un blanco
de huesos, costillas, vértebras
y cúbitos y de cal.

Cuenta las hierbas
y cuenta los hilos del agua de la lluvia
y la luz, cuenta
las hojitas
y graba
tus pasos, las huellas de la caza
y las voces, activa
con palabras
la sangre de los árboles y
el pecho, sacude la herrumbre
de muros
y peldaños
que se queda en tus manos,
donde tal vez
las uñas
le sirvan de alimento.

No es el momento
de interrogarle.
Sino el del agua
en los tallos y el de los ojos,
de la renovada
aparición de las hojas,
haz que se abra el follaje.

Johannes Bobrowski


Rutas de pájaros

I

Dormí en la lluvia,
en los juncos llenos de lluvia desperté.
Antes que caigan las hojas veo la luna cercana,
oigo el grito de las aves migratorias,
que hace temblar el aire, el blanco
grito, que destroza el aire.

Rápida y atenta
como los lobos husmeando,
hermana, ¡escucha! Wäinemöinen
canta a través del viento,
lanza el ala de nieve
sobre tu hombro, avanzamos
aleteando en el viento de los cantos

II

Pero solo bajo grandes
cielos, desiertas
calles de emplumados
ejércitos, que han pasado
durmiendo sobre los vientos
se desplazaron, un nuevo 
sol llameó, el incendio
saltó, ardieron
en el árbol ceniciento.

Allí echaron a volar
también nuestras canciones.
Hermana, tus manos
se destiñen, me sigues durmiendo en la oscuridad
-¿cuándo podré cantar
el miedo de los pájaros?

Johannes Bobrowski














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