Baudilio el cabrero

Nadie sabe el color
Que diluye sus ojos
Ni por qué
No hacen ruido sus manos
Cuando bate las palmas
Pero se desconfía
Del espacio que toca
Y del signo
De su paso incierto
Sobre la ancha sombra.
Sin embargo
Nunca lleva Baudilio
Cuchillo ni
Pedruzco afilado
Ni conoce otro tacto
Que el de cosas redondas
Como cerros o uvas
Corazón de avestruces
O de cabras.

Federica Rosenfeld


Constantes de comunicación

El mismo paso sordo que pauta la mañana,
la piel que el dedo hunde obrando como una aspirina,
eso que trae el aire de sólido e hiriente,
servir de poco la mayor parte del tiempo.
¡El regusto de los bellos fragmentos
y de los fragmentos de lo bello!
No compartir el palio de la tienda translúcida
(la que separaría de los aerolitos inminentes)
gozarlo sólo a solas con las películas japonesas,
y, solapadamente, ser gastados
hasta aparecer todos con la misma tara de peso.

Federica Rosenfeld



El loco crisantemo

El dolor de los pobres peina mi pelo de aluminio.
La perfecta luz encendió al enemigo.
Así se ve mejor el loco crisantemo.

Federica Rosenfeld



El pino

El de la silla plegadiza
y el reloj al cuello,
apuntando con el brazo
me dijo:
lo de su casa está hecho
el pino
resistió un minuto.

Federica Rosenfeld


El vendedor de Florencia

Bajó la cabeza,
movió los dedos,
y halló en la caoba la voz
para responder
al que podría ser el rostro,
la encarnación rosada
de la verdad.
Y halló una boquilla,
raíz de ámbar,
oscura la veta de enebro
y la noche muda.

Federica Rosenfeld



La mariposa

La mariposa es
separar el silencio
del movimiento.

Federica Rosenfeld


La matinée danzante

Cuando los pies y los vestidos bailan
En la matinée temprana
Los corazones juntos
Enterrados bajo el musgo.
Las sesiones fragmentan manos
Carnes, pelo, vidrio, labios
Pudiera el alma asir un trompo
En su movimiento solo
Pero en la sesión no hay juego.
Las parejas se mueren a la vera
Los niños no quieren tiempo.

Federica Rosenfeld


La telaraña

La última telaraña es retirada con cuidado
a la hora ocho puntualísima de los criados.
La última telaraña del cuadro
obra maestra recién terminada.
A la hora ocho de los carniceros
y de los vitalísimos comienzos.

Federica Rosenfeld



Locomotoras que pinta Lozano

Los hermosos jirones de variados colores
que tu mejor sociabilidad
arranca de sí
dan la aceleración del tiempo.

Tu astucia agrega ruedas cada vez más pequeñas.
Todas las risas buenas viajan.
Los llorones quedamos despidiendo amores,
muchos amores que concibes.

Carboneros ocultos en su profundo sueño
van diciendo el ritmo:
ignoramos sabemos, ignoramos sabemos.

Federica Rosenfeld



Pueblo

El frío toca la cabeza de la vieja.
El motor relumbra en el vidrio.
La gallina mira como un pez el cielo sin tapa.

Federica Rosenfeld












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