"Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer. El bueno lo he intentado andar y no me ha ido bien. Juro que ha sido así. De pequeño hice todo lo que consideré correcto y lo que está bendita New Orleáns, con sus acordes de ébano y sus insoportables chaquetas a rayas me inducía a hacer. Estudié profundamente y traté de trasladar mis conocimientos con pasión. Los estudiantes saben eso. También escribí encerrado en un pequeño mundo cuarto juntando frases, frustrándome ante las huidizas buenas palabras y las no menos resbaladizas imágenes, comparaciones, situaciones, personajes, diálogos. Asumí estar en ese camino porque es ese el modo como se consiguen los sueños. Al menos eso creía hasta un día, cuando tenía todo acabado y faltaba la confirmación de que había decidido bien, no hubo recompensa. No hubo zanahoria, Ahí me di cuenta de que ya estaba caminando, lejos de mi voluntad, por la otra senda. Esa que no es la buena ni la mala. Porque está claro que la buena es buena porque es una opción propia. La mala es mala porque también es tu opción. Pero la otra no es algo que hayas escogido, por lo cual no pueden decir que es ciertamente buena o ciertamente mala. Es ciertamente ajena, impropia. Por ese camino involuntario caminé, llevado de las narices, arrastrado como un palo sin poder animarme. Tuve que resignarme a ser como ellos me ordenaban, a aceptar sus juicios y sus rechazos. A comprobar una vez más que no todos pueden ver más allá de su aliento. A ser víctima de un sistema que hace de gente como yo infelices zombies o incomprendidos. Y hay que tener el espíritu muy bien templado, tal vez como acero damasquino o más, para afrontar semejante fuerza."

John Kennedy Toole
De vida, Pasión, De sueños, Camino



El campo de febrero

Febrero va y viene en mi semblante
Como olas del mar en este espacio vacío
Y concentra mi memoria
En veranos pasados bajo aquel árbol
En cuya corteza tallamos historia
Para arqueólogos del porvenir.

¿Qué irán a querer decir esas crípticas cartas
En los próximos veranos cuando el verde
De este campo tenga humanidad
Una vez más como tuvo cuando
Mudos registramos en aquel árbol
Nuestro confuso sentido de madurez?

Acá en el helado aire invernal
Veo emociones capturadas ahí,
Y de pronto me parece
Que aquel bajo-relieve en un árbol
Es la torpeza personificada.
Aún así registra un verdadero yo.

John Kennedy Toole



"El optimismo me da náuseas. Es perverso. La posición propia del hombre en el universo, desde la Caída, ha sido la de la miseria y el dolor."

John Kennedy Toole
La conjura de los necios



"La dejamos en alguna calle cerca del inicio de las colinas. Cuando se marchó, tía Mae le dijo a mamá algo sobre aquella mujer que no pude oír. Cuando estábamos a medio camino colina arriba, todas las luces de la carpa se habían apagado, y las últimas camionetas se ponían en marcha, encendían los faros y se alejaban. La siguiente vez que vi a Bobbie Lee fue cuando se marchaba del pueblo y la señorita Moore nos llevó de excursión para ver su partida.
Como muchas mujeres que nunca habían trabajado hasta entonces tenían empleos en la fábrica de suminis­tros bélicos, más las pagas de sus maridos que estaban en la guerra, la mayoría de la gente de nuestro valle tenía más dinero que nunca. No había mucho en que gastarlo, pues casi todo estaba racionado. En las tiendas de alimentación todo el mundo hojeaba sus cartillas, tratando de elegir el cupón adecuado para cada cosa. Nadie pare­cía tener suficiente, sobre todo las familias numerosas. Tía Mae, mamá y yo no siempre disponíamos de carne, mantequilla u otras cosas porque se nos habían termina­do los cupones para comprarlas.
También conseguimos oleomargarina por primera vez. Al verla me pareció que era manteca de cerdo. Mamá llevó la caja a la cocina, puso la sustancia en un cuenco, añadió una judía roja y empezó a mezclarla. Al cabo de un rato la judía desapareció y la manteca se fue volviendo amarilla. Cuando estuvo cremosa parecía man­tequilla. Su sabor no me molestó, al contrario, más bien me resultó agradable, aunque al principio era salado. Aquella noche sólo cenamos pan tostado en el horno untado con oleomargarina, y col con un poco de carne en adobo, porque tía Mae había gastado los cupones necesa­rios para conseguir buena carne en otra cosa. A causa de la cartilla de racionamiento, mamá tenía que ir al pueblo con más frecuencia que antes, porque ella era la única que sabía usarla.
Una noche de aquel verano las mujeres de la fábrica dieron una fiesta. Tía Mae, por su trabajo, fue la encargada de organizarla, y se pasó el día entero en la planta, decorando la sala y ayudando a preparar la comida. Al llegar a casa fue directamente a su habitación a vestirse. Yo iba a ir con ella y mamá, y lo deseaba mucho, porque no había ido a ninguna fiesta desde el comienzo de la escuela."

John Kennedy Toole
La Biblia de neón



"Mercaderes y charlatanes se hicieron con el control de Europa, llamando a su insidioso evangelio "La Ilustración". El día de la plaga estaba próximo; pero de las cenizas de la humanidad no surgió ningún fénix. El campesino humilde y piadoso, Pedro Labrador, se fue a la ciudad a vender a sus hijos a los señores del Nuevo Sistema para empresas que podemos calificar, en el mejor de los casos, de dudosas. (…) El giroscopio se había ampliado. La Gran Cadena del Sur se había roto como si fuera una serie de clips unidos por algún pobre imbécil; el nuevo destino de Pedro Labrador sería muerte, destrucción, anarquía, progreso, ambición y autosuperación. Iba a ser un destino malévolo: ahora se enfrentaba a la perversión de tener que IR A TRABAJAR."

John Kennedy Toole
La conjura de los necios





Nueva York: tres aspectos

I

Nueva York
Es rígida y neutral
En el invierno.
Pero a veces una astilla
De sol pálido se posa en un edificio,
Dorando
Sus ventanales
Y reflejándose suavemente en el tráfico.

II

Nueva York
Es un bosque petrificado vertical
Oscuro, salido de una fábrica.
Un zarista
A cuarenta años de su helado terruño,
Atiende un kiosko de revistas
En la entrada del subte
De la estación Sheridan Square
Vendiendo traducciones griegas de Moses Hadas*
Y la Variedades portorriqueña.
Una heredera del East Side llama a un taxi
Con una mano manicurada cerosa y vieja,
Y en camino a su rendezvous
Deja atrás el desahucio de la Tercera Avenida.

III

Nueva York
Es el Arca de Noé de hoy.

John Kennedy Toole



"Pese a lo que han estado sometidos, los negros son una gente bastante agradable en general. Yo había tenido poca relación con ellos, en realidad, pues sólo me relaciono con mis iguales, y como no tengo iguales, no me relaciono con nadie."

John Kennedy Toole
La conjura de los necios



“Sólo los degenerados hacen turismo. Yo, personalmente, sólo salí de la ciudad una vez.”

John Kennedy Toole



"Soy capaz de tantas cosas y no se dan cuenta. O no quieren darse cuenta. O hacen todo lo posible por no darse cuenta. Necedades. Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer.

El bueno lo he intentado andar y no me ha ido bien. Juro que ha sido así. De pequeño hice todo lo que consideré correcto y lo que está bendita New Orleáns, con sus acordes de ébano y sus insoportables chaquetas a rayas me inducía a hacer. Estudié profundamente y traté de trasladar mis conocimientos con pasión. Los estudiantes saben eso. También escribí encerrado en un pequeño mundo-cuarto juntando frases, frustrándome ante las huidizas buenas palabras y las no menos resbaladizas imágenes, comparaciones, situaciones, personajes, diálogos. Asumí estar en ese camino porque es ese el modo como se consiguen los sueños. Al menos eso creía hasta un día, cuando tenía todo acabado y faltaba la confirmación de que había decidido bien. No hubo recompensa. No hubo zanahoria.

Ahí me di cuenta de que ya estaba caminando, lejos de mi voluntad, por la otra senda. Esa que no es la buena ni la mala. Porque está claro que la buena es buena porque es una opción propia. La mala es mala porque también es tu opción. Pero la otra no es algo que hayas escogido, por lo cual no pueden decir que es ciertamente buena o ciertamente mala. Es ciertamente ajena, impropia. Por ese camino involuntario caminé, llevado de las narices, arrastrado como un palo sin poder animarme.

Tuve que resignarme a ser como ellos me ordenaban, a aceptar sus juicios y sus rechazos. A comprobar una vez más que no todos pueden ver más allá de su aliento. A ser víctima de un sistema que hace de gente como yo infelices zombies o incomprendidos. Y hay que tener el espíritu muy bien templado, tal vez como acero damasquino o más, para afrontar semejante fuerza."

John Kennedy Toole
La conjura de los necios



















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