Alguien está esperando

“Raúl fue el primero que blindó la rosa”: Lo dijo Pablo Neruda en Madrid en 1936, a comienzos de la Guerra Civil. Allí estaba Tuñón junto a sus amigos de las Brigadas Internacionales: Aragón, Vallejo, Ludwig Renn, René Crevel, Barbusse, con todos los poetas españoles de la Generación del ‘27: Lorca, Alberti, León Felipe, Miguel Hernández, Manolo Altolaguirre, Antonio Machado. Como dijo de el Ricardo Güiraldes, “Raúl tiene los ojos llenos de Rusia”, y los tuvo hasta el final de sus días, cuando el reformismo vernáculo y de afuera pretendía cercarlo. “Reformismo”, palabra prehistórica hoy. Raúl fue el eterno desobediente, el que no acató. Fue un hombre generoso con su tiempo. ¿Quién de la Generación del ‘60 no pasó por su escritorio en Clarín con los versitos iniciales para pedir su consejo? Juana Bignozzi, Héctor Negro, Julio Huasi, Juan Gelman y tantos otros que nos deslumbrábamos con sus vivencias de la Guerra Civil.Generoso con sus libros que repartía a manos llenas, poeta pobre hasta el final, él escribió uno de los poemarios más altos en la lírica de habla castellana, La calle del agujero en la media, y uno de los más estremecedores de la épica, La rosa blindada, escrito en 1936 en homenaje al levantamiento de los mineros de Asturias e impreso en los Talleres de la Federación Gráfica Bonaerense. Pero acompañó con entusiasmo a la vanguardia surrealista. Siempre en la primera línea. Modesto al extremo. “César Vallejo es el mejor de todos nosotros”, nos dijo alguna vez. Y también fue el primero en pelearle al olvido. Allí está su poemario Demanda contra el olvido. Cantata para nuestros muertos, de 1963. Nos dejó algunas frases que resumían su ética: “El hombre a la larga gotea por algún lado”. Pero ni su generación ni la mía lo vieron gotear jamás. El Tata Cedrón y Andreoli le pusieron música a sus poemas. Hoy hacen lo propio jóvenes que vienen del rock. Si parece que fueron escritos para él los versos de García Lorca “Viva moneda que nunca/ se volverá a repetir”.El año que viene se cumplirán cien años de su nacimiento en el Barrio Once, barrio al que le cantara su amigo Carlos de la Púa en su libro La crencha engrasada que se abre con una dedicatoria: “A Raúl González Tuñón y Jorge Luis Borges, mis rivales en el amor a Buenos Aires”. Vayan estos recuerdos desordenados en un modesto homenaje a quien nos dijo: “Los muertos vivirán siempre en la memoria de los vivos”. El que vivió su tiempo combatiendo sin tregua nos está esperando en sus cien años.

José Luis Mangieri



"... el libro sigue siendo un arma poderosa. El libro sigue siendo el libro. Más allá de los adelantos tecnológicos. Por ejemplo, mi mujer es fanática de Internet. Con Internet tenés el mundo arriba de la mesa. Internet terminó con la magia de la carta, pero eso es una frase poética que finalmente no indica nada. Ahora bien, yo pienso que la presión de esta máquina crea un segundo analfabetismo. El analfabetismo de antes era el del que no sabía leer y escribir contra el que sabía. Hoy el analfabetismo va más allá de que todos sepamos leer y escribir: si vos tenés la máquina y yo no la tengo, yo sufro de este nuevo tipo de analfabetismo. El tipo que tiene la máquina tiene una ventaja enorme, tremenda, sobre el tipo que no la tiene. Hoy para conseguir trabajo tenés que tener ese conocimiento. Pero realmente, es cierto, hay un segundo analfabetismo."

José Luis Mangieri


Las rosas se asoman insistentes en el aire azul...

Las rosas se asoman insistentes en el aire azul.
¿Nos están permitidas sin traicionar la memoria?
El recuerdo es poca cosa para tanto pasado,
para tanta vida sobre el abismo.
¿Es este otro vino, otro el amor?
¿O todo es un río solitario que deja a algunos en la orilla
crucificados en la injusticia de la muerte temprana?

Sobre las rosas los soldados de hielo desaparecen
llevados por el río
y nosotros olfateamos la vida
como animales desbarrancados pero vivos.
Aullamos los viejos nombres de la batalla
pero la guerra ha terminado.

Las antiguas banderas solo flamean
en la tormenta de nuestro corazón.

Descansen en paz los compañeros
bajo una tierra sembrada de sal,
sobre la cual comenzamos a pelear contra el olvido

José Luis Mangieri



"Lo que yo creo, y no quiero que suene sectario, es que en los '60 había ideología. En el mundo se leía Jean-Paul Sartre, se leía Simone de Bauvoir, se leía Albert Camus, se leía a los grandes. Y hoy a ¿dónde está Sastre, dónde está Camus? Y lo tenés a Bucay. Yo creo que esto responde a un cambio en la situación socio-económica. Además de la derrota política y cultural. En los '50, en los '60, veías en el colectivo a todo el mundo con el diario. Y hoy ves que la gente no lee el diario, y no es porque vea las pastillitas que te da la televisión en un informativo, sino porque la gente no tiene plata para comprarlo. Es decir, no creo que sea porque la gente vea la televisión y se empalague, yo creo que la televisión está bastante erosionada. No sé si en este país la televisión es tan frívola y tan mediocre porque los que la hacen sean frívolos y mediocres. Yo creo que se trata de que cuanto menos piense la gente, la vas a manejar con más facilidad. Y en cuanto al libro, andá por las librerías y fijáte las vidrieras: son todas iguales. En todas están exactamente los mismos títulos y a los mismos precios. Y antes los libros se vendían muy baratos. En la década del '20 Editorial Claridad tenía los libros a 20 centavos y se vendían en los kioscos. Después vino el fenómeno de Eudeba, que fue una experiencia extraordinaria. Pero hoy el libro ya es inalcanzable prácticamente para mucha gente. Y aunque existan las editoriales alternativas, el problema sigue siendo el costo. Yo creo que la gente no se acerca al libro, justamente, por el precio, y no por la televisión, que la tenés ahí, metida en tu casa y te maneja la cabeza. Y la forma de que la gente no piense es esa. Alejarla del diario, alejarla de la lectura. Además, antes los diarios te hacían pensar con las editoriales. Y hoy son algo meramente informativo; la información no te hace pensar necesariamente."

José Luis Mangieri


"Si vos no te asomás al pasado no sabés quién sos. Es decir, la identidad de uno también se basa en tu pasado. Vos tenés que saber quién era tu viejo, quién era tu abuelo, de dónde venís, qué idioma tenés. Eso es tu identidad. Y yo pienso que, desgraciadamente, éste es un país sin identidad. Todavía seguimos bajando de los barcos. A este país, o al menos a Buenos Aires, la hizo la inmigración que empezó a venir en 1880. Por ejemplo, una situación que ilustra lo que digo es el hecho de que Roberto Arlt haya sido descendiente de un suboficial prusiano y Juan Gelman descendiente de un obrero ruso. Son los dos más altos exponentes de la "porteñidad" en literatura. La ciudad los absorbió y contaminó su obra. Esto demuestra en alguna medida que la identidad se va conquistando de a poco, con el arte, con la escritura. Y los libros siempre sirven. Por eso nosotros tenemos que ejercer la memoria no a nivel canibalesco, sino con un nivel crítico y autocrítico."

José Luis Mangieri







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