Alta montaña

Allá en el fondo,
como una madre o una muerte,
la montaña nevada;
y a su lado,
las hojas nuevas de los árboles, labios
de balbuceo y aleluya...

Sube,
hablando a solas,
despidiéndose.

*

A trechos, la nieve;
y el árbol ciego,
su rebaño de piedras:

y la huella del rayo
en la hierba quemada:

aquí abre sus brazos
sin más súplica que la sola agonía
o como si quisiera el corazón
ofrecerse a un puñal con un grito:

en el lugar de las revelaciones,
en las cimas,
bajo un cielo que no entrega ni un buitre.

Alejandro Nicotra



Antes de la tormenta

La tormenta,
                     que avanza
y ha cubierto ya el ángulo
del sur:
            pero los árboles,
sus hermanas menores del jardín,
            las cazuelas con agua,
no mueven ni siquiera una hoja, una onda:

Yo atiendo a esa quietud, como a un asunto
                personal.

Alejandro Nicotra


Árboles

"¿Ya son, los árboles, invernales?"
La pregunta regresa,
con más razón ahora.

Como de otros labios,
la escucha el hombre;
sin sonido, parecida a algún pájaro
lejos, sobre las cumbres.

Son invernales.

Los árboles en el alba,
tras el reflejo de una oblicua luna
que aún se despide...

Alejandro Nicotra


Escritura

Escribo a solas, pero sin soledad.
La noche de las calles entra a mi cuarto
y me invita a salir ― a esta ciudad y a otras
que recuerdo o imagino:
puentes, cafés, miseria y esplendor en esta noche
de mis iguales, mis idénticos.

Sin soledad, a solas con los muertos
que regresan:
el poeta y su adiós de destruida guitarra,
el estudiante que huye entre campanas o siglos
hacia el sol instantáneo de la pólvora,
la anciana que enterraron con mi infancia
(me la devuelve cada flor del campo),
y los otros, los ángeles
de rotas calles de suburbio o guerra.

Sin soledad, también, porque en la sombra
tu voz habla conmigo,
y aunque tu cuerpo falte en esta cita
sé que volverá, como las frutas, como el día
vuelven.

A solas, pero sin soledad,
es como escribo.

Alejandro Nicotra


Las avenidas

Las avenidas
silenciosas bajo los árboles y la luz de mercurio,
a las tres de la madrugada,
extienden el espacio de un poema
donde los pies monótonos
van midiendo la quietud y el cansancio.

Despiertas por tus pasos,
quizá te evoquen las imágenes del amor
en el susurro de las hojas
o en la cabellera más alta de la noche,
inclinada, a esa hora, hacia el reposo o el sueño.

O quizá sólo muestren
el desierto de asfalto,
con lámparas que alumbran el vacío
y árboles desterrados a su nada.

Las avenidas
igual se tienden a lo lejos,
más allá de tu casa,
hacia los límites de la ciudad, en donde
comienza el sitio de las sombras.

 *

Ciudades,
avenidas perdidas en la madrugada
─luces frías, desiertos, árboles cabeceantes─,
avenidas
donde unos pasos buscan, vagamente,
un cuarto en que dormir la soledad.

(Frente al café,
la plaza vela sus espacios
y alguien sale a la noche
sin otro rumbo que el azar de las calles,
dédalo de todos y de nadie.)

Ciudades,
edificios de ventanas dormidas
y puertas apagadas,
avenidas en las que lleva el viento
los fantasmas del polvo pálido del asfalto.

(En las luces del centro
unas máscaras últimas ríen y se abrazan,
ronda la policía,
los semáforos guiñan ─rojo ─verde,
y unos papeles huyen
con su noticia indescifrada.)

*

Tal vez,
una ventana sobre un río,
con las luces de la ciudad en el agua,
o las avenidas
en las noches de marzo o de noviembre
(cuando algo comienza o algo termina),
lugares que lleves por el tiempo
y que, tal vez, pudiesen entregar a la página
lo que en ellos quería ser,
destino.

(Lo que fue y no sabrás nunca del todo,
inclinado sobre sus figuras
como sobre el poema que escribes,
en deriva hacia el alba.)

Sí, lugares que lleves por el tiempo,
ciudades como páginas
que nadie ha de leer,
avenidas nocturnas de marzo o de noviembre,
cuando algo comienza o
algo termina.

Alejandro Nicotra



Lugar de reunión

El hombre que ahora escribe,
con mano que se cierne mortal,
escribe para los ojos de su muerte.

Busca un lugar de reunión.

Árboles desaparecidos y futuros,
las fuentes que no cesan, circulares,
tus ojos y su boca:

¿hay una plaza
sin nombre, a donde dan todos los
días?

Busca un lugar de reunión,
escribe para los ojos de su muerte.

Alejandro Nicotra










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