Fin de semana en Solaris

No habrá más mundos que éste
que para ti convoco;
materia otra que la que aquí conjuro.
Atravieso espejismos,
me hundo en alucinaciones
que con tu rostro se disfrazan.
Incorpóreos engaños que simulan tu aroma.
Y contra mí conspiran odiosas estadísticas,
antagónicas leyes prohíben nuestro encuentro.
¿Cuántas vidas debería vivir
hasta que esta pompa de jabón
asuma nuestras formas?
Nada guardo de ti sino tu ausencia.

Gerardo Lewin


Isidoro Cañones contempla las ruinas de Mau Mau

De nada, Cachorra, nos valió creernos
un trazo inmortal en el papel.

Puntual, aquí está el día, el tedio,
la transfiguración de lo que amé
en grácil materia anonadada,
despojo inerte de sacras, magnas francachelas.

Hubo vastos, placenteros océanos,
inexplorados continentes desnudos,
nuestro jolgorio y gloria.

Hubo una guerra y los Cañones
construyeron la patria.

Una vez más, pido la cuenta.
Ya rancia, la manteca cayó.

Lo que tuvo que ser:
dios inclemente
o redentor demonio
me quita
lo bailado.

Gerardo Lewin




No me gusta el proceso...

No me gusta el proceso
ni mucho tampoco el resultado.

Esta desazón demorada
de las primeras palabras
que se abren paso a golpes.
Uf... Prefiero evitarlo.

Sí, cómo no: también a mí me surgen
grandes frases mientras camino,
bellas ideas antes de babear la almohada,
primeros premios,
invitación a festivales.

Lean en mis cuadernos,
en la memoria irrecuperable del celular,
en la servilletita de papel
que fue a parar al lavarropas:
todo lo legaré para mejor provecho
de las generaciones por venir, más diligentes.

Y esto de sentarse a consumir
al menos un café,
en attendant...

Viene. No viene.

Agoreros visionarios profetizan
inteligencias sorprendentes y capaces
de componer sofisticados versos.
Desgarradores, místicos.
Ya no veo la hora de que salgan al mercado
para acabar de una vez con tanto incordio.

Amigos, compatriotas, camaradas...

Gerardo Lewin


Tránsito

Lento
avanza el tránsito.
Pétreos estamos
entre calles y calles. 

En vano mil cartas enviadas
desde un extremo al otro de mi vida.
No sé cómo leerlas ya
ni qué he de responder.
Aquí están, como rescoldos fríos
de pasadas hogueras.

Tarde pasé por el lugar
donde el poema estuvo.
No trascendí el umbral
de donde las palabras se suicidan
saltando, como polvo disperso
de pasiones perdidas,
hacia ese abismo agazapado. 

Lento tránsito.

Mientras tanto
voy abriendo las cartas una a una
con fatigada ira, violento y triste,
asesinando a puñaladas un recuerdo:
tinta desleída por los años,
ilusiones que olvidaron morir.

Gerardo Lewin



No hay comentarios: