A veces mientras camino solo al sol...

A veces mientras camino solo al sol
y miro con mis ojos claros el mundo
donde todo me parece fraterno,
el aire la luz el hilo de hierba el insecto,
un imprevisto hielo el corazón me aprieta.
Un ciego creo ser, sentado
sobre el parapeto de un inmenso río.

Corren debajo las aguas abismales.
Pero él no las ve: el poco sol
se bebe, beatífico. Y si le llega
a veces el murmullo del agua, cree
que es un zumbido ilusorio en el oído.

Y a mí me parece, viviendo esta pobre
vida mía, que hay otra que la roza
como en el sueño, y que ese sueño es
mi vida presente.

Me agarra entonces como un extravío,
un espanto pueril.
Me siento
completamente solo en el borde de la calle,
miro mi mísero, estrecho mundo
y acaricio con mano trémula la hierba.

Camillo Sbarbaro


Calla, alma mía. Son los tristes...

Calla, alma mía. Son los tristes
días en los que sin voluntad se vive,
los días de espera desesperada.
Como el árbol desnudo en el invierno
que se entristece en el desierto patio,
yo no creo que pueda dar más hojas
y dudo de haberlas dado nunca.
Caminando tan solo por la calle
entre la gente que me empuja y no me ve
me parece estar de mí mismo ausente.
Y me sumo a la gente amontonada,
frente a las vitrinas deslumbrado,
y me vuelvo al susurrar de cada falda.
Por la voz de un juglar ciego,
por el imprevisto rayo de una nuca,
me gotean de los ojos tontas lágrimas,
se me enciende en los ojos la avidez.
Porque mi vida entera está en mis ojos:
cada cosa que pasa la conmueve,
como un débil viento al agua muerta.

Soy como un espejo resignado
que refleja cada cosa por la calle.
En mí mismo no miro, porque nada
encontraré...

Y, llegada la noche, en mi cama
me tiendo entero como en una tumba.

Camillo Sbarbaro


“El herbario es un muestrario del mundo. Recurso de las horas del tedio, abro un envoltorio al azar. En cada envoltorio está el mundo. Cuando un lugar me gusta demasiado para que acariciarlo me satisfaga, a engañar al imposible deseo de una mayor comunión con él me ayuda una fantasía casi científica: un aerostato en lugar de alas, que compense el peso del cuerpo, hacerme leve gracias a él, como se dice que estaremos en la atmósfera de la luna. Tras el deseo y el capricho sobrevolar aquel lugar; rozar con la mano el olivar (…) zambullirme en una fronda (…) desgranar aquel lugar como un racimo de uva (…) Con el herbario el sueño se realiza; y no por un lugar, ¡por el mundo!”

Camillo Sbarbaro



Esa niña...

Esa niña que va bajo los árboles
no tiene más que el peso de su trenza,
un hilito de canto en la garganta.
Canta sola
y salta por la calle; aún no sabe
que nunca un bien más grande tendrá que ese
manojo de oro vivo por los hombros,
que esa alegría en la garganta.

A nosotros que no tenemos otra
felicidad fuera de las palabras,
y no el moño encendido
ni la inmensa esperanza
que a ella le ensancha el corazón,
si no es mucho pedir, antes la vida
nos sea quitada que ese solo bien.

Camillo Sbarbaro



"Has venido y con paso de danza has entrado en mi vida."

Camillo Sbarbaro


“La vida necesita una coartada: la de la vida después de la muerte, la del arte ... Si nada más, la coartada de la descendencia. La vida no es suficiente por sí misma."

Camillo Sbarbaro



Mi corazón se ensancha por ti, Tierra,
como el terruño en primavera.
Regreso.
Mis ojos son nuevos. Todo lo que
veo es como si lo viera por primera vez;
y hasta las cosas más bajas y ordinarias,
todo, me enternece y da alegría.
En ti me lavo como dentro de un agua
donde todo se olvida de sí mismo.
Atrás dejo a mi miseria,
cual culebra que se desprende de su piel.
Ya no soy yo, soy otro.
Me he librado de mí mismo.
Tierra llena eres de gracia.
Mientras junto a ti me sienta
tan niño, mientras mi pena
en ti se funda como nube
al sol,
no maldeciré haber nacido.
Me siento en el suelo,
con las palmas extendidas sobre la hierba,
y contemplo a mi alrededor.
Y mientras así miro, mi rostro se humedece
de cálidas y dulces lágrimas.

Camillo Sbarbaro



Padre, aunque no fueses...

Padre, aunque no fueses mi padre,
y fueras para mí un extraño,
por ti mismo igualmente te querría.
Me acuerdo de una mañana de invierno
que la primera violeta sobre la pared
de enfrente descubriste desde tu ventana
y nos anunciaste la novedad, alegre.
Y enseguida, la escalera al hombro,
de casa saliste y la apoyaste en la pared.
Pequeños, desde la ventana te miramos.

Y de aquella otra vez me acuerdo
que a la hermana, chiquita todavía,
por la casa seguías amenazándola
(la caprichosa no sé qué había hecho).
Pero al alcanzarla, como gritaba fuerte
de miedo, te partió el alma:
te viste perseguir a tu
pequeña hija, y toda aterrada,
vacilando, la apretaste contra el pecho
y con caricias la cubrías
entre los brazos, como para defenderla
de aquel malo que eras tú un segundo antes.

Padre, aunque no fueses mi
padre, aunque fueses un extraño,
entre todos los hombres de la tierra
por tu alma de muchacho te amaría.

Camillo Sbarbaro


Siempre absorto...

Siempre absorto en mí mismo y en mi mundo,
como en sueño me muevo entre los hombres.
En quien me choca con el brazo no me fijo,
y si alguna cosa miro agudamente
casi nunca veo lo que miro.
Cólera me toma contra quien me saca
de mí mismo. Toda voz me importuna.
Amo sólo las voces de las cosas.
Me irrita todo lo que es necesario
y habitual, todo lo que es vida,
como irrita la brizna al caracol
y como él, en mí mismo me repliego.

Porque la vida que basta a los otros hombres
no me bastaría a mí.
Y realmente
si otro mundo no tuviese, mío,
en el cual refugiarme de la vida,
si más allá de mis miserias y las tristezas
y las necesidades y las costumbres
a mí mismo no quedara yo mismo,
¡oh como querría no existir!
Pero una impresión extraña me acompaña
siempre en cada paso y me consuela:
me parece pasar como al acaso
por este mundo...

Camillo Sbarbaro


"Un amigo es alguien con quien podemos guardar silencio."

Camillo Sbarbaro











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