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Mantén tus ojos abiertos cuando beses: hazlo, cuando
Beses. El resto del tonto tiempo, ciérralos para;
No dormir, te imploro (querida) sígueme
En la oscuridad, como lo hice contigo de nuevo
En seguida nos separamos… solo yo tanto entonces
Como cuando tus dedos caen, dejemos que haya dos
Nada más, “en ese reino del sueño”: quiero que
Solo en mí reconozcas tu ciudadano.

¿Antes quién quiso ojos, hacer el amor, así?
Yo quiero ahora. De todos modos estamos motivados y ocultos,
Qué estado sostenemos que todos los otros estados condenan,
Nos vemos a nosotros mismos, miramos el brillo solemne
De tribunales vacíos donde nos besamos… ¡Abiertamente!
Lo haces, lo haces, y yo los observo.

John Berryman 


Dream Song 14

La vida, amigos, es aburrida. No deberíamos decirlo.
Al fin y al cabo, el cielo destella, el inmenso mar suspira,
nosotros mismos destellamos y suspiramos,
y además, como me decía mi madre cuando era niño
(reiteradamente): "Confesar que estás aburrido
significa que no tienes

Recursos Internos." He llegado a la conclusión de que no tengo
recursos internos, porque estoy profundamente aburrido.
La gente me aburre,
la literatura me aburre, en especial la gran literatura,
Henry me aburre, con sus conflictos & quejas
tan malos como Aquiles,

que ama a la gente y el arte audaz, lo cual me aburre.
Y las colinas tranquilas & la ginebra, parecen un fastidio
y de algún modo un perro
que se ha llevado a sí mismo & su cola muy lejos
hacia las montañas o el mar o el cielo, dejando
atrás: a mí, el bufón.

John Allyn McAlpin Berryman 


Dream Song 100

Cómo esta mujer logró el coraje, cómo tuvo
el coraje, Henry se aturdía en una frenética y cálida
noche de ocho de Julio,
de dónde vino, ¿acaso una vez el Señor frunció el ceño
sobre la cuna antigua pensando “Esta
va a hacer antes de morir

por dos y setenta años de humillaciones gastadas
al menos”, y con su trueno cerró una promesa?
En aquel pueblo distante
quién echó un vistazo sobre mi madre con tal pena & rabia
que nadie soportaría semejante peregrinación,
gruñó Henry sudando, crecido

pero no crecido en el hábito de la bondad de esta mujer
en su gran fuerza, en su esperanza sobrehumana,
no, no, no habituado en absoluto.
Proclamo un misterio, masculló para sí,
del amor, y tomó el whisky del anaquel
y la bebió en un largo trago, largo.

John Berryman 


Dream Song 233. Cantatrice

Malentendido, malentendido, malentendido.
¿Estamos colocados aquí en medio de otra cosa?
A veces me lo pregunto.
Antes del relámpago, esta tarde, vino el trueno:
el mundo natural tiene sentido: los gatos odian el agua
y aman a los peces.

Peces, plancton, el radar de los murciélagos, el sentido de los peces
que se deslizan desde la costa de Sudamérica
y ponen rumbo a Gibraltar.
¿Cómo hacen para saber que está allí? Lo llamamos "instinto",
por el cual soñamos que sabemos lo que es el instinto.
como un malentendido.

Una vez perdí el juicio por una tierna muchacha y nos sonreímos
y nos casamos, tuvimos hijos. Nunca recogimos de verdad
un ala ardiente.
Henry rodaballo. ¿Cuál es el nombre de ese pez?
Mucho mejor organizado que nosotros, oh.
¡Canta ese nombre para mí, hechicero, cántalo!

John Berryman 


Henry odia al mundo

"Henry odia al mundo que no le
permite meditar sin sentir el dolor,
Henry se ha roto un brazo y escribió
una carta explicando cuánta maldad
se augura en este mundo.

Un raído vestido amarillo
podría distinguir la relevancia
de la belleza plebeya.

Kyoto, Toledo,
Benarés -Sacras ciudades-
y el egregio Cambridge no se edificó
para el horror del desamor
ni el sur de París conduce en
el mes florido a Siena...

instando al lúgubre Henry
hacia la trama de la humana
desidia, degustando los secretos
de la vida que se pierde en miserias
femeninas y corrupción infantil.

John Berryman 



Paisaje invernal

Los tres hombres descienden por la colina invernal
Vestidos de pardo, con largas pértigas y una jauría de perros
Que los siguen, a través del ordenamiento de los árboles
Más allá de las cinco figuras junto a la paja encendida,
Vuelven fríos y silenciosos a su ciudad,
Vuelven a la nieve apilada, al patinadero
Vibrante de niños, a los ancianos,
Los remotos compañeros que nunca pueden alcanzar,
La luz azul, hombres con escaleras, junto a la iglesia
El trineo y la sombra en la penumbra de la calle,
Ignoran que en el tiempo estéril
Que vendrá, el aciago desierto de la historia
Agotado, se los verá sobre la cumbre
De esa misma colina: cuando todos los suyos
Estén ya irremisiblemente perdidos,
Estos hombres, particularmente estos tres de pardo
De quienes son testigos los pájaros mantendrán la escena y dirán
Por su configuración con los árboles,
El pequeño puente, las casas rojas y el fuego,
Qué lugar, qué tiempo, qué ocasión por la mañana
Los envió al bosque, una jauría de perros
Que los siguen y las largas pértigas al hombro,
Para regresar allí como los vemos ahora y
Hundidos en la nieve hasta el tobillo por la colina invernal
Descender, mientras tres pájaros observan y el cuarto se va volando.

John Berryman 


Poema de la pelota

Qué será ahora  del niño que perdió su pelota.
¿Qué, qué debiera hacer? La vi alejarse
dando bote alegremente, calle abajo, y después
alegremente sobre...¡Ahí está, en el agua!
De nada sirve decir: "Oh, hay otras pelotas".
Una angustia extrema, estremecedora, ata al niño
mientras permanece rígido, temblando, mirando fijamente
los días de su niñez en el puerto donde
se fue su pelota. Yo no me metería con él.
Unas monedas, otra pelota, no valen nada. Ahora
siente la primera responsabilidad
en un mundo de posesiones. La gente se llevará pelotas,
las pelotas siempre se perderán, niñito,
y nadie recompra una pelota. El dinero es externo.
Muy detrás de sus ojos desesperados, él está aprendiendo
la epistemología de la pérdida, cómo mantenerse de pie.
Gradualmente la luz vuelve a la calle,
suena un silbato, la pelota se pierde de vista.
Pronto una parte de mí explorará el suelo
profundo y oscuro del puerto... Estoy en todas partes,
sufro y me muevo, mi mente y mi corazón se mueven
con todo lo que se mueve, debajo del agua
o silbando. No soy un niñito.

John Berryman 



















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