La lógica del cuento de hadas

Los cuentos de hadas están llenos de tareas imposibles:
recoger los pelos de la barba de un macho cabrío antropófago,
o cruzar un mar sulfúrico en una barca que hace agua,
elegir el príncipe de una hilera de máscaras idénticas,
acercarse de puntillas adonde un dragón toma el sol
y robarle su hueso; contar motas de polvo, una a una,
o aprenderse de memoria la guía telefónica.
Lo que alguien pide siempre es imposible.

Debes combatir la magia con la magia. Has de creer
que guardas en la manga algo imposible,
el lenguaje de las serpientes, quizás, un manto invisible,
un ejército de hormigas a tu disposición, o una broma mortal,
el deseo de hacer lo que deba hacerse:
casarse con un monstruo. Entregar a tu primogénito.

Alicia Elsbeth Stallings


Quemado

No puedes hacer que lo quemado deje de estarlo.
Aunque rasques la arruinada tostada,
No puedes volver atrás. Es hora de que te enteres.

La manteca no puede no haber sido batida,
No puedes no haber enviado el correo enviado por la mañana,
No puedes hacer que lo quemado deje de estarlo.

Los amantes que en tu juventud rechazaste,
Los puentes carbonizados que más necesitaste,
No puedes volver atrás. Es hora de que te enteres.

El humo tiene una bien merecida reputación,
No sólo como acre, vana jactancia:
No puedes hacer que lo quemado deje de estarlo.

Echabas de menos tu hogar, pero mientras añorabas,
Los negros barcos ardían en la costa;
No puedes volver atrás. Es hora de que te enteres.

Aun cuando hubieras regresado,
Sólo serías una especie de fantasma,
No puedes volver atrás. Es hora de que te enteres

De que lo quemado está quemado está quemado.

A. E. Stallings



Triolet sobre una línea apócrifa de Martín Lutero

¿Por qué son del diablo las buenas canciones,
las noches de sábado, el neón, el licor,
las chicas cuchara, las vacilaciones?
¿Por qué son del diablo las buenas canciones?
¿Ahuyenta con ellas sus tribulaciones
en esos domingos de largo rencor?
¿Por qué son del diablo las buenas canciones,
las noches de sábado, el neón, el licor?

A. E. Stallings















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