"Como escritor me veo en la tesitura de saber que quienes manejamos una pluma padecemos el infortunio de tener que hablar acerca de aspectos que ignoramos totalmente. ¿Qué sé yo acerca del significado de esta mágica concatenación de palabras?: “La hospitalidad no conoce fronteras.” Sólo sé que millones de seres humanos han sido asesinados o han muerto luchando por preservar eso que llaman fronteras, límites y que no es otra cosa que algún tipo de barrera contra tus amigos o enemigos, incluso aunque sólo sean potenciales enemigos.
Imagina un mundo sin fronteras. Automáticamente millones de personas perderían sus puestos de trabajo. Me refiero a los oficiales de aduana, funcionarios de inmigración, soldadesca; las factorías militares serían cerradas y quienes comercian con armas de fuego se verían obligados a volver a casa. Los vigilantes de las alambradas no tendrían nada que vigilar. Los constructores de murallas defensivas se quedarían sin trabajo. Los fabricantes de tecnología usada en las fronteras tendrían que hallar otra ocupación en la que fueran útiles. ¡Qué mundo tan maravilloso!
Las palabras son siempre una continua búsqueda de posibilidades, fluyen y se rompen como huevos, como dice mi amigo Niyi Osundare, el poeta. ¿Quién dijo que las palabras son frágiles? De hecho, son frágiles, pero todos sabemos que los dueños de las palabras, los artífices de estos puntos sobre el papel son más vulnerables que las propias palabras.
[…]
Algunas veces tiendo a pensar que nosotros, en calidad de escritores y artesanos de las palabras, somos perseguidos por error. ¿Cómo puede la República albergar tanto miedo de un mero mortal que ni siquiera posee su propio lar, que únicamente posee un corazón al que escuchar? ¿Cómo puede la República concebir que sobrevendrá el colapso si se consiente que las palabras proliferen en la mente y el corazón de los ciudadanos?
Además yo sé, por experiencia, que al principio sólo era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios hasta que la palabra se hizo carne.
Antes de abandonar mi cruel y amado país en el año 2001, cuatro agentes de policía armados vinieron a arrestarme. Iban fuertemente armados y yo sólo era un escritor. El presunto delito era ser un traficante de drogas que vendía cannabis en la frontera con Botswana, a pesar de que jamás en mi vida había estado en esa frontera. Cuando traté de explicárselo al oficial para evitar mi inminente arresto, le pregunté también por qué llevaban tantas armas para apresar a un mero escritor. Me respondió que existía la posibilidad de que yo huyera.
Entonces medité acerca de si las palabras, los poemas, las canciones se habían convertido en objeto de contrabando. Cuando los policías se marcharon, mis amigos me advirtieron: “¿Has vuelto a hacer la misma pregunta? Tú y tu poesía tenéis un serio problema.”
En aquellos lugares donde los gobiernos manufacturan silencio junto a las balas, las palabras y quienes las articulan constituyen una grave amenaza para la seguridad nacional. Como dijo una vez el escritor uruguayo Eduardo Galeano: “El exilio interior siempre es más arduo y fútil que el exilio exterior.”
Antes de salir de casa, ya estábamos en el exilio, desterrados al cautiverio, a los límites del silencio, a una forzada amnesia, a una vida de total inseguridad. La medianoche nos sorprendía siempre exhaustos y temerosos. En mi caso, decidí trabajar la mayoría de las noches hasta el amanecer para evitar las pesadillas."

Chenjerai Hove
De palabras y fronteras 


Identidad

Lejos de casa,
los olores,
los sonidos,
la locura,
la risa,
los dolores
y las alegrías
de la tierra donde nací,
las melodías de los pájaros
cuyos nombres conozco,
los sonidos de los ríos
a los que di nombre
mientras crecía,
con ritmo y danza,
las formas de las colinas y las montañas,
de qué manera nos decían
que se parecían a un hombre bailando,
a una mujer fumando en pipa,
a una mujer loca bailando hacia varios amantes,
los colores del cielo
como si cambiara todos sus humores
para invocar la voz del trueno y el rayo,
todos aquellos colores de mariposas y cosas indescriptibles,
todas ellas siempre me recordarán
que formo parte de este espacio
geográfico en el que crecí.
Es mi equipaje de viajero,
en mi alma y en mi corazón,
mientras viajo y llego
a otras tierras
que quizás me acogía
con sus propias voces.

Chenjerai Hove



Las rojas colinas del hogar

El Padre creció aquí
sintonizando el corazón
con el sonido del búho de las húmedas y verdes colinas,
más allá, el águila nadaba en el aire
mientras mamá hormiga cargaba
una desconocida víctima hacia un escondite conocido
demarcado en la vecina tierra familiar.

Aquí crecí,
el padre murió bajo tierra hace siete estaciones
y las noticias del sepelio
fueron lo único por sepultar.
Ahora el águila implume como carne soasada,
proclama la miseria de los cielos.
Mamá-hormiga jamás sale a la superficie,
Para el padre suficiente carne hay abajo.
Las verdes colinas del hogar han muerto,
Rojas colinas atraviesan los cielos
y las sucias casas de los peones
viven bajo la amenaza del bulldozer
Ayer Sabhuku Mannyonga sintió la opresión
De manos musculosas contra su pecho
Y ahora vive en el exilio ebrio.

Rojas colinas han vuelto
con heridas cuyo pus sofoca al peón
su pequeño hijo duerme
Conociendo sólo frágiles sueños de gozosos reflejos de luna.
Muriendo también están las canciones
De las estaciones que el padre alguna vez cantó
Rojas colinas y el humo del trueno humano
Saquea la tierra bajo contrato.

Si el padre emergiera de entre los muertos
seguramente no conocería
el verdadero hormiguero que abraza su sangre
sepultado con el cordón umbilical.
Aquí, sobre este campo
una vez la tierra yació preñada
mas ahora la sagrada colina sangra
despojada incluso de su buen nombre,
sus vacas sagradas son ordeñadas
por manos agobiadas y hambrientas
cuyas bocas devoran hombres
tragados por la garganta del gigante de Eerie
sentados donde alguna ves fluiste tú
en serena agua bendita.

Rojas colinas y el aroma del exilio,
Chipo murió esta mañana
no más cantos funerarios desgarrando el aire
tampoco nos sentimos seguros de sepultarla
sabiendo que mañana el bulldozer vendrá
a esparcir estos huesos famélicos.

Rojas colinas, y el aroma del exilio
Exilio que respira sobre nuestros hombros
en una carrera que luce ya desesperada
Rojas colinas, y el pulso del exilio
que nos dice que éste no es ya nuestro hogar.

Chenjerai Hove



Mbira en el exilio

Canciones hormiguean en mi corazón
con el sudor que mordisquea bajo el sol
mientras los ritmos seguían mis venas.
así fue
y encontré una senda abierta
hacia las cavidades de mi corazón
hacia sus engranajes internos
como el sobrio día de la virtud
al pedirme mi esposa un corte de cabello
(mas ella obtuvo un corte en el corazón)
que al ser efectuado,
lo incendió todo:

Caminé desnudo por la aldea,
inclinado como la puesta del sol.
conozco la diferencia,
la diferencia entre una senda explorada
y el grito de una virgen en el mbira.
Incluso mi músculo sombrío lo dice,
Aún bostezo en medio de cadenas oxidadas
Como si el mundo fuese nuevo y sin embargo enjaulado.

Mas recuerdo el llamado de la canción,
Sí, la recuerdo.
Ella siega mi hombría
Cambiándola por un taparrabo transparente.

Chenjerai Hove


Parlamento de los niños

La madre se sentó
con el hambre entre sus manos
y ahogó el amor en sus ojos.
Luego las moscas vinieron
a cantarle repulsivas canciones al oído.
Nosotros escuchamos la inagotable historia
De la lucha y el hambre.

Pero la Madre no cantó
al llegar el tiempo del canto
En la historia popular.
Ella sólo señaló a las moscas
Y nos pidió que tarareásemos
la misma canción musitada por las alas.
Cantamos la canción alada
mientras nos uníamos en la búsqueda.

Mosca y niño unidos en una misma canción
Madre y hojas caídas al tiempo
padre ausente,
desconocido.

Mientras ella sondea los zumbidos,
juntos los seguimos
Creamos unión
para develar los motivos de la mosca y el niño.

Así, en nuestros corazones
Están las vaporosas huellas de la mosca
Cuyas alas nos contaron historias
Del sentido de la vida y de a quién pertenecemos.

-Escuchamos en la radio que hay una crisis-
los miembros del parlamento exigen mayores salarios
Y nosotros no somos tomados en cuenta.
Al menos estamos a salvo de promesas ahogadas.

Habremos de debatir
a cámara abierta
con profusión de enfermedades
como Símbolo del electorado de las tumbas
y tasas demográficas ascendientes
como símbolo del electorado de los sobrevivientes.

Perros-gatos-ratas-moscas
Perros-gatos-ratas-moscas
Envíen emisarios a esta cámara
Aunque el debate se torne melancólico
¡Extravíos del lenguaje!
¡Hacen falta espacios!
-Simple ausencia de orden en el recinto-

Luego compartimos nuestros haberes:
Desde bolsillos llenos de sangre
hasta parlamentos de políticos
Juntos sobrevivimos

Al núcleo de largas sesiones
y caducos proyectos de ley
que ahora reptan
donde ayer hubieron de correr.

Chenjerai Hove








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