1972

Fue el año en que Nixon visitó la China
que Marco Antonio Campos refutó a Neruda

–Las páginas no sirven. La poesía no cambia
sino la forma de una página–

que estrenaron Solaris (lo dije en otro poema) pero también Aguirre Cabaret Garganta profunda El hombre de La Mancha Gritos y susurros El útimo tango –ah María Schneider en la tina y Brando ubicuo, bilocal, al mismo tiempo en el ático parisino y en Villa Corleone, otro y el mismo– mientras Zefirelli hacía volar a Chiara y Francesco en una nube de flores, Snoopy se iba de casa junto a Woodstock y Chaplin volvía a Hollywood (ya Osvaldo Soriano lo contó en una novela suya).

Murieron Chevalier, Alejandra y Kawabata, el primero bailando los otros dos
al filo del espejo
y se despidió de este mundo una princesa 
Carolina Matilde de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, bautizada como Princesa Viktoria-Irene Adelheid Auguste Alberta Feodora Karoline Mathilde de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg
de la que solo queda el nombre en Wikipedia.

También dijo arrivederci el profeta de la usura, que solía contemplarse en los ríos
en noches de plenilunio y enderezar aun las torres con sus cantos.

Una estela explosiva dejó el cohete fallido que propulsaba a la sonda Cosmos hacia Venus
y otra Harry S. Truman, con su cortejo de átomos y carne chamuscada.

Bobby Fischer, el díscolo, el irreductible, venció a Boris Spassky
llevándose el título a casa junto a unas cervezas,
en tanto el odio ensangrentaba los juegos olímpicos de Munich el penal de Trelew
un domingo en Irlanda del Norte el campus de la universidad de El Salvador
en cuanto un terremoto destruía Managua y en Roma
un tal Laszlo Toth atacaba la  Pietà de Miguel Ángel con un martillo,
gritando que él era Jesucristo.

Era 1972 y en un país perdido entre montañas,
en una clínica metodista, por puro azar,
nacía yo, que debí haber nacido en otra ciudad y otro hospital;
y poco antes o después nacían otros niños y niñas con los ojos también maravillados,
de este y del otro lado del Ecuador, dedicados ahora, como yo, a este inútil,
maravillosamente inútil oficio de escritura.

Sí, de seguro fueron los efectos del cohete de la Cosmos
el poderoso cóctel de todas esas películas
algo de los últimos alientos de Pound y la Pizarnik,
y sobre todo la estela del poema de Marco Antonio Campos:

Las páginas no sirven. / La poesía no cambia / sino la forma de una página, la emoción, / una meditación ya tan gastada. / Pero, en concreto, señores, nada cambia. / La poesía no hace nada. / Y yo escribo estas páginas sabiéndolo.

Eppur si muove, cuarenta años después
ya solo quedan en pie los poemas de Alejandra, los cantos de Ezra, algo de las novelas de
Kawabata, mucho de los versos de Neruda y casi todas esas cintas
indescriptibles

mientras el resto: Nixon Mao Neftalí Reyes Tarkovski Klaus Kinski Bob Fosse la deliciosa Linda Lovelace el insoportable Ingmar Bergman la más deliciosa María Schneider el más insoportable Marlon Brando el ya no se diga Charles Chaplin Osvaldo el Negro Soriano Charles M. Shulz Maurice Chevalier Carolina Matilde de Schleswig- Holstein-Sonderburg-Glücksburg el propio Ezra el programa espacial soviético la URSS Truman Bobby Fischer y todos sus rivales las víctimas y los asesinos el loco del martillo
son ya carne de gusanos y de la desmemoria

como lo seremos los poetas del 72 y Zefirelli y Marco Antonio Campos algún día
pero no su refutación a Neruda que se refuta a sí misma

perdurando

inútil y maravillosa
como la poesía,
como la Loren
como La Pietá

 triste, solitaria
y final.

Gabriel Chávez Casazola



De su estancia

De su estancia en vaya a saberse cuáles ciudades de la confusión
conservaba,
apenas a salvo de la humedad y el calor propio a esa hacienda
estacada en el centro del verano,
unas cuantas revistas que en el cuarto de baño daban cuenta
de un pasado mejor, de unos años
de bullente actividad intelectual,
de grupos activistas, de talleres de cuento, de seminarios
  lacanianos,
de círculos de discusión de la Escuela de Frankfurt
y otros misterios reservados para los iniciados en
el buen sexo y los porros de aquella época y de aquellas ciudades de la
  confusión
en las que esa mujer altiva y lúcida aprendió a preparar un par
  de buenos platos
-por ejemplo, pollo al mole-
que hoy junto a las revistas son todo el patrimonio que perdura
de aquellos años dorados, esplendentes,
en que todos querían cambiar el mundo a fuerza
de bullente actividad intelectual y porros y Gramsci y hasta Louis Althusser.
hasta que Louis Althusser estranguló a su mujer e ingresó al manicomio
y murió babeando su impotencia y su ira en un camino
lodoso, del color del mole del pollo al mole,
botando sangre como rojos un cuadro de Frida Kahlo,
esa lugar común ahora, por entonces un descubrimiento
en una de las tapas de aquellas revistas estacadas
en medio del baño de aquella hacienda,
estacada a su vez
en el centro de esa mujer altiva y lúcida, tan digna
en su derrota
como la golondrina de Wilde cuando decía
despreciar el verano.

Gabriel Chávez Casazola


Declaración 

No creo en el hombre.  Apenas
en la chispa de luz adentro suyo,
que un soplido de codicia extingue
como apaga un pequeño pabilo la tormenta. 

He visto demasiado y no creo en el hombre. 

Amo los árboles.  Los animales. 

He viajado y vivido demasiado y el
único deporte de riesgo que todavía me interesa

es caminar por el campo sintiendo el vértigo del tiempo
en las hojas que caen 

o la feliz adrenalina de las hojas nuevas.

Gabriel Chávez Casazola



"Hace algún tiempo se dijo que la poesía y los libros morirían. Sin embargo, las letras se han montado a la tecnología.  Internet  y las redes sociales le han dado un gran impulso a la producción. Mucha gente puede acceder fácilmente a buenos materiales. Esto también genera un reto para el lector: saber escoger bien lo que va a leer."

Gabriel Chávez Casazola



La Odisea, libro XVII

Ese mendigo que, estopa en crisma ves llegar,
ese despojo
que Atenea ha vestido
y a quien nadie conoce, ya cerca de casa,
al final del camino iniciado
veinte años ha,
es, sin embargo,
(lo has descubierto con un temblor de tus orejas)
el mismo apuesto doncel que te enseñara
a cazar ciervos y liebres por el monte
en aquellas tardes de libertad
cuando eras raudo y tu cuerpo elástico
y no esta
cosa
que yace hoy sobre el estiércol
(estopa en pelo, despojo también tú).
Mas, sin embargo,
-con la certeza instintiva que da la amistad
que profesan los de tu especie, no los de la nuestra-
en este alto mediodía eres el solo capaz de reconocer
(ni Eumeo ni Filetio ni tan siquiera Telémaco)
al astroso que llega y menearle el rabo
en penúltima señal de alegría
(veinte años ha el camino)
justo antes de ser a tu vez reconocido,
esbelto galgo de ayer,
por Ulises que retorna a habitar lo que es suyo
y atravesar de parte a parte a los traidores
pretendientes
que te dejaban morir en el estiércol
porque les recordabas
al amigo incómodo que se llevaron (pero no para siempre, lo intuías)
los mares,
y al que creían ya morador definitivo
de esotra orilla
donde seguramente nos reencontraremos contigo,
Argos,
en alguna de tus formas y tus nombres
de invariable aunque múltiple
complicidad
con nosotros, pobres hombres,
que no te merecemos.

Gabriel Chávez Casazola



Memento mori 

Ni el arco que contempló las pomposas victorias de César Marco Aurelio Antonino Augusto
ni aquél que casi fue rozado por la tiara del Papa Rey erguido en una cabalgadura
preciosamente enjaezada
ni ese otro que vio al Gran Corso desfilar con sus tropas en el cénit
de su tardío imperio decimonónico
y ni siquiera el pequeño seto de pino bajo el cual paseaba el Libertador,
hombre más bien menudo,
en la quinta de San Pedro Alejandrino,
cobijaron el mismo poder
que el arco que forma tu cintura
ni celebraron mejor
la frágil duración
de los reinos y el reino de este mundo
que la curvatura de tu espalda
cuando mi mano, en el alba, la atraviesa.

Gabriel Chávez Casazola


Para desconcertar (Benedettiana) 

Tu corazón está lleno de sorpresas
es como una feria para niños
y como un cementerio. 

Tu corazón tiene bosques con árboles prohibidos en su centro
mares de playas solitarias y volcanes dormidos
tiene murallas chinas monumentos favelas
sus catedrales góticas y pequeñas ermitas. 

Tu corazón está lleno de vacíos, preguntas,
de miradas de noche a los cielos ajenos. 

Tu corazón está lleno de rutinas
es como un taller mecánico
o como una cita a ciegas. 

Tu corazón tiene zonas baldías y habitaciones clausuradas
avenidas con anuncios fluorescentes y ruletas
barrios peligrosos donde no es posible aventurarse sin coraza
glorietas floridas como en domingo de ciudad pequeña. 

Tu corazón está lleno de certezas, de credos,
mediodías alegres con los pies en la tierra. 

Tu corazón es un aeropuerto
una nota a pie de página
una estación de paso
la casa donde vivo.

Solo tu corazón entiende a tu corazón,
solo tu corazón se desentiende.

Gabriel Chávez Casazola


"Para mí la poesía es más que un género literario, es otra de las formas de ver el mundo, de habitar el mundo. Enseñar la totalidad de este concepto es complicado, pero sí se puede contagiar el amor y la pasión por la poesía. También rompemos ese concepto inequívoco que se ha ido formando del romántico, maldito, etc. Proponemos nuevas lecturas. Hay gente que descubre que tiene talento y se dedica a escribir, pero también hay otros que sólo se vuelven buenos lectores."




Gabriel Chávez Casazola



Ya nada queda por descubrir a lo largo y ancho de esta tierra, todos
los cabos, las bahías, las penínsulas, los istmos,
los volcanes encendidos y los volcanes apagados,
los mares, los océanos,
incluso las corrientes submarinas y
hasta la última isla otrora ignota
todos
los puntos de la geografía y todas las geografías
han
perdido
su misterio.

Tienen
nombre
–es el problema–
y ahora que nada queda por nombrar, tampoco
quedan héroes, pioneros, descubridores, adelantados,
y ni siquiera
viajeros de aventuras.

Sólo
restan
los libros
y la
remota y siempre tentadora
posibilidad de un asalto a los transbordadores.

Gabriel Chávez Casazola










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