Adulterio

Todos hemos estado en esos cuartos
En los que no podemos morir
Y son lugares tristes y extraños
A menudo acechan los indios
Con armas de águila en las colinas
Bajo el crepúsculo abierto al Gran Espíritu,
O se deslizan en canoas,
O bien pacen las vacas en los muros distantes,
Mirando con los ojos de nuestros hijos,
Nada distantes
O hay hombres que manejan
El último martillo que remacha
Los clavos de los rieles y se ha vuelto
Oro en sus manos Una inmensa
Anticipación del placer
Vive entre estas escenas, y estamos al fin solos
Siempre hay algunas lágrimas
Entre nosotros Y alguno siempre lanza
Miradas furtivas al reloj en el buró
Para ver cuánto nos queda Esto no va
A ningún lado No vamos
A ningún lado: ni yo
Con mis torvas técnicas, ni tú
Que has sellado tu matriz
Con un anillo de hule convulsivo
Aunque nos venimos juntos
No vamos juntos a ninguna parte
Sin embargo no cederemos
Porque la muerte es abolida
Por los indios que rezan, las vacas lejanas,
Los martillos históricos, las citas peligrosas
Que unen continentes

James Dickey


El cielo de los animales

Aquí están con los dulces ojos abiertos
Es un bosque
Si han vivido en un bosque
Si han vivido en llanuras
Es hierba que para siempre se deslizará entre sus patas

Aunque no tienen alma, de todos modos
Sin saberlo han venido
Sus instintos florecen en plenitud y se levantan
Con los dulces ojos abiertos

Para hermanarse con ellos, el paisaje florece
Excede lo necesario,
El bosque más frondoso,
El más profundo campo

Para algunos
El lugar no sería lo que es sin la sangre
Cazan, como han cazado,
Pero con garras y colmillos perfectos

Aún más letales de lo que suponen,
Acechan con un mayor silencio,
Se encorvan en las ramas
El descenso a los lomos de sus presas
Puede tardarse años

De dicha que se cierne soberana
Y los que son cazados
Saben que esto es su vida, su recompensa: andar

Bajo esos árboles, sabiendo
Qué está gloriosamente encima de ellos
Y no sentir ya miedo

Sino obediencia, rendición, plenitud indolora
Y en el centro del ciclo
Caminan, se estremecen bajo el árbol,
Caen, son destrozados, se levantan
Y caminan de nuevo

James Dickey


El niño oveja

Muchachos de la granja salvajes a la pareja
Con cualquier cosa con árboles de bosques suaves
Con montículos de montículos de tierra
De paja de pino se mantendrán alejados de los
animales por sus propias leyendas:
En el túnel del heno oscuro
Y excremento de graneros, dirán
que he oído decir

eso en un museo en Atlanta
Camino atrás, en un rincón, en algún lugar.
Hay una cosa que es solo una mitad de
oveja como un bebé lanudo,
encurtido en alcohol porque
esas cosas no pueden vivir sus ojos.
Están abiertos pero no puedes soportar mirar.
Escuché a alguien que…

Pero esto es ahora casi todo se ha
ido. Los chicos han tomado
Sus propias esposas verdaderas en la ciudad, las
ovejas están a salvo en el
pasto de la colina oeste, pero nosotros que nacimos allí
todavía no estamos seguros. ¿Somos,
porque recordamos, recordados
en el terrible polvo de los museos?

Solo con sus ojos, el niño oveja puede
estar diciendo

que estoy aquí, en la casa de mi padre.
Yo, que soy la mitad de tu mundo, vine profundamente
a mi madre en la larga hierba
del pasto del oeste, donde estaba parada como la luz de la luna,
escuchando zorros. Era algo así como el amor de
otro mundo que la
atrapó por detrás, y ella dio, sin levantar su cabeza,
fuera del rocío, sin mirar nunca, su mejor aspecto.
Yo a esa gran necesidad. Soltándose, hundió su rostro
en el frío de la tierra, y en un sonido
de sollozos de algo tropezando,
comenzó, como debía hacerlo,
a llevarme. Me desperté, muriendo,
en el sol veraniego de la ladera, con mis ojos
mucho más que humanos. Vi por un momento ardiente
el gran mundo cubierto de hierba de ambos lados,
hombre y bestia en la ronda de su necesidad,
y el viento de la colina se agitó en mi lana,
mi pezuña y mi mano se unieron,
comí mi única comida
de leche, y murió
mirando fijamente. De la hierba oscura llegué directamente

a la casa de mi padre, cuyo polvo se
arremolina en los pasillos sin ninguna razón.
Cuando nadie se amontona en un
rincón infernal y suave ,
Y, a través de mis aguas inmortales,
me encuentro con los granos del sol ojo
a ojo, y fallan en mi armario de vidrio.
Muerto, seguramente viviré
en la mente de los granjeros: soy el que los expulsa
como lobos de la perra y el ternero,
y de la casta casta del viento.
Entran al bosque en campos de frijoles y se adentran
en sus manos derechas conocidas. Soñando conmigo,
gimen, esperan, se sufren,
se casan, crían a su clase.

James Dickey



Imposible morir aquí

Imposible morir, imposible morir
Mientras se llora Mi amor, cariño mío,
Te veo la próxima semana,
Si vengo a la ciudad Te llamaré
Si puedo Por favor, date cuenta de
Por favor, no Dios mío
Por favor, ya no No lo resisto
Mira, lo hemos hecho otra vez
Aún estamos vivos Levántate y sonríe
Dios te bendiga Es mágica la culpa
Ciervo entre el ganado
Aquí y allá, bajo la luz quemante
De mi mano que recorre el prado nocturno,
Todos se hallan pastando
Con alfileres de luz humana en los ojos
Uno de ellos, silvestre,
Come también la hierba humana,
Esbelto, elegante, domesticado
Por la oscuridad,
Entre los que criamos para matarlos
Saltó la cerca paralítica
E inclina su frente ramificada
En la mesa verde de escarcha,
Única cosa viva a la luz de esta linterna
Que puede irse cuando lo desee,
Convertir en bosque la hierba,
Cerrar los ojos al resplandor inhumano
Pero allí sigue: imperturbable en su campo abierto,
Con las chispas de mi lámpara en sus pupilas,
Sin nadie que lo iguale entre las reses,
Pasta con ellas en la noche del matadero,
Único de su especie que se levantará entre los muertos

James Dickey


 "Trasladé el material de cama, la cerveza, el primus y más utensilios de cocina a la otra canoa. Lewis estaba ya en el agua, desnudo, haciendo gran exhibición en ella y pareciendo un Johnny Weismuller en las viejas películas de Tarzán. Nadaba tan bien como hacía todo lo demás, y dominaba con facilidad a la corriente. Luego regresó y le brillaban los ojos al nivel del agua, por el esfuerzo realizado. Me quité el mono y me lancé, lo mismo que hizo Drew.
El río resultaba frío; me dio la impresión de llevar nieve y hielo recién derretidos. Pero estaba maravillosamente claro y vivo, y se rompía como cristal en torno a uno. Nadé un poco a favor de la corriente y con gusto habría renunciado a cualquier esfuerzo —ya estaba harto de esfuerzos, sobre todo de los míos— y dejado arrastrar muerto o vivo adonde buenamente me llevase el agua. Pero volví nadando contra la insistencia de la corriente y me puse junto a Lewis, al que le llegaba el agua hasta la cintura y le golpeaba la barriga. Le miré, pues nunca le había visto sin ropa.
Cuanto había hecho él por cuidarse en tantos años salía a relucir mientras se hallaba allí, en el agua. Me lo decían sus ojos, además de lo que estaba viendo en su exhibición. Nunca en mi vida vi un cuerpo masculino como aquél, ni siquiera en las fotos de levantadores de pesos que vienen en las revistas. La mayoría de esos tipos suelen ser bajitos y Lewis medía de sobra seis pies. Diría yo que pesaba unas 190 libras. Los músculos le envolvían suavemente y, cuando se movía, las venas formaban un notable relieve. Era su cuerpo como un conjunto de trozos de carne rojizos oscuros ligados por alambres azules y pensé en cuántos ejercicios habría tenido que hacer aquel hombre, y a cuánta dieta adecuada habría debido de someterse, para conseguir aquel aspecto."

James Dickey
Liberación











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