Áspera montaña

Tuvo a casi todas las mujeres y a todos los hombres; ministros, genuflexos, temerosos, traidores, inventores, delatores, leales, sacerdotes, críticos y consejeros; tuvo a los soldados y las leyes, el servicio y la servidumbre, los navíos y las armas, el sextante y los sabios, los honores y la gloria.
Tuvo un imperio donde nunca se puso el sol.
Un día un rayo o un ángel o la vergüenza lo alcanzó. Tomó el camino de la montaña y se encerró en el helado monasterio.
Allí vistió su cuarto de terciopelo negro, imponente como el dolor por su madre.
Y en Yuste, Carlos V se dedicó a orar para siempre.

Carmen Verlichak

No hay comentarios: