El cielo como variable

Cielos furiosos
violentos
truenos y relámpagos
convierten en mar el patio
cielos cóncavos
que abandonan
manzanillas pálidas de las vías

Cielos en graves playas solitarias
en paisajes lunares
en los que predomina el blanco
cielos mudos en el alba de los condenados

En jirones
los cielos del crepúsculo
que no se nombra.

Clelia Bercovich


El nombre de mi padre

Aquellos a los que un día llamé por su nombre
estarán en el buró del cielo discutiendo acaloradamente
sobre el sentido en que corre la calle Florida.
(sólo para  recordarla)
Todo era maravilloso en Buenos Aires.
Ahora hay fábricas  vacías
Las paredes desnudas hasta el ladrillo
Abandonadas al silencio
Las máquinas desaparecieron
Y ellos dónde están

Se los llevó un Tren Blanco, dicen,
Se fueron con los Carros de la Noche.
Cada día es una cucaracha súbita
Que ni sabe dónde va.
Los Iguales, ya por entonces,
Vestían de beige y celeste.
En el living tenían  fragatas, cuadros campestres
Y una mucama  de uniforme azul.
Aunque , desde las colinas vi el cielo de Roma,
La ventana desde la que miraba era siempre
La del cine.
Mi padre me llevaba a la estación.
(A mí y a mi tos)
Hundidos en las butacas, la Nave pasaba
suave y lenta.
Las  luces encendidas en la magnificencia del último minuto.
Y envueltos en el vapor de la locomotora
volvíamos  a casa  con un ramo
de manzanillas                       
pálidas.

Clelia Bercovich



Hablar poema

Qué importa la sed de las bocas 
la orgullosa arquitectura de los cuerpos 
o una invariable piel húmeda 
¿Acaso permanecen? 
Hay tanto despliegue inútil de palabras. 
Que el poema hable de lo que se pudre 
de lo que está aún sin descubrir 
Que hable de la inminencia de un desborde 
en la tranquilidad del campo 
De caminos solos desde el comienzo al fin 
Del mar que llega y retrocede 
De todo lo que se mueve en silencio 
- No quiero fuegos de artificio.

Clelia Bercovich


Poema de lluvia I

Llueve desamparo sobre la marquesina
llueve en la plaza de los Dos Congresos
en Lanús
sobre claveles

Llueve en las rotativas
y en abrigo de los diarios

Llueve

Y siempre es ausencia.

Clelia Bercovich












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