El perfecto agonoteta

Cuando la vanguardia de los corredores asomó en la distancia,
un inmenso clamor se alzó de la multitud
y creció aun más al ver cómo la Marratoncita iba alcanzando el primer lugar,
hasta cruzar, veloz pero serena,
la línea anaranjada de la meta.
Marratoncita giró 180º y anunció, sosegada —Victoria.

El viejo adivino etrusco
           se acercó a ella:
—Entre los varones que viven en el orbe,
escasamente una docena te merecemos. Por desgracia, todos
rebasamos los setenta, y hay que aguantarse.
Que te acompañe pues este agonoteta cántabro favorecido. [A éste:]
Conduce a Marratoncita al penthouse del templo, sudorosa pero sensata,
extiéndela a gusto y acéitale con la lengua todas sus divinas bisagras,
levántala entonces y sométela, horizontal, a la ducha fría;
cuando el coxis deje de saberle a sal,
hazla rodar sobre un gran secante verde, sin solución de continuidad
y échatela al plato.
    Deja a los persas alzar torres al silencio.

Gerardo Deniz, seudónimo literario de Juan Almela



"La poesía es un mercado de sustancias pegajosas."

Gerardo Deniz


Lavadero

El ruido de la espuma que se deshace,
ampliado cuatroscientasmil veces,
se parecería al de una concentración de masas que de pronto,
 descubrieran,
simultáneas,
un error garrafal en su ideario político,
y cada quien decidiese regresar a casa sin ostentación,
aunque sin abstenerse tampoco de comentar sotovoche
con los compañeros de mitín.
(El acierto de la presente comparación cala hondo:
diminutas burbujas que revientan/modestos ciudadanos
           se dispersan,
consistencia de la espuma/mortalidad entre jíbaros zurdos,
y demás).

Gerardo Deniz



"Lo de la "razón" es un problema sin esperanza, igual que todas las cuestiones así. No obstante, pueden ser instructivas algunas divagaciones. Lo que significa "razón" —en términos generales y prácticos, por supuesto— es bastante claro. Todo el mundo la ejerce, salvo los dementes, que por ello son algo espantoso e intolerable. Ahora bien, en este chistoso mundo es, por ejemplo, muy bien visto el presumir de irracionalismos y hasta de locuras. Se trata, por supuesto, de necedades pseudointelectuales. Si uno declara que dos y dos son cuatro, siempre hay un desventurado presto a denunciar semejante racionalismo. Pobres: son los ridículos frutos de filosofías turbias y literariamente soporíferas. Ocurre que el funcionar según la razón lo confunde esa gente con un absurdo modo de vivir, que en realidad sólo existe en su imaginación, en el cual todo está milimetrado y computadorizado. Se podría tomarles el pelo diciendo que cuando descubre uno de súbito el Ajusco sobre las azoteas, o cuando se escucha sin teorías la sinfonía de César Franck, la razón no interviene. Este género de afirmaciones impresiona a la turba de cursis. Ahora bien, son tonterías; hay que reconocer que, sin eso que llamamos razón, no hay Ajusco posible, y la sinfonía sólo suscitaría eructos y pasmo catatónico. En fin, que el traído y llevado irracionalismo es una alcantarilla puramente literaria, un simple pensar flojo.
     Mi poesía, como todas, es racional. Nunca por completo, claro, pues nunca podré explicar por qué escribí precisamente eso. Nunca por completo tampoco, pues nunca pretenderé que si escribo una A deba sonar una O: quienes practican tales transformaciones siempre tienen toneladas de razones teoréticas —en nombre del irracionalismo, por supuesto.
     En otro tiempo leí mucho. Es inevitable que ese hecho repercuta sobre lo que escribo. Sin embargo, lo significativo no es si leí mucho o poco, sino qué cosas leí. Esto es lo que ofende más a las amas de casa."

Gerardo Deniz



“Mi poesía es racional como, mal que bien, todas.”

Gerardo Deniz


Preparativos

Me preocupa (entre otras quisicosas) pensar,
ahora que me quede ciego,
qué voy a hacer con la mesa de billar que traigo dentro de la cabeza
cuando rueden por ella
(y a oscuras)
cisticercos, pezones lisos como caramelos chupados,
canicas, avellanas, vólvoces (gónadas), burbujas de chicle, oes
y hasta una que otra piedra de la locura.

(No) vamos a ver qué pasa.

Gerardo Deniz


Secreto

Ponderan mi memoria de cosas variadas
(—Tiene usted una memoria felicísima,
me dijo a mis diecisiete un viejo químico),
pero el secreto que sólo yo conozco
es que más y mejor recuerdo todo
lo que atañe a cierto olfato y cierto tacto
(no hablo de zonas erógenas pues son el cuerpo entero),
y que estos rastros mnémicos
me asaltan a mano armada en mil circunstancias.
De pronto mi órgano de Jakobson, mis manos y lo demás
despiertan, desvergonzados y simultáneos,
ante la estantigua de las ausencias,
quienes, por si fuera poco, cargan a la espalda
sentimientos, palabras, preguntas sin respuesta o respondidas,
más toda la tramoya necesaria
para seguir existiendo sin perder lo existido
que siempre concluyó de igual manera,
pero dejando todos los detalles tragicómicos.
Huellas dactilares, indicios de ADN,
parafernalia caduca, pero ello,
lo puedo asegurar, no tiene gracia ninguna.

Gerardo Deniz


Sintomatología

Esto va de mal en peor.
Hace unas horas te encontré en una pieza de Scriabin
que, por tanto, en adelante será tuya.
En mi poblacho habrá esta noche una luz
y en adelante continuarán siendo más, bien lo sé:
son las metástasis que sin querer desparrama tu existencia.
No sólo por el andar se denunció la diosa.
Es ello, estoy seguro.

Gerardo Deniz







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