Décima vértebra / el arca, la preocupación

del detector de humo cubrió dos tercios de la cocina
la relación de la rueda con el pavo real, del brillo con el miedo

el incendio aquí no tendría ningún lugar, así que cuidado; si
yo, y esto no te concierne, en cualquier momento fallara
o una luciérnaga sin fuerza en la noche
se posara sombría sobre un interruptor
y esperara el dedo, la luz

en el guante de cuero están metidos cinco camarones
el más gordo pregunta: dónde están los delgados,

     escucho sus voces delgadas:
     te necesitamos

Georg Leß 


Quinta vértebra / asediábamos

íbamos a mil, armábamos carpas sobre ciudades, con miles
de estacas endurecíamos el suelo, el descanso nocturno se desvanecía
bajo la embestida de los días hábiles, cuando desde el borde recogíamos coronas

resonancia de nuevas aleaciones, a alguien le molestaba eso, que una noche
estuviera de pie la tribu entera de enemigos, bosquecito
resonante, de caras gastadas entre miles
de nosotros, así registramos nuestro aislamiento
multitud en rabia

como quinto caballo, sin jinete, siguió el hábito, íbamos a mil
alrededor de lo convenido, sobre órbitas
de inquilinos nómadas y tomábamos las curvas suavemente a la búsqueda del

sueño en planetas cercanos, estiramientos rectos no se nos han dado

Georg Leß 









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