Desde que te encontré tengo todavía el deseo
de colgar algo en las paredes,
de sentirme aún en paz con mis paredes…
Pero a lo largo del gesto breve, en la exacta
manera de disponer las velas
ya está toda la espera de tu mirada
y el vértigo veloz de estaciones
que pasarán antes de que tu puedas ver.
Así también uno se levanta y vive
como vaciando y llenando la casa
no de si mismo, sino de la llegada de alguien.

Isabella Leardini


En la lluvia...

En la lluvia que se hace extraña
irradia paz el video de fondo
hace de oración al no pensar,
si es el pensamiento el que vuelve en sí
como un hombre cabizbajo
en el umbral de quien falta.
Se vacía de mí la plaza
desierta como un verso de Racine
en el sacrificio áspero de negarse.
Hay que llegar en plena noche
con la lluvia que abre el rostro
y en la puerta darle vueltas en la cabeza
a aquel cantar de un verano en el aliento.

Isabella Leardini




Hubiera querido quedarme en tu cabeza
como una melodía  que se te mete desde la mañana
o esas frases conocidas de las películas
que regresan de vez en cuando como algo que hace bien
te he dado el nombre…miles te di
sin embargo no enciende mis venas
saber que lo llevas, no me sacia.
Tú quedas como un signo a lo largo de la pared
que vuelve a  mostrarse apenas se cae una pintura,
cuajado entre los pliegues de las manos.
Y quizá tendré que llevarte siempre
en el aire que se levanta entre mis pasos.

Isabella Leardini




Mi cuerpo abandonado en la cama
al terminar las estaciones
se me sube al estómago,
donde todo nace y se consuma,
donde acecha cual tormenta el llanto
y nadie atiende a lo necesario.
Qué largo el invierno, qué temblor esperarte,
el poema de Caproni colgado de la cama
como una oración.
El humo sale
y entra el último frío
y yo abrazada a la ventana;
y llega ese temblor
que es mi juventud toda
reunida en un abrazo
que me cierra a las espaldas
la verja y las puertas de los buses.

Isabella Leardini



Y dicen que si estás también tú
parezco menos nerviosa...
Será que me quitas los nervios y te vas...
Lo único que sé
es que no existe lugar más perfecto
para esta frente
que la curva de tu cuello
y que cuando me abrazas es como entrar a casa
sabiendo que no es posible quedarse.

Isabella Leardini








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