Lenguaje de amor 

No rasgues, con agrias voces, la tela fulgurante
donde creímos, trémulos, la gloria del amor
telar del lino que sagrado se elevaba,
más allá de los límites de un sueño de unívoca
perduración, sin ráfagas de pérdida.
Más bien, háblame de la cadencia sesgada
de ese estar en las conmociones del delirio donde
nos sumaba la delicia que ceñía,
en horas de leve altura, la identidad de
nuestras manos.
                           Pero el momento de la caída
se consumó. No existe el golpe de la culpa;
no elevemos el rencor. Oh, lengua edificante.
Así es, Proust: el recuerdo puede emerger, en casos
del infernal magma de la memoria; o será en su
huella, Freud, no sé; pero el odio, transfigurante,
sé que creó la solapada condenación de los vectores
del sentido a las palabras arrojadas a lo
sexual sublime, lírico, elegíaco, y a
la cerrazón férrea del poder ser.
                         Tal vez escriba sólo
del poema. Pero no es en lo escrito, meramente,
donde se inserta el instante de lo escrito.
Hay soles de atormentadas lunas, donde el
derrumbe lingüístico se transfigurará.

Aldo Oliva


Lucro poético

Juro que vi, en un sesgo,
que perfilaba lo infinito,
en un sutil jardín
de aguamarina en el iris
sublimado en mirada,
emanar la tierna
violencia del violeta.

Así, si tiempo hubiere,
voy muriendo.

Algo se consumó;
no hubo, empero, conjuro
que impidiera
la avalancha del torrente
que arrasa la vacuidad
de estas palabras:
su sagrada oquedad,
su materia soberbia
de sueño.

Aldo Oliva


Movimiento: La desobediencia debida 

Tal vez algunos, que se decían
solidarios de la Revolución,
marcaron mi ruta, como
un plural designio de este diagrama
de corpúsculos que mi ser asumió.

Así, ¿nada sabían de sus
asechanzas de poder, que, en el vértigo
demencial de mi itinerario,
era un orden y no una orden de
las fantasías del Poder? A eso obedecí.
La Revolución que, algunos pensamos
fundaría una Patria, fue iluminándose
de la furia (a veces tácita) de
tenebrosas contraposiciones.

¿Cuál, de los polos, entonces,
obedecer?
De ahí que la desobediencia,
una vez discernido el sentido
de la lucha,
esté cerniendo la certeza
de la fuerza troncal del sector,
que en múltiple unicidad,
y aún sin saberlo, impulsan los
Pueblos.

De ahí: reverdecer o asumir la muerte.
De ahí, la creación de un poema
que lo escriba y lo diga.
De ahí la historia de un poema
sin historia. De ahí la grandeza
de los que abdicaron de la Grandeza.

Aldo Oliva



Parábola

Este lobo translúcido, este
lánguido andante de un ansia extinguida
no podrá ocultar el matorral
incierto,
la solapada corriente del dolor
donde, sin saberlo, deambula;
no busca el placer sino el ensueño
de existir, a ras del piso, arrastrado
por el alcohólico comezón de la angustia.

Sonríe, a veces, a la altura, sin embargo;
como abarcando un círculo de airado ópalo;
cúmulos temibles de cernidas
olas de fuego, berceuse vertida en pizzicatto,
tremando en la sima de la niñez.

Fueron entonces los momentos,
en que, exhibiendo su cuchillo,
lo hundió en las junturas de las piedras
de algunas coquetas callecitas;
amasó un cosmos de la tierra fascinada
en el prodigio del principio: con saliva
y orina fue creando la invención del amor.

Y quedó solo.

Aldo Oliva


Raíz

Ni el aguaribay de sensible verde,
ni la cálida idea de la fraternidad,
ni las estrellas del alcohol
que encienden las estrellas,
ni el lujoso perfume
que arrecia en la derrota
del que se afanó en lo real,
soñó, lució, naufragó,
se afanó en lo real,
ni el número posible
que desnude el mundo
son Tú, tu verdad
de semilla durísima que liga
a esta tierra de sangre,
niebla, sueño,
mi mano...
Oh, tú, rostro del alba
más allá del alba.

Aldo Oliva


"Se ve que es la forma. A nosotros nos dieron permiso para un día, y el archivo estaba abierto hasta las doce. Justo nos encontramos con un piquete y llegamos a Buenos Aires a las diez. Igualmente el archivo había sido “limpiado”. Estaba la trascripción manuscrita del juicio que le habían hecho a Lebrero, que era el Teniente que estaba a cargo en Rosario de la Policía y del Ejército, con una caligrafía muy difícil de comprender. Además había una foto de Penina, no mucho más. Prácticamente lo mismo que habíamos conseguido acá en Rosario, con la diferencia de que acá estaban los manuscritos de Penina, que en Buenos Aires no estaban.
[...]
Es como que se completa. Hay como un diálogo entre los dos formatos, la palabra escrita y una obra audiovisual.
Se produce un diálogo; son complementarios. Además, cuando leés el libro te quedás con ganas de más, porque las películas dan vida a los personajes de los libros. Por lo general las adaptaciones de libros a películas no dan buenos resultados. Pero en este caso al tratarse de un documental, ves a las personas involucradas en serio, no hay ficción, son los protagonistas en serio. Lo ves a Aldo Oliva, lo ves a Antonio (Oliva), la ves a Florencia (Roveto), lo ves a Roberto
Frutos, a Raúl Frutos, el bibliotecario, a todos los personajes que va nombrando la película, el libro, los ves ahí, en carne y hueso."

Aldo Oliva
El fusilamiento de Penina




Utopía

Vamos, arráncate ese rencor
que hace existir el trémulo eco
de tu voz; déjalo florecer
en las foliaciones de otra
furia: esa posible ondulación
donde module la incidencia
que emerge de la ávida dulzura
que estremece la esencialidad
de tus manos: ésa, la insumisa,
virtual y real, que armó tu cuerpo
e imaginó tu espíritu.
              Desde el balcón
aspiro la sombra, casi sagrada,
de otra sombra: algo que fue; pero que,
semental, en una incontinencia
de altura que, a veces, suponemos alma,
transfiguró la tiniebla en una
tenuidad donde poder,
era trama sutil que, locamente,
arrastramos a las configuraciones
del endulcamiento incierto del futuro.

Aldo Oliva
















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