Desde el profundo desconocido

Yo vivía hondamente en mí,
no donde me encuentro.
El estar, el encontrarse,
eran para mí sólo intuición.

Me enviaban mensajes
desde el profundo desconocido.
Largos años me esforcé
por descubrir al barquero.
Largos años me esforcé
y ya estoy cansado
de adivinar e interpretar.

¡Oh, amada mía, te quiero;
estoy totalmente pendiente de tu labio;
tiemblo por tu pequeña mano!
Pero también tú, también tú
eres intuida por mí,
intuida solamente.

Aarón Tseitlin


El otro mundo del otro mundo es este mundo

El otro mundo del otro mundo es este mundo,
el mundo de aquí.
Los espíritus de los seres del otro mundo
somos nosotros, que llenamos este lado,
el lado del empeño, el lado del hacer.

Yo, Aarón de aquí,
soy el espíritu de un Aarón de allí,
y lo que yo hago aquí resuena sobre aquél,
a quien no conozco y conozco:
mis actos se hacen el paraíso de aquel Aarón
o su infierno.

Aarón de aquí,
no tortures al de allí; él es tú.
Entrégale actos
límpidos y nobles. Ilumínalo
desde aquí, desde este mundo.
No te apartes de tu propia carne y sangre. 

Aarón Tseitlin


El sello de Dios

Cuando reflexiono sobre aquello que personas,
criaturas de mi especie,
le hicieron a millones de seres de mi antiguo origen;
cómo cierto alemán-Caín facha de araña,
que moviendo un dedo te condenó a las llamas,
me devora la vergüenza de ser parte
de los vástagos de la serpiente, de los bastardos de Eva
(hierve en ellos el veneno de su padre)
y maldigo el “creced y multiplicaos”.
Pero cuando recuerdo que tú, que también tú,
belleza de querubín hecha mujer,
fuiste persona, con cuerpo de persona,
brota tal luminosidad de tu recuerdo
que hondamente asombrado como un niño
vuelvo a ver sobre la gente el sello divino,
y en voz baja murmuro para mí: Y Dios creó a la persona,
a su imagen y semejanza la creó. 

Aarón Tseitlin


Respecto de mí

Soy metafísico y periodista:
busco la rima
entre eternidad y desperdicio.

Soy la necesidad de Dios del ateo
y la melancolía del humorista.

Soy un bufón:
mis realidades
se burlan de vuestras realidades.

Hay en mí un muerto
que observa
cómo yo, el viviente, vivo.

Soy un sectario
que no pertenece a secta alguna.

Mi ojo pretende ver el mirar.
Mi oído quiere escuchar el oír.

Porque a la muchedumbre le resulta sospechoso todo sí,
tomo venganza sin los sabios noes.

También sobre la palabra y sus sentidos
quiero encender un nuevo ojo;
como una estrella, un tercer ojo:
el tercer ojo del ciego.

Aarón Tseitlin


Yo soy yo, más…

Yo soy yo, más
un libro que leo,
más años que van y vienen,
más todas las máscaras que llevo de día,
más lugares por donde ambulo
de noche en sueños,
más todo lo que quiero y espero,
más todos los todos, sin límite ni término.

Aarón Tseitlin
(Fragmento)
















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