Domestos

Fue el rector del Real
Colegio de Ingeniería Sanitaria

el que dictó ese año la conferencia.
Dibujó sus desagües. Habló

por un rato de cómo
las coladeras del West End

se estaban tapando con
la grasa de los restaurantes, en donde

él vio una bonita analogía
de las enfermedades coronarias en los hombres

de edad madura, lo que le hizo pensar
en el escultor alemán

que había hecho una estatua
de grasa humana llamada "La libertad

derrama su luz sobre algunos
dilemas políticos", cosa que a su vez

lo llevó a discutir
la moralidad de la lejía

que, nos dijo, como las lágrimas
de Rapunzel, tiene un efecto purificador

pero no devuelve la vista. De hecho
si los líquidos tuvieran tendencia

política, entonces la lejía
sería fascista de cabo a rabo,

y quienes la usan serían discriminadores
por naturaleza, que piensan que el mundo

natural es meramente una idea
que se repite ad nauseam,

y que desprecian la idea misma
de eso que él llamó Gesellschaft

de la mugre, la asociación
de gérmenes que en esta comunidad

se encontrarían
como en la Edad de Oro

en la que todos eran
banquete de todos. La lejía, dijo,

es de la cepa del Diablo mismo
y finalizó con la triste historia

de una recepcionista que había bebido un poco.
Se hicieron votos de reconocimiento

y el rector agradeció nuestro aplauso
levantando una copa de Château Latour.

Gerard Woodward










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