Entre líneas

Capas,
debajo de otras capas
de papel biblia.
Ruido de papeles que se rozan.
Capas infinitas,
superpuestas.
Hay una trama de finas líneas
imperfectas, horizontales
que hacen sombra unas sobre otras.
Podemos mover los sedimentos
develar
buscar más abajo
adonde se concentra el color.
Dejar que cada hoja
se vea a trasluz
y que suene
con el movimiento natural
del viento que recibe.

Cecilia Figueredo



¿Importa, acaso, la ubicación de los objetos

en la mesa de madera
en los estantes abarrotados
en las sillas
en el piso?
¿Importa
detenerse en los detalles
de la cotidianidad?
¿Importan los ademanes
de las rutinas
que transcurren de memoria,
los espacios por donde ondea
la cintura y el pelo cae
sigiloso
por el hombro
sin que nadie lo perciba?
¿Importan las soledades
de los movimientos
incontables
para saber un día de tu vida
el más común,
ese en el que revolvías la olla
con el pañuelo en la cabeza,
y que nunca pudiste contar por escrito
porque el apuro del día 
no te dio espacio
para pensar en los nietos
que iban a querer saber de vos
un día cualquiera
de tu vida, 
Margarita?

Cecilia Figueredo


No pensabas que el desamor

pudiera ser de este modo:
mover la dirección de la luz
hacia espacios mudos
de todo lo anterior.
La misma luz que se concentra
en un racimo de uvas verdes al sol
y que pudiste ver como por hendijas.
La misma luz que te alcanzó
para permanecer en los días desmedidos.
¿Pero acaso no sabías, aún,
que todo el oro de los días
se desvanece también de modo inexplicable?
Hay palabras que son
como una uva opaca 
e inmóvil
en el centro de un plato
vacío.

Cecilia Figueredo



Tata

Acercábamos las cáscaras
al fuego de las hornallas
y las apretábamos
para exprimirles
todo el aroma dorado
y todas las estrellas
anaranjadas posibles.

Cecilia Figueredo


Un rayo de luz

Debajo de la sombra verde 
de esta mañana puedo pensar 
en tu voz cuando me dice 
que el amor se diversifica 
como nunca habías imaginado. 
Se refracta innumerables veces 
como la luz que atraviesa estas ramas 
y se disemina a nuestro alrededor. 
Ahora sólo se me ocurre pensar 
que una mano sobre una mejilla 
son suficientes para tanta profundidad. 
Y frente a eso cualquier argumento 
se desvanece. Saber que el amor es sólo 
un rayo de luz capaz de atravesar 
la copa de un árbol frondoso.

Cecilia Figueredo














No hay comentarios: