Dicha

Dichoso aquel que vive en mansión heredada,
oye cantar los tordos que escuchó cuando niño;
ve llegar los inviernos entre lluvia y nevada
y siente el mismo acento de familiar cariño.

En la noche, en sosiego, a media luz, en torno
a la mesa o la lumbre, se conversa, en voz tierna,
de un viaje, de un recuerdo, de una ida sin retorno
-hace ya veintiocho años- a la mansión eterna.

Triste lágrima asómase y ocúltase, medrosa,
recuérdase la historia de la aldea, el pasado
tiempo de la familia, la niñez bulliciosa,
y se ve lo futuro al ayer arraigado.

Se lee el viejo libro con reposo, alguna hoja
anotaciones lleva del padre o del abuelo;
a veces una lágrima casual el texto moja
y se encuentra en las dulces páginas el consuelo.

El antiguo reloj de la pared aún suena;
vienen los largos días del estío, o el invierno;
son las noches oscuras o ya de luna llena;
aunque los años vuelen todo parece eterno.

Feliz aquel que vive en mansión heredada
con fontanares y árboles al pie de una colina,
y del otoño lánguido en la tarde nublada
ve rodar por los campos la lluvia y la neblina.

Arturo Marasso 



Poemas de integración

Vuelves, del seto asoman crecidas las granadas,
encuentras los amigos en los huertos natales,
hay un olor de frutas, de hierbas aromadas,
late en el aire cálido con temblor de cristales
la mañana, en las sombras guarda aún la frescura,
tres días tiene el zumo del racimo estrujado
de esta copiosa dulce primera uva madura,
en cántaro de arcilla de la hez se ha serenado;
huye el lagarto ardido de sol; en la colina
brota de hueca piedra con un manar de nieve
el agua, denso el ramo de ciruelas se inclina,
dice el zorzal de cuanto se ha amado, ajena embebe
la memoria; te entrega, viña de verano, el vino
nuevo; incumplidos sueños saben la confidencia
primigenia; anduviste de uno en otro camino
errante; brilla el álamo, atraía en la ausencia.

Arturo Marasso 











No hay comentarios: