Cuando el cielo se tiñe de negro
en la oscuridad,
los fatigados que obtienen
un justo reposo en casa
no somos nosotros,
empeñados en desmontar
y volver a montar la verdad.

*

Crecía el no ser.
¿Quién habría detenido la onda celeste
que descendía del cielo a traer el vacío
y lo difundía en el aire?
Hubo entonces quienes reaccionaban
con levantamiento de pesas y abdominales,
quienes se arrojaban sobre el primer cliente
insistentes
para cerrar un contrato,
quienes se endeudaban para comprarse un auto
quienes corrían a la iglesia para suplicar a Dios
que remediara todo.

*

Quien no se empeña
se queda en la fosa tal como
lo han bajado.
Quien en cambio quiere adquirir
un mejor status, trabaja,
busca el agujero para llegar
a la oscuridad más profunda,
la absoluta calma,
la eternidad inmutable.

*

Imagen, resiste, resiste,
no me prives de la esperanza
de que un día puedas ser verdadera,
descubierta por puro sentir.
Un peso secular gravita
sobre el órgano del corazón.
Y ya no hay más presencia,
sino muchas ausencias
que nos demandan
ignoradas por todos.

*

¿Y si fuésemos nosotros la luz de día,
y no el sol?
Calmos en nuestro ser verdadero,
finalmente encontrado, ser nosotros
portadores de tiniebla también,
con el temblor del reposo y del sueño.
¿Y si el tiempo fuese solo pensamiento?
Pero del universo provienen
las alteraciones del cuerpo
y la fiebre.

*

Ha pasado la vida,
y no nos dimos cuenta.

Cesare Viviani




El que cree que tiene...

El que cree que tiene una habitación,
un hogar seguro, una residencia permanente,
no ve en qué carro de nómadas y caravana,
en qué estela de presencias, en qué flujo,
en qué ligero y rápido tránsito
corre.

Cesare Viviani


Liliana di Corbetta fue mi
primera novia verdadera, desmañada, recuerdo una vez
que para besarme se deslizó y golpeó
la cabeza contra la mesa -
crees que mejor que yo lo dice
el narrador lombardo el último gran
escritor del Novecento, creo
que estás cerca pero que te falta
la decisión -
si esto es todo yo querría
llevarla a la India a Liliana
a los monasterios tibetanos, recuerdo una película
que hablaba de un valle donde se vive el doble,
y decirle: "Mirá, Liliana, estaremos aquí
por el resto de nuestros días".

*

Será Biolcati mi amor, de un pueblito
del Varesotto, ningún otro ha sido,
ninguno, y serán el sueño de juventud las rimas
recuperadas. Dice: "Baja y consigue
algo para mi estómago ", y voy y me encuentro
en la estación de Varese, nunca antes estuve, ahora
viejo espero
que sea capaz de elegir la cosa pronto
buena, sabrosa. Piensen,
nadie que me conozca. Padres
amigos y todos esos beneficios
me dejaron. Muertos.
Los amores tan perseguidos fueron nada.
¡Oh palabras, oh prole! Ahora nadie
a quien hablarle de mí.

Estoy solo con Biolcati, mi seco amor,
el hábito no es el fin, ciertamente no
se puede pretender nada más que este gran amor,
alma silenciosa, seca, la suya, ahora
que vuelve a correr el tren,
esas montañas de cristal, atractivas, fantásticas,
una vez más las veo
hacia la frontera.

Cesare Viviani



Tenían razón en decirnos: no vayan más allá,
lleguen hasta la viña grande y regresen.
Miren las cosas que ya conocen,
los tilos de la avenida,
la fila de sauces a lo largo de la acequia,
el huerto de la fuente vieja, el bosquecito,
detrás aparecen las casas de San Rómulo, y prosigan
hasta la capilla y los viñedos.
Hagan el camino de siempre, hagan
un paseo.

*

Dime María, tú que sabes por mediación,
¿por qué temo tanto que este jarrón se rompa?
"Él embellece", respondías.
¿Y por qué temo tanto
que un chico pueda dañar, destruir?
"¡Sabes cuánto mal hacemos! Ruinas, desastres,
las peores acciones. Mientras estás en casa tranquilo
y descansas o trabajas, tu verdadera naturaleza está en otra parte.
Así, no es él, a quien pescaron infragante, el asesino.
Y aquella otra muerte, inexplicable, no fue una desgracia".

Cesare Viviani





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