“Hitchcock siempre fue el paradigma de lo que es el arte del cine y del arte contemporáneo, no solo del siglo XX. En realidad, el cine clásico de Hollywood, cuyo mayor exponente es Hitchcock, es algo que toda persona interesada en el séptimo arte no puede obviar. Es fundamental saber sobre cine clásico, desarrollado allí aproximadamente entre 1930 (comienzo del sonoro) a 1968, que es cuando cierran los grandes estudios o pasan a multinacionales. El que piensa que el cine clásico de Hollywood es un apoyo al american way of life le pido que revise eso, porque está totalmente equivocado.”

Ángel Faretta


Horacianas

I

No renueva el mar la corriente
que ha dejado atrás junto a la resaca.
Así la memoria, Romina, no hace más
que ordenar las cosas a su manera.
Somos hijos, nietos, biznietos ya
de ese navegar lejano. No sabemos,
salvo borrosos recuerdos, las sirtes
y sargazos que tuvieron que atravesar.
Ahora aquí varados en parte, en parte
afincados, buscamos el ancla o el lastre;
no sabemos. Unos viejos dioses arbitrarios
parecen jugar nuevamente con nosotros.
Ya no en la borra del café ni en el vuelo
de las aves, sus entrañas, ni dados
ni números babilónicos nos consuelan.
Hijos y nietos tal vez del olvido aciago
vemos a través de esta costa sin mar
el fulgor arcano; rumores y olas lejanas.
No es bueno entonces disputar aquello
que une. No son dados ni naipes marcados,
es el sitio que elegimos, o así creemos
en la bitácora de navegación. Silencio,
es de nuevo aurora, hay que izar velas.

II

Tántalo va el cántaro a la fuente
que al final se rompe. En el mito
un juego arcano de palabras oculto.
Así también –Delfina- en el tiempo
que pasa y no se detiene, como
las olas del mar que empuja el
viento inclemente. Solo uno
cree saber qué destino es el suyo
cuando éste termina. El hilo
del huso, se corta o se acaba.
No podemos enrollar el carretel
nuevamente. De igual modo
la corriente del mar cambia
a su antojo o al arbitrio divino.
De la nave al timón aferrados
creemos llevarla a su destino,
pero nada, es solo madera
la arboladura, y lo demás.
No quieras saber entonces
más de la cuenta. La quietud
es la única respuesta posible.
Algo de lujo en los platos
o en las copas es bienvenido.
Aún la rosa en su rosal florece
un corto tiempo y se marchita.
Pero antes adornó tu casa y mesa.

Angel Faretta


Horacianas, 2

III

No llega la nieve a la cima de Vesubio:
hay imposibles que nos han sido dados.
Tampoco la dócil ternera busca el pial
que la sujete porque no ha sido aún
Vaquilla. Así es el mundo –Delfina-,
nadie puede cambiarlo. Las horas
pasan, los días también; quedan
tan solo unas auroras donde Eros
hizo de las suyas. ¿Es demonio
o niño? Desde el padre Homero
preguntamos eso. Safo -la de las
trenzas color violeta- lo supo
y lo olvidó en medio del frenesí
por su joven amiga. Lo supo Catulo
a su Lesbia prendido -como abrojo
del campo argentino- a su tortura.
La pasión manda pero es fugaz;
atada al tiempo, y ni las flechas
del hijo de Venus pueden hacer
que se afirme y dure como el cielo
infinito y como en el mar las olas.

IV

En noches y en auroras, Delfina,
se cree ser un dios hijo del sol,
un Aquiles, el más heroico varón.
Pero el mito siempre paga, tenemos
una herida que no cura, despierta
y mata cuando estamos a la Gloria
uncidos. Allí creemos escapar,
ser inmortales, llorar de placer
sobre una boca, nuca o senos.
Es Venus y su hijo flechador
que juega siempre con nosotros:
somos balón, disco y jabalina
somos pateados, arrojados lejos,
sin embargo estamos siempre
al mismo lugar mortal unidos.

Ángel Faretta


Jules Laforgue y el domingo

Con la puesta en marcha de la movilización total no solo se modifica todo lo referente a la vida privada, sino que hasta puede decirse que ésta misma es creada por la propia movilización total. “Ocio”, “descanso”, “intimidad”, “privacidad” –ésta muchas veces opuesta en dudosa batalla con la primera-, así como también conceptos como “pasatiempo”, “diversión”, “recreo”. Ni hablar de “fiesta”, la que es sometida a toda serie de desfiguraciones, tanto tornándola feriado patrio o cívico obligatorios, sino vaciando lenta o drásticamente su contenido religioso.

 Todo ello lleva a lo que podríamos denominar aquí desfiguración del día domingo. En vez de día celebratorio, se vuelve día de escape hacia la diversión. Se lo dota vicariamente de toda serie de elementos flotantes y fantasmales atinentes al descanso pero también al sueño, es vuelto a un tiempo locus amoenus, isla particular donde refugiarse e imán o catalizador donde se funden confusa y apuradamente todas las cosas que se oponen, o que niegan momentáneamente a la constante movilización total puesta en marcha.

Su silencio recuerda, por su ausencia, la presencia sonora y constante de la vida fabril y de la producción industrial del resto de la semana. Ese mismo silencio se vuelve más pesadamente silencioso en el suburbio o extramuros, en el barrio que pasa a ser más un topos poético e imaginario, que un lugar preciso de habitación y de catastro. Es “el” o son los sitios -mejor dicho- diseminados a lo largo de la ciudad, pero generalmente en sus orillas y extramuros, donde el silencio y la ausencia de la percutida actividad industrial se oye y hasta se “vive” más.

Puesto que el “centro”, más que un lugar geográfico de orden e irradiación, se vuelve paralelamente lugar de caos, confusión e indiferenciación durante ese mismo día de cese de actividad industrial. Claro que aquí “en el centro” se la reemplaza por una sonora actividad de “diversión”.

 Así que barrio comienza a volverse lugar epónimo, tanto como lugar donde se percibe esa pausa en la actividad fabril, como y también la misma distancia sonora del bullicio de la diversión masiva y obligatoria desarrollada en el “centro”.

Así el compósitum domingo-centro-multitud será eje imaginario privilegiado de la poética surgida con la modernidad, aunque su mentor y acuñador –Baudelaire- viera todo esto –siguiendo al Poe de “El hombre de la multitud”- pero no pudiera en su poética crear una retórica, una métrica, ni un vocabulario adecuados que reflejara en su poesía tal novedosa situación. Será algo después con Jules Laforgue que se conseguirá de consuno una articulación entre lo que se descubre como visión y lo que se poetiza como vate.

 El domingo ya es bajo continuo en la obra poética de Laforgue, aunque si nos fijamos con detenimiento en todos los diversos poemas que escribiera  bajo ese título, tan solo uno responde en su despliegue a tener como diégesis al día domingo como tal. Más bien en su poética “dimanche” y “dimanches” son estados de ánimo, cifras y categorías humorales y mojones de una determina propensión melancólica que poco antes Baudelaire caracterizara como spleen.

Claro que también Laforgue tiene sus poemas titulados “Spleen” así como el propio concepto aparece en otros –“El invierno que viene”- como emblema y signatura anímica de determinada tendencia emocional-intelectual. Tal dualidad por otro lado es una más de las que rodean y cercan al estado anímico llamado spleen.

¿Qué es entonces esta nueva divisoria de aguas anímica acuñada por Laforgue donde “dimanche” no aparece como día sino como estado de ánimo que se separa o continúa por otros medios al spleen baudelairiano?

 Digamos que el “dimanche” es en la simbólica de Laforgue lo que el argot  es a su retórica y económica. Si este poeta es quien finalmente da la nota mayor y percute el bemol que hace definitivamente distintivas a la poética de la modernidad, lo consigue doblemente tanto al reconfigurar las imágenes que forman una simbólica, como la retórica y la métrica –si es que éstas no forman partes de la primera- forman una paralela y adecuada económica expresiva.
De allí que el dichoso verso libre –pero con rima- de Laforgue se consigue por una misma necesidad económica.

Si modernité es fluidez, discontinuidad, laxitud, movilismo permanente, Laforgue buscará con el vers libre volver hasta visiblemente gráfico ese mismo carácter discontinuo de la física de la vida urbana característica de esa modernidad. Por cierto será ese movilismo y laxismo permanente el que acuñará la quietud del “dimanche”, así como del propio “quartier” y de la “banlieu”, del barrio y del extramuros y su figura emblemática será el Pierrot. Ser lunar por excelencia vestido de blanco y negro, y que a diferencia de Arlequín que vive la parte diurna y feliz del carnaval,  Pierrot es quien vive su parte oscura y su melancólico fin de fiesta lunar.

Ángel Faretta



Los padres capadocios

Los padres capadocios supieron del mal
aún encerrados en ese claustro familiar.
Lo supieron los tres, Basilio, el mayor,
y los dos Gregorios: el de Nisa
y el nacianceno, que se confunden.
Eran tres entonces, y crearon la hipóstasis,
es decir el concepto de la propia Trinidad;
tres manifestaciones de una misma ousía.
Los tres trabajaban en ese rincón de Capadocia,
entonces la Hélade y también entonces Roma.
Tras de Orígenes y los de Alejandría,
vieron que la filosofía pagana era griega,
como también ellos lo eran.
Y solo basta entender una cosa:
que son métodos: en griego,
precisamente caminos,
antes de llegar a la meta, la revelación.
¿Y por qué habrían de desdeñarse
los pasos previos de esa senda
que llevan a la meta?  El Amor son
esos pasos ¿Y si Eros fuera una máscara
tan solo que lleva por su fuerza motriz
hasta el banquete del pan y del vino?
Desdeñar lo anterior y decirle pagano
es simplemente desentenderse del tema,
echarlo a un costado, negarlo de facto.
El amor es niño y tal lo representan
y el camino no más que la vida
y la vida no es más que meta.
¿Qué es la ousía vuelven los tres
a preguntarse en el mismo griego
que Aristóteles en su biblioteca
¿O fue en las campañas de Alejandro?
¿Qué es esa substancia única y sola
de las que todas las demás vienen
y también de las que devienen?
Es un alfa, también un aleph, ya que los tres
también son hábiles en la lengua de Moisés.
 ¿Qué es?
 Se dicen, esa cosa única e inalterable.
No pueden decirla, sólida, palpable.
Buscan en su estudio noche y día
temen que sea necedad o manía
lo que los lleva a esa insistencia
de descubrir, nombrar la esencia
permanente de todas las cosas:
la luna, las alas de las mariposas,
el vino, la sal, el hambre, la sed;
de todo o casi todo, menos del café,
que no ha llegado hasta allí y tardará
en llegar. Pero sí de todo lo demás.
Basilio –dicen- es la acción, Gregorio
al que llaman nacianceno, el orador,
y a Gregorio de Nisa dicen pensador
¿En los tres hermanos también se da
entonces esa misma cualidad?
¿Son Basilio y los dos Gregorios faces
de una misma ousía permanente, hacen
cada uno una labor porque cada uno
representa el valor de un número?
¿O es esto sólo una fantasmagoría
el arrojar el número a una mayoría
donde se pierde su razón de ser?
Ser aquí es también el saber
que cada cifra no es ningún azar,
que cada cosa, sea par o impar,
representa a otras en el Cielo.
¿Pero no será eso resabio pagano?
y no el estricto pensar cristiano?
Los acecha esta duda a toda hora,
cuando oran, cuando yacen, cuando
comen higos, miel y pasas, y tanto
de noche como en pleno mediodía
temen que el demonio meridiano sea
el que los induzca a esta sofistería.

¿Qué es el mal? Dice Basilio
y ya al decirlo lo digo mal
-se dice-
Porque el mal no es, es
por no serlo, del ser el revés
tan solo.
Es un modo del decaer del bien,
una forma del desconocer,
porque mal es ignorancia.
No es entonces substancia
sino privación de la misma
en el bien el mal atisba
en el mal el bien presente está
siempre, aunque morboso;
mal es bien disminuido.
Así el enfermo alicaído
sufre la fiebre o el deseo
que tal vez son lo mismo.
Ambos miran al abismo,
ambos habitan en el lecho
o como vampiros del techo
cuelgan y acechan a toda hora.
Para llegar al mal no hay demora.
-Basilio con el cálamo apunta-
que el mal solo trasunta
la ausencia del bien.
Que mal no es
sino el dejar de ser.
¿Ser al revés?
Es una forma de decirlo

En el Ponto junto al Iris,
río que ven desde la ventana.
Allí un día, otoñal y gris,
Gregorio el mayor desde la cama
imagina todo aquello que lo desvela.
Lo ve en figuras, cifras y teoremas.
Mira eso sobre el muro y las penas
se diluyen con la sombra de la tarde.
Fue en Cesarea ¿o fue en Sardes?
Que atisbó lo que ahora ve,
calcado pleno sobre la pared
la figura de un dragón, un trasgo,
un ánfora o copa de líquido amargo
que le ofrece de beber esa silueta
al muro de su estancia adosado
¿Será posible una llaga a su costado?
Gregorio el mayor al mal figurado,
pueda llevarlo a temibles cálculos
de números y de letras y opúsculos
que lee a escondidas de su hermano,
el otro Gregorio que sabe más humano
de lo que se sabe él mismo. El mal
es esa otra cosa, tan sutil y corporal
a un tiempo, que sigue en movimiento
y sin embargo parece tomar asiento
en el vientre, la boca, y en el abajo
que muele, rumia, trabaja a destajo

Ángel Faretta


"La precariedad del mundo en que vivimos (no en un sentido contemporáneo), el mundo de la apariencia con respecto a aquello que es real. Pero no real en el sentido que ahora se utiliza perfectamente a través del psicoanálisis, sino lo real como creación. Siempre hay que usar esa epístola a los corintios de San Pablo, con respecto a Hitchcock y al cine en general, que dice “ahora vemos el mundo mediante un espejo –oscuramente– enigmático y entonces conoceré como soy conocido”. O sea, Hitchcock nos hace conscientes de que el mundo que vemos, el real, el que nos circunda, es un espejo enigmático. Pero hay un punto en el cual conoceremos. El conocimiento humano no puede ver esa totalidad. Y en el cine de ficción, como dijo él, el autor o director necesariamente tiene que tomar el lugar de Dios. Él dice que “en toda obra de ficción, debemos ocupar momentáneamente el lugar del creador”."

Ángel Faretta


“Parasite es una porquería. Comete todos los errores habidos y por haber. Es una película demagógica, tonta y se asemeja a lo peor de Buñuel, donde los ricos son estúpidos y los pobres son vivos. La sociedad coreana y este director no pasaron por todas las etapas del capitalismo. Saltaron de una suerte de campecinado agrario a esto y el director no sabe manejar la lucha de clases. En esta película no hay lucha de clases sino de muecas.”

Ángel Faretta


Saturno en Puerta de Hierro

No dejaré que me castren,
lo haré yo antes,
ni que lleguen a mi Olimpo
custodiado por caniches.
Lo haré con la hoz sin el martillo,
con el cuchillo sin el gaucho
y el filo de mi voz repetida
una y mil veces y que dice
dos cosas al mismo tiempo.
Tengo que vivir todavía,
para ello me multiplicaré en copias,
consignas y videos -que es “yo veo”
en los Vedas. Serán todos parias
de mis órdenes duales.
En mi jardín de Epicuro complutense
sobreviviré a todo, a todo,
aún a mi propia leyenda.
La sangre joven, la carne fresca
es el mejor alimento para este dios ocioso
que tiene los dientes de un león herbívoro;
pero si no se come es excitante
verlo hacer a los demás.
La sangre derramada, la carne,
que desgarran jóvenes colmillos
nunca ahítos y que deben pedir más
y más carne en la parrilla sacrificial.
Soy el dios ocioso en puerta de hierro
cerrado a cal y canto al afuera,
sea historia, influencia, noticia.
No sé si volveré,
menos si seré millones,
Sí que dejaré una mancha imborrable
En el alma de todos mis hijos.

Estéril como soy,
tendré una larga descendencia
que guiaré, como el ogro del cuento,
hasta los desolladeros; llevados
por mi voz ronca de tanto grito póstumo.
En los extramuros,
en el limes de la civis
se levantan los desolladeros.
Una cruenta fiesta se prepara,
seré su severo arcángel exterminador.
¡Ay, ya no de los vencidos
sino de los convencidos!
Los he criado como sacrificadores
y serán los sacrificados en el altar.
No sacerdotes sino primicias,
las pingües carnes homéricas
vueltas casi núbiles presas
alimentadas con la avena
del progreso y el afrecho
de las vanguardias.

Ángel Faretta



"Tarantino filma restos o pedazos de otras películas. Cuando no sabe qué hacer, termina haciendo una escena de violencia desatada porque quiere despertar al espectador que ya debe estar dormido para entonces. Me parece un cine falso e impostado."

Ángel Faretta



"Un escritor alemán decía que el cine era el redentor de la realidad. Eso es un error: la realidad es la realidad fotográfica, el cine mismo desde D. W. Griffith y cuya máxima expresión hoy es Hitchcock, nació para oponerse a ese verosímil fotográfico que no por casualidad nace con la toma del poder del capitalismo liberal y de la burguesía. Entonces, en el cine y sobre todo en el suyo –un autor católico, religioso, que trata esos temas pero no es unidireccionalmente católico– tenés esa falsa realidad fotográfica. Hoy incluiría tanto la TV como las redes sociales y todos los medios o plataformas audiovisuales. Pueden ser útiles pero dan un verosímil de realidad que es falso, en todo caso para hacernos conscientes de esa falsedad."

Ángel Faretta









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