El caracol

El caracol se detuvo en la palma de la mano del ciego.
El hombre recordó el sueño de Helen Keller:
que sostuvo una perla en su mano,
y la “vio”,
la cosa más bella de su vida.
“¿Qué es un caracol?”, preguntó el ciego.
Es una perla que muere.
Puedes encontrar su caparazón vacío
al pie de un árbol en el bosque
como una oreja blanca que escucha.

Gregory Orr


El río dentro del río
(fragmentos)

*
Nota para mí mismo: recuerda
lo que Emerson dijo
de Thoreau—
que amaba todo lo bajo
de la naturaleza:
musarañas
y grillos, chupones
y ranas.
No las estrellas.

Canciones de lo carnal,
canciones de lo que somos.

*
Cuando el ataúd fue cerrado por fin
cuando las llamas lo consumieron
tus ojos fueron inútiles—

¿Qué lágrimas podrían apagar
ese fuego?
                 Así que los cerraste.

Así, dejaste que los párpados de tus ojos
se cerraran sobre el cuerpo de tu amada.

Por un momento ahora— la oscuridad.

Y todo lo que veas estará en tu interior.

*
Primero, estuvo el destrozo.
Luego, las repercusiones.

Sólo después y sólo despacio
recolectamos las palabras
en contra de nuestra pérdida.

Pero el final no fue lo menos importante,
el final no fue lo menor de esto.

*
Plomo del corazón;
oro de la canción.

La alquimia del duelo
El poema se recrea.

*
Calvo, de domo alzado, el sabio taoísta
está sosteniendo el Durazno de la Inmortalidad
en una mano, un cayado en la otra.

Me gusta pensar que está recitando un poema,
uno que comienza: “Comerse un durazno…”
Uno que recalca su suculencia
y cómo el pegajoso, delicioso jugo
se desliza por tu barbilla.

Se encuentra fresco de una cita
con la amada. El Durazno
y el poema— ambos son sus símbolos.

*
El río dentro del río.
El mundo dentro del mundo.

Solamente tenemos palabras

para revelar la rosa
que la rosa obscurece.

Gregory Orr



Esos poemas en los que aparece
un fantasma del amado: esos
son verdaderamente inolvidables. Un truco
de la mente para que pienses
que está perdida, que él nunca
volverá.
Despiertas
en medio de la oscuridad, sollozando. Oyes
el río al otro lado de tu ventana,
discurrir hacia el mar. Piensas:
¿Quién podría leer poemas
con esta oscuridad? Y todo el tiempo
tu pena es el poema de esperanza
y el amado está ahí, a tu lado.

Gregory Orr


La canción del mendigo

Aquí hay una semilla. Comida
para una semana. Cráneo de vaca
en el prado; habitación trasera
donde estaba el cerebro:
una choza espaciosa para mí.

Pequeña por lo tanto, y más pequeña.
Mi deseo es permanecer vivo
y no ser más grande
que una astilla
alojada en mi corazón.

Y si el corazón es una roca
lo aporrearé con esta copa
de estaño y comeré las chispas.
gritando siempre, gritando
siempre por más.

Gregory Orr



Los sombreros

Los sombreros están hambrientos.
¿Qué comerán?
El tío divertido
mete la mano en su sombrero
y saca una manga vacía.
Todos los padres ríen
pero los niños están asustados.
¿Qué comerán ahora los sombreros,
los sombreros que llevan nuestros padres?
Mirad el sombrero en el rincón.
¿Le han dado de comer?

Gregory Orr




Qué brillantes y claras
en invierno las ramas del sicomoro
de las que la corteza exterior
se ha desprendido y caído
como trapos grises.
Qué bendición
que las hojas no
oscurezcan su desnudez.
El cuerpo resucitado. El cuerpo
resucitado del amado
aún en este mundo.

Gregory Orr


Reuniendo los huesos

                                                       A Peter Orr

Cuando todas las habitaciones de la casa
se llenen de humo, no bastará
con decir que un ángel duerme en la chimenea.

1

Una noche en el establo

El cadáver del ciervo cuelga de una viga.
Envuelto en mantas, un chico vigila
desde un montón de heno. Se duerme

y sueña con una muerte que se acerca:
Dentro de él hay pequeños huesos
dispersos en un prado entre bardanas y hierbajos secos.
Se pasará la vida caminando allí,
reuniendo los huesos.

Las palomas susurran en el alero.
A sus pies, el pastor alemán
chasquea dormido las mandíbulas.

2

Un padre y sus cuatro hijos
bajan corriendo una pendiente hacia
un ciervo que acaban de matar.
El padre y dos de los hijos llevan
rifles. Ríen, se empujan
y no paran de hablar entre ellos.
Un arma se dispara
y el menor de los hermanos
cae al suelo.
Un chico con un rifle
se detiene a su lado,
gritando.

3

Me acurruco en un rincón de mi habitación,
mirando fijamente dentro del hueco de cristal
de mis manos; muy abajo
lo veo ahogarse en el aire.

Fuera, hojas semejantes a bocas
forman una charca negra
bajo un árbol. Los caracoles se deslizan
ahí, pequeños cisnes de muerte.

4

Humo

Algo ha tapado la chimenea
y la casa se llena de humo.
Salgo y miro hacia el tejado,
pero no veo nada.
Vuelvo a entrar. Todos lloran,
mientras van de habitación en habitación.
Los ojos les duelen. Este humo
convierte a la gente en sombras.
Incluso después de desaparecer,
de que hayan desaparecido las lágrimas,
lo oleremos en las almohadas
cuando nos tendamos a dormir.

5

Vive en una casa de cristal negro.
A veces lo visito, y hablamos.
Mi padre dice que está muerto,
pero ¿qué significa eso?
Anoche encontré a un chico
durmiendo en un nido de huesos.
En la mejilla tenía una cicatriz roja
en forma de hoja.
Lo alcé
y lo llevé conmigo,
a pesar de que no sabía adónde iba.

6

El viaje

Todas las noches me arrodillaba sobre una placa de mármol
y restregaba la sangre.
La restregué durante años, y seguía allí.
Pero esta noche los huesos empiezan a quemar
en mis pies. Me incorporo
y echo a andar, y la placa
aparece bajo mis pies con cada paso
un camino blanco del largo de tu cuerpo, apenas.

7

La distancia

El invierno de mis ocho años, un caballo
patinó en el hielo y se rompió una pata.
Mi padre cogió un rifle, una lata de gasolina.
Permanecí al costado del camino al anochecer y miré
el cadáver que ardía en el prado lejano.

Yo tenía doce años cuando lo maté;
sentí mis propios huesos separarse de mi cuerpo.
Ahora tengo veintisiete y camino
junto a este río, buscándolos.
Se han transformado en un puente
que forma un arco hacia la orilla opuesta.

Gregory Orr


Silencio

La manera en que la palabra se hunde en la profunda nieve la página.

El venado yace muerto en el claro,
su cabeza y sus cornamentas transparentes.
Las semillas negras de su cerebro
en caída libre hacia la tierra.

Gregory Orr






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