Derivas y Sortilegios

I

Quién te congela en el mundo
Quién te envuelve con su brisa
Quién despunta desde lo oscuro
Quién te asegura
una vez
voraz
el destino
tu sola hora

II 

descendiste
ellos subían
contemplaste
ellos hacían
callaste
ellos gritaban
tomaste la piedra
ellos pulían monedas

despertó un reflejo
el espejo borró diferencias

por ese camino de piedras...

III 

La pluma azulísima ciñe una gota opalina 

La mano sobre el altar de paño rubí
tiembla vapores y ondula lentamente
estalla un grito viejo
se vuelve túnel boca de tiempo 

¡cuánto espacio derrama!
¡cómo dibuja el aire! 

alienta ojos de paja y sed
ese salmo sin palabras
abriga la tierna hechicera
cuando devora entrañas para los dioses

IV 

Tome aquel camino
que se bifurca
siga la rama izquierda
que se bifurca
llegue al muro con dos puertas

abra la izquierda
siga el corredor hasta perder lo oscuro
cruce el patio izquierdo

tome el tramo izquierdo
que se bifurca
siga el izquierdo corredor

siga dibujando círculos
negando el inicio


La mueca deja en los rostros
el eco de una palabra
cuando las voces se apagan
después de gritar
cuando el miedo se gasta
después del vacío

la mueca
cuando queda
dice demasiado

VI 

Ese canto raspa pedernal
chispa hueso desmorona
palpa fisuras
ramas secas en el ojo
infladas por alientos trémulos

VII 

Envuelta en estrellas va de fiesta la noche
a durar encendida
a danzar sus esferas 

del ánfora labrada toma granos limpios 

estallan fiestas de hoguera 

otras chispas son estrellas de la tierra 

Unos bailan
otros cantan
otros sueñan 

VIII 

Tú cincelas puertas
Tú maniobras sombras
Tú cruzas heridas
refulges
dientes azules dorados 

de agua tu garganta
se escurre hacia los túneles
donde brillan madejas
luces cenicientas
alargadas en la caverna
mientras descansa el viento

IX 

La dilatada
esfera inabarcable
yerra preguntas extraviadas

Quién las reclama

Francesco Simonelli


Diamante

Lo estiras
suena
una vez
y otra
Te anuda
            lo duro
descansas
    zozobras
        recuerdas
deseas otro lugar
mientras pules
sin brillo
                aristas

Francesco Simonelli




Estación en tránsito

I

La noche del día séptimo, el amigo de tus sueños despertó tras prolongada faena.
Derramó una mirada mientras recogía oscuridades.
Pronunció:
de bienes y males, todo, imposible.
De verdades y mentiras, todo, seguro.
De mis palabras, otras, y nada.
Eso dijo, eso calló.

II

El día noveno fue rabioso
la llamó hiel
su boca amarga
fugó otros lamentos
ninguno comprendió

III

La primera noche del menguante
logró divisar Venus
no recuerda si era crepúsculo
no recuerda tampoco la mañana

Ese día habló mucho
ejerció la simetría del escaso decir

Pero en el momento exacto
deslizó su mejor silencio

IV

Fue luna nueva
fue creciente
hubo plenilunio

Fue retórico en espejos
derramó palabras plateadas

Sin vergüenza
fue tonto
fue feliz

No se dio cuenta ni le importó

V

El día más largo
prolijo en arenas
decidió contarlo
Lo agotó lentamente sin culminar la tarea

VI

Diez veces pasaron siete días
bajo una tormenta acompañó a la hoja seca
decidió que rayos y grises
el viento rabioso
la noche enconada
propiciaban la herejía

Elucidó fórmulas arcanas mientras la hoja empeñaba
sus nervaduras angostas en savia imposible

Dos días pudrieron su milagro

VII

Despertó sin tiempo ni huella
despertó rizo
despertó onda, sentido frágil
sucesivo verbo
Sé bien que nombras
mis trabajos estériles

Y no ignoras la alegría
de la derrota... ajena
¿acaso así honras al destino?
¿acaso del silencio es la alegría?

Apenas míseros
tu lenguaje, tus feroces escrúpulos

VIII

Se devolvió a un día que quiso otoño
crujir sepia y rojo
voces lentas, ramas filigranas
nebulosos grises acerados

Dejó la lluvia
intimar su piel
se abandonaba a ser agua
paciencia vegetal
nostalgia de arcilla

Aquella era la jornada
llegado el tiempo
de hacerse propicio
hundirse antes del invierno
esperar otro calor
callar, dormir,
abandonar calendarios
insistir en ciclos
demorar un seguro despertar

IX

Un desequilibrio
siempre es necesario
para volver al centro

Francesco Simonelli



Profecía

Vi la ciudad resplandeciente

Vi la ciudad resplandeciente
Donde nace la lengua
Aquella remota música
Acude otra vez
A la fuente
A la sed del pájaro
No la cuerda
Ni el pulso sabio
Otra es la armonía
Encanto secreto
Analogía velada
Del mundo hermano
Donde nace la lengua
Aquella remota música
Acude otra vez
          A la fuente
          A la sed del pájaro
No la cuerda
Ni el pulso sabio
Otra es la armonía
Encanto secreto
Analogía velada
Del mundo hermano
Porque se inaugura
Sobre la piedra 
Un sacrificio consuma el pilar
La rama el cielo besa
Y la raíz al agua
Eso del medio es el hombre
Esta su casa de betún y barro
    La galería
    Aquel  oráculo
    Aunque cristal
    O férreo esqueleto
    Eternos avatares
    Idénticos pasos
    Materia la lengua
    Orden la música
             Piedra
    Casi espectáculo
              Si los amantes y el amor
                     entonces ciudad

Francesco Simonelli


Ya no espero milagros en los neones

Una vez canté furioso a la luna.
Ahora la roca calla.
Mareas la circundan, estoy sordo, he olvidado el instinto.
Con tendones azogados trenza la uña fiebre de palabra.
El poniente cruje amarillo.
Llega lo oscuro sin olor, el viento borra filigranas.
No hay cordel ni saliente.
Asalta madejas la mano, hoguera al sobrevuelo.
Tentación de barrote esta sorda señal.
Apago el aullido.

Francesco Simonelli








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