Caballeros que a verme veníais 
portadores de amables noticias 
yo os denuncio a las aves del páramo, 
a la encina, al sendero, a la charca, 
al portero que guarda la puerta 
y al mantel que os he puesto en la mesa. 
Cuatro sois, os conozco de sobra, 
la lisonja, el abismo, mis ojos 
y Tinieblas, el perro del sexo. 
¿Y aun me habláis? 
Recuerdo el abuso 
cometido. ¿Sabéis? Yo no entraba 
en la alcoba... ¿Por dónde y cuál lado? 
En la mano una flor me traíais... 
¿Y en la boca? ¡Cuán vaga pregunta! 
Una frase... 
Algún dicho... 
No, nada, un embuste, un embudo. 
No, nada, ¿un espectro si flores rezuma su boca? 
Mas me amparo en el sueño, en el bosque, en el nido... 
Y al abrigo del cierzo mantengo 
mis esencias en frascos que guardo. 
Os escupo a la cara, caballeros mendaces. 
Aunque es claro que lo hago hipotéticamente 
pues comprendo que habláis por hablar. 
Ya no escucho mis huesos que crujen. 
Ya no vago de noche por calles. 
Ya mi fiebre la amanso con risas de pájaro. 
Ya no pienso si no es en auroras
                 y mis sueños ya nadie me birla. 
¿No nada un espectro si flores rezuma su boca? 
Yo sueño con verle la cara 
mirarle a la boca de cerca 
sacarle el cordel del bolsillo. 
Yo sueño con mares de chismes... 
Yo sueño con poco... 
                 yo sueño con Paca 
                 yo sueño con Petra 
                 yo sueño con Rita 
                 yo sueño con Rosa 
yo sueño que amaso mi pan 
que guiso mis viandas en ollas de plata 
y de lo lindo la gozo 
si con un burrito sueño 
que va en un juez a caballo. 
Por eso cásome en sueños 
con mujeres sin remilgos 
bondadosas lisas llanas pequeñitas 
y en extremo pegajosas. 
Se me cuelgan de los brazos 
se derriten en mis ojos 
dan traspiés por verme bizco 
y se me untan en los dedos. 
Es el sueño ¡quién lo duda! 
Bajan suben trepan lamen 
como cándidas palomas 
o maternales tigresas. 
y yo en fin, ¿ quién no lo haría?, 
me estoy quieto y nada más. 
¿Y después? 
Y después sólo una esposa veo a mi lado. 
Tiene alas va desnuda 
con en el pelo enredada 
una dulce flauta ungida 
                 de su usual carioquinesis. 
Mientras ágil me despierto 
pido huevos con tomate 
balaustradas y tendones 
de primera calidad. 
¿Quién lo duda? Ni Pascal 
con sus frascos de diablejos 
ni el mismísimo Cartesius 
con su charla del revés. 
¿Lo veis, caballeros tontos 
que a venirme visitáis? 
Caballeros que a verme veníais 
como en sendos asientos de dulce guirlache 
con trompetas y tiaras de plata 
y en la boca una amable sonrisa, 
yo vos puedo pisar el intento 
de robarme mis sueños 
y vos me dejáis que vos robe 
a la esposa vestida de blanco. 
Ya no soy quien vosotros sabíais 
como en conchas un mirlo una pera 
como en brazos dormida la novia 
como un duende que aguarda la noche 
                para ver si se bebe la leche. 

He salido de casa 
me he vuelto sendero 
me he vuelto pachá de mi reino oloroso 
y en un campo de verdes lentejas 
he plantado un pelele. 
Ya no soy quien se rasga la ropa 
y se mesa el cabello 
y escupe a la luna. 
Ya no soy de los que andan brincando 
entre huesos de mono, 
de los que arden buscando 
entre manos de hueso. 
Yo me entrego a más serios quehaceres, 
ya no sufro no lloro no toso 
no escarbo no huyo no tengo no pido. 
Pero tengo tres teteras 
y tres peceras o tiestos 
y tres tubos de la risa 
y me visto de estameña sin estrellas ni cordones 
                   y si quiero soy tendero, monja, planta o general. 
Caballeros con ínclito acento 
que en gallego me habláis portugueses 
vos perdéis el vos tiempo precioso 
si a burlaros veníais de este amigo patán. 
Os llevasteis gran chasco 
los estribos tomad y el portante 
yo al instante os despido con gran reverencia 
mas si hacerlo gustáis 
si gustar preferís 
aquí en medio mi mesa os he puesto 
de manteles cubierta y con flores y plata 
y papeles amores y nata 
y la rica patata y hervores y mieles y asado. 
No menos os tengo butacas 
con puros y piras y puras mentiras 
y un jardín allí fuera 
a mi vera un jardín florecido. 

¿Lo sabéis por ventura?..



 Eduardo Chicharro Briones



Carta de noche a Carlos 

Carlos yo te escribo trece trenes
trinos trece te estremece
y te envío mecedoras
a tu casa.

Que tu casa es una cosa
que no pasa.
En el filo sutilísimo te escribo
del estribo.

Puesto el pie en el mismo digo
como sigo por el hilo de tu higo
en el higo sutilísimo que sigo.

De mi casa a la tu casa sigo sigo
enviando mecedoras rutilantes.

Por la noche duermo, sueño, como, orino,
sueño papa manos pone tuyos hombros
cara tiene nívea cera transparente
gesto ambiguo de sus labios mucho temo
pasan cabras por sus ojos, dame leche
y en un coche pon la estrecha remolacha
por los siglos de los siglos que me orino.

Pasan ciervos por mis ojos
luchan truchas en mi lecho
por debajo pasa el grajo, por la orilla la abubilla.

Que mis huesos son de corcho sueño a veces
y las heces que vomito son como oro.

Un gigante se aparece cada noche
y me dice cada cosa cada cosa,
cada cosa que no entiendo va y me dice.

No me llama por mi nombre el gigante ese
ni me tira de la oreja.

Te pregunto Carlos ahora por qué escribo
y te envío mecedoras.

Si te cuento lo que sueño no entristezco
a ningún amigo bueno que me escucha
por lo menos así pienso entumecido
ya a las puertas de esta noche.

¿Qué me espera? ¿Quién se agita en la penumbra
que los párpados me cierra suavemente?

He aquí pues que vuelvo al sueño como un guante
del conejo que hay delante de mi fuente.

Guardo un trozo de casulla del gigante
pongo botas quito mantas cuelgo abrigos
traigo trapos y amontono las almohadas.

En un hoyo me cobijo, me hago el muerto
y en espera de que el sueño llegue aúllo.

Vuelve el viento, la casulla, la osamenta,
el gigante, el calcetín y la abubilla.

Mientras tanto, Carlos, rápido te envío mecedoras.

¿Las entiendes? ¿Tú las ves que te las mando?

Si entre tanto te lo cuento estáte atento
al bicho ese que se sube por las barbas
es un tanto alocadillo y come mucho.

Al abrigo de la noria está la liebre
el molino escupe hileras de cipreses
el anciano da patadas al pesebre
el obispo zurce el culo de la avispa
y en el mango de la escoba vive el piojo.

¿No ves Carlos por la noche tú también,
un portero con al hombro una escopeta?

¿Tiene una hija ese portero tú también?,
con la mano me hace señas y me enseña
una cosa mucilaginosa. ¿A ti no?

¿He de decir que me canso, que de cansar estoy vivo?

¿O he de decir que me vivo, que de vivir estoy canso?

Let me I write you, my dear.

Digo que me digas que digo
a estas cuatro paredes mi pena
mi congoja de hombre destartalado.

¿Soy yo cura, ámbito habito
o es el hábito del obispo
que hace al monje o no lo hace?

Sigo enviándote mecedoras,
cuídalas, límpialas, pómpalas,
góndolas, lámparas, ordéñalas,
albérgalas en tu pecho
que el sultán viejo lo dice:
si el refrán mata a la rata
pon tu casa enjalbegada
que a decir viene lo mismo.

 Eduardo Chicharro Briones



Cuando aún el sueño en el talón nos pisa,
salidos de la noche a la extrañada
claridad matinal, no somos nada,
sino vagas fantásimas sin prisa.

Y a tenerla nos llama y nos avisa
el salto de la noche entrecortada,
el amor y el temblor, y la mirada
que sale de nosotros circuncisa.

Nada nos brinda a la inigual contienda
diuturna del trabajo y del acoso
más cerca del morir que del querer.

Allá vamos, deshechos, por la senda
del día, y ay, tan faltos de reposo
que éste de hoy parécenos de ayer.

Eduardo Chicharro Briones



Elementos fantasmagóricos del paisaje

Mira el buey redondo y alto
lo más romo de la encina
y el labriego sentencioso
corta el pan con sus dos manos. 

Cosas vagan necesario
vive el astro en la campiña
sobre el suelo y el escombro
y el tritón invertebrado. 

En el aire está exhalando
muerta serpiente de espina
aire muerto. Rinde el lobo
doble culto al fiel rebaño. 

Ve el pastor quieto a su lado
un gran ángel de rodillas,
con el brazo forma un codo
al enseñarle los prados. 

Pisa el buey con su pie plano
la seriedad de ceniza
del ángel, mientras el lobo
se ha convertido en milano.

Eduardo Chicharro Briones


Estarme quieto, recoger el loto
de mi lengua sencilla y que es pareja
a casa sin cimientos y sin teja
por lo que en sí de viuda ya le noto;

estarme quieto, sosegarme inmoto,
desaparejar lo antiguo que apareja
mi pensamiento aquí entre ceja y ceja
hasta alcanzar la fuerza del gimnoto;

llegarme al fondo junto a la murena
entre madréporas, tubíporas y actinias;
subirme luego donde el argonauta

con las algas se cruza y la sirena,
y al fin volver del mar a las insinias
de noctilucas y el nautilo pauta.

Eduardo Chicharro Briones


Resurección

Ya surge el alba intacta
de sus pupilas muertas
incierta temblorosa
en el aire de espera.
Ved sus crines que alarga
el dedo del destino,
guedejas descompuestas
que su descanso ensancha.

Eduardo Chicharro Briones




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