1

Si el viento poliniza y nace
un fresno, un algarrobo,
¿por qué esta noche me trae
en un golpe, un disparo,
lo que ya está muerto?
Empieza anestesiando
y duele en el remate,
tanto,
al punto que no sé
qué proteger primero,
si cabeza o corazón.

2

Cualquier hecho, suceso, ocurrencia, acontecimiento
es prender y apagar un fósforo.
Sin pausa, uno tras otro,
la caja entera Tres Patitos o Gran Fragata;
no piensan en detenerse
porque no es así como va el mundo.
Y una tras otras las cajas,
y una tras otra las células arden,
y una tras otras se extinguen,
y unas tras otras nacen,
y otra vez, y otra,
y otra.
Y a una que guarda en este cuerpo
el encender y el apagarse,
la llama y el sosiego,
la vida y la muerte,
en la manta de un tiempo
que no es trama
sino liso y sin curvas,
solo le ocurre tocar los timbales
en el réquiem de los signos.

Gabriela Saccone




I

Soy sobre todo una cabeza
que no para de pensar en el cuerpo
que me rechaza como a un alimento
en mal estado.

Soy un mal pensamiento.

Hombros penosos que se alzan
para decir quiero pero no puedo
bailar ni en el polo austral
ni en mi propio patio.

Gabriela Saccone



Pocas hojas muy verdes en las ramas

Pocas hojas muy verdes en las ramas
de uno y otro álamo, y el resto un sueño;
muro de árboles casi muertos
estirados como juncos altísimos
a los costados del camino.
¿Quién piensa, aquí, en el deseo
de agua que fluye entre la roca?
Tierra agrietada, la mica resecando labios
y la quietud del cielo amenazando tormenta.
Como este largo sendero hacia la nada,
como este largo, largo sendero,
busco eso que vuelva las cosas a su lugar:
alegrarme de estas pocas hojas verdes,
de estar bajo y cerca del cielo
en un camino de montaña,
de la frescura de un río donde las nenas
se mojen los pies, reconociendo,
formas y colores en las piedras.

Gabriela Saccone










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