Aceptar la medida del tiempo
 resignarme sin prisas sin estridencias,
 a los días que me restan
Y saber que ya nada será igual
Ni el verso que repito inútilmente
 Ni las muchachas que en tierna ceguera
 Me abrieron sus muslos
Y que al final –porque siempre hay un final
 está la muerte o la muerte.

Gonzalo Santelices



Después de todos estos años en la vida,
poco que salvar:
tu clara y decidida presencia amor mío,
 los días pasados junto al mar
 -la luz doblando encima de los barcos-
el verano anterior,
las ciudades que me revelo el viajero
y que he olvidado,
el invierno puntual y triste…
poco mas.

Gonzalo Santelices



El día es apariencia,
vano esfuerzo de mi sombra
 por apearse de mi cuerpo…

Gonzalo Santelices



En el exterior la vida,
los buenos días perdidos,
los lestrigones que no cejan
de llamarnos,
el verano y sus moscas
que se dan tormento
contra las ventanas.

Gonzalo Santelices
Vida de un vendedor de fotocopiadoras 



En un perpetuo fluir hacia atrás,
 hacia la memoria,
 huyendo de lo que soy –¿he sido alguna vez?
Regreso a los espacios que el tiempo
Ha tratado con bondad
A los gestos y a sus causas,
Pero compruebo que el que regresa
Es otro, no el mismo, otro.

Gonzalo Santelices



ESTOS GOLPES DE SOL
en la chaqueta
y esta soledad tan espantosa.
La corbata aprieta
como una deuda.
El maletín tenía manchas
de cuando el mar...

Gonzalo Santelices


Mi vida viene a veces de visita,
pasa sin presentarse,
se instala frente a mí,
habla,
se levanta, va a ver a mi hijo.

Gonzalo Santelices
Vida de un vendedor de fotocopiadoras 



Puedes empujar la frontera

Puedes empujar la frontera.
Tumefacto y desasistido
recostarte como un púgil
un momento contra la mañana
y articular con decoro la palabra
toalla.

Gonzalo Santelices
Vida de un vendedor de fotocopiadoras 


Y así me habló la muerte:
Como Lanzarote tu caballería te conducirá
Al borde del acantilado
Allí sustraerás tu cabeza al peso del bacilete
Entregarás al abismo
Grebas, gola y faldón…
Y finalmente tu espada que a tantas causas sirvió
Libre de toda esta andromina
Despojarás a tu montura de su gualdrapa
Y le prodigarás –el animal lo agradecerá-
Una caricia, la última.
Volverás a casa, abrazarás a tus padres
Y serás –obligada condición- indulgente con el
Ultraje de los años.

Gonzalo Santelices










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