El tren, la cama

Cuántas veces la tentación
de subirse al vagón de un ramal
preciso para bajar
exactamente en cualquier estación
y ahí conocer la verdad supuesta
de las cosas, fundar una vida
sin sostenes
se disipa?
Planos superpuestos
de movimiento en el tren
expulsan al pasajero
por puertas o ventanas
Llegar a casa, al trabajo
nunca a destino
vuelve al destino
un nunca llegar

***

La gente frecuenta pequeñas salas
art nouveau o paseos
peatonales
así la tele
supone a Lisboa
un extraño en la vereda
gruñimos y no vamos a ver
hace mucho no pasamos
toda la vida en la cama

Gabriel Reches



Tía Berta, el mundo...

Tía Berta, el mundo
no se extingue, se extingue
la anécdota de nuestra dominación.
Sedimento de polvo estelar
sobre las mejores creaciones

pero un día de nombre distinto a día
aquella conciencia accidental
con su garra excavadora o por telecomando
va a preguntarse qué
frente a la antena parabólica que emerge
de la humanidad hecha trizas

cuando atravieso el camino marcado por los héroes
de la vialidad
el cultivo transgénico separado en márgenes
frente al sol que se pierde
              los caballos pastando
              el sonido del viento
              fluye el milagro en una línea de postes

Gabriel Reches



Viste que en el vacío los cuerpos caen...

Viste que en el vacío los cuerpos caen como si tuvieran igual peso
hasta la profesora de química con más clonazepam logra recordarlo
no debería extrañar que nos encontremos en el aire
sea cual fuere tu lugar en el cuadro de honor del mausoleo
sea cual fuere tu mausoleo, como te guste llamarlo
en colonizaciones, chatarra traba merca
neurona de plush, pija rebajada en te verde
elixir montonero de eterna juventud
¿contentos poetitas?
ahora hablemos sobre el fin del mundo
Y qué si jesús y sus colegas lograran volver y se encontraran
reservoreos culturales carcomidos por insectos
la especie que se esfuma en el sueño de grandeza
dominación sobre aquello que aceptara nombre
vos creías estar al margen con tu bolsa
que llenabas de cosas en la feria orgánica
yo contemplaba el éxtasis de las hojas
ay, como dan contra el suelo parquizado
ahora que ya fue, el dilema se plantea
para qué comprar biromes si después del cataclismo
una voz no abriga, una voz no es sombra
será por bendecir la siesta del quiosquero
el último instante donde un pulso
merece derroche
la farsa debe
parecer dicha

Gabriel Reches

















No hay comentarios: