Dinosaurio

Conocedor de las teorías de Darwin
para sobrevivir ha reducido su tamaño (casi en exceso)
y el mimetismo (el camuflaje) le da buen resultado
Cuando camina por Palermo no lo advierten no llama la atención
salvo si carga con un número inusual de volúmenes
o lee mientras saluda a los vecinos a los porteros de la cuadra
o cuando (por el rabillo del ojo para que descubran
                                                           características de su especie)
observa ávidamente los ombligos que brotan en verano
Sabe que hay otros en el mundo que poseen estigmas similares
aman a Mozart a Haydn a Malher se emocionan con Bach
y varias sonatas de Beethoven los conmueven
no se equivocan al citar a Neruda y nunca se refieren a Borges
con ligereza de modelo que resbala sus largos muslos
                                                           por una pasarela
algunos además coleccionan postales centenarias
reconocen una frase de Proust de Flaubert o de Barthes
disfrutan El Banquete el sabor de los quesos bretones
las ostras los percebes o la luz de Picasso
El pobre dinosaurio para mimetizarse mira televisión todos los días
y hasta analiza sin errores visibles tácticas y estrategias
                                                           detrás de las gambetas
Con el paso del tiempo cada vez permanece más días en la cueva
y lee para informarse de las furias del hombre
de las transformaciones que debe ensayar prolijamente para no descubrirse
Pero los antiguas reptiles son reptiles y esos disimulos
por momentos se hacen evidentes
no les gusta mentir ni hablar de lo que ignoran
la vejez los ha vuelto eruditos bibliófilos
y en el fondo añoran la amplitud de los campos
                        cubiertos de vegetación de frescos pantanos y biquinis
Algunos dinosaurios utilizan la técnica de manera aceptable
Se indignan se resignan sufren le temen al dolor y a la muerte
se enamoran de humanas y tapan sus angustias tapizando de libros
                                                                       las paredes
Todavía cada tanto deslizan un poema
que como grandes huevos en la playa
serán festín de arqueólogos
en siglos venideros.

Horacio Salas


Genética

No me dio muchas cosas: una escasa estatura
el humor permanente
los buenos modales en la mesa
el trato a las mujeres
No me ha dejado ni una casa ni un campo
coleccionaba deudas y acreedores
compañeros de póker y leyendas
pero está en mí
se aparece de pronto en el espejo
en un inesperado movimiento / en una mueca
en las cejas pobladas
se me presenta a veces corrigiendo mi letra
o en los últimos sueños de la noche
lo veo en el medio de la calle
de sobretodo oscuro / despidiéndome
o ya destruido tembloroso irritable
amarillento
triste porque su hijo se ha marchado al exilio
ignorando en el fondo
si estaba en el Pacífico o en Suecia
Confuso y confundido
como lo estuvo siempre
suponía que el tiempo puede volver atrás
que se repite
No amaba los poemas
y prefería una buena sentencia a una novela
se dormía en cualquier parte
y era capaz de gastar en un rato
el sueldo de dos meses
Nunca nos comprendimos
salvo una noche
en que me vio llorar de amor
(y me lo dijo)
aunque al día siguiente otra vez nos callamos
Él no aprendió a llorar
no pudo hacerlo ni ante mi madre muerta
a la que amaba hoy lo comprendo cuánto
de qué manera trabajosa / tramposa
pero intensiva / intensa humorista y dramática
Su soledad se agudizó con mi partida
pero no me lo dijo
(o me lo dijo y no pude entenderle)
Cada tanto llegaban unas cartas
confusas al principio
incoherentes más luego
Cuando después de algunos años volví a verlo
no era el mismo
su cuerpo me pareció resquebrajado
y en su mirada había una nebulosa
- pensé que cada uno elige su destino-
los dos habíamos edificado
nuestras paredes altas sin ventanas
hablamos de la nada
nos mentimos
Ahora junto a mi madre me visita en los sueños
Rara vez nos hablamos.

Horacio Salas



Mate pastor

(Fragmento)

Finalmente
se sabe que
en las permanentes temporadas del celo nocturno
cuando las aves del sexo preparan sus garfios en la
  oscuridad
las calles se pueblan de extraños contornos y cualquier
   mínimo asomo de calor
la brevedad de una pollera una sonrisa el ritmo de unos
   pasos
pueden transformar la habitual tranquilidad de las
   conversaciones académicas
y después de triturar los helechos de la corrección
uno busca las orillas de un vestido ajustado para que las
   manos sientan
que la libertad es un camino a ras de piel
y que el amor es entre otras cosas una interminable
   secuencia
de trivialidades encaminadas al orgasmo
En esa peripecia en esa navegación corsaria a través de
   los muslos
uno vuelca en los espejos los pequeños recuerdos las
   costumbres del ocio
el sol ensañándose en los cuerpos
sabe sin embargo que nada podrá igualar a los feroces
   temporales de la lengua
a los destrozados puertos que noche a noche se aniquilan
transversalmente en una cama
en las proliferaciones del semen en una marca en el
   cuello
en las condecoraciones de humedad en las paredes
Entonces uno recorre infinitas habitaciones cuentos que
   repite la memoria
y esa mujer que se muerde los labios se adueñó del
   rostro que jadea en su oído
Nada podrá impedir que un hombre y una mujer se
   amen
ni las tribulaciones del cansancio ni la vejez de las
   palabras
ni los frecuentes reproches
Los dos conocen de antemano las fatigas que abruman
  la piel
los intransitables senderos de las pesadillas
pero como oficiantes de un rito que desafía el rigor de la temperatura
en las tinieblas o en la precisión de una luz calcando
      mapas
ni el hombre ni la mujer pueden vivir separados
y como conocen sus limitaciones tratan de encontrarse
   en un silencio
que sólo interrumpen las escasas palabras de un lenguaje
   incoherente y secreto
A la distancia
aferrado al cordón umbilical un hombre flota en el
   vacío
mientras una lluvia de meteoros colorea los planos del
   espacio
y alrededor de Alfa del Centauro dos manos —de
alguna manera hay que llamarlas-
repiten sin saberlo que en las permanentes temporadas
   del celo nocturno
el estrépito del sexo -digamos de la vida-
constituye la prioridad primera de las células.

Horacio Salas


Platos

Platos descoloridos por décadas de almuerzos y de cenas
confrontando colores con zapallos y paltas
                                               con morrones ardientes
combinaciones con el berro o el rojo del gazpacho
aquellos platos amarillos de mi infancia
platos para largos diálogos de vino y sobremesa
platos donde mis hijos desbordaban papillas
                                               y bananas pisadas
platos azules que atravesaron el Atlántico
platos de cerámica de humilde loza o porcelana
platos para las cazuelas y los curries
platos para los pescados y los pollos
platos de sufrimientos y de exilio
platos vacíos y platos rebosantes de festejos
                                               o sopas del invierno
platos que acompañaron nuestra historia
platos aparecidos en la vida antes de nuestro nacimiento
platos que perduran más allá de otras muertes
platos con los que nadie sabrá qué hacer cuando me muera.

Horacio Salas


Restricciones

Según dice el I Ching
“Quien no conoce restricción alguna tendrá que lamentarse”
Primero restricciones escolares y también religiosas
No mentir ni tener malos pensamientos
Luego no masturbarse por la noche
ni desearles desgracias a los otros
más tarde restricciones económicas
restricciones geográficas
y algunas restricciones amorosas
la muchacha que pasa por ejemplo
restricciones horarias / faltas de información
o de carácter
restricciones de un cuerpo que envejece
severidad de médicos / regímenes
palabras o apellidos que se olvidan
restricción en el tiempo de una vida
También dice el I Ching
“La dulce restricción atrae ventura”

Horacio Salas




"Soy un nostalgioso profesional y, justamente, el hecho de tener muchos libros de historia también es una manera de rescatar todo del olvido."

Horacio Salas



"Uno puede enmascararse, ser otra persona en la poesía, pero yo no puedo ser otra persona en la novelística, por ejemplo, porque me involucro mucho. Todo está muy agarrado a la realidad."

Horacio Salas


Y chau Buenos Aires

A más de diez mil metros sobre el agua
en el momento justo en que dos ojos verdes
me ofrecen una toalla perfumada
y no puedo concentrarme en la lectura
porque cinco muchachas argentinas suponen
— sin conocer a Hemingway es claro —
que París es de verdad una fiesta a cada hora
no pienso en la sonrisa
o en esa última foto en Medellín
(parece mentira que con miedo)
no recuerdo la camisa rayada la guitarra
y las nubes de las calcomanías
ni siquiera la voz.

Volando en el sentido inverso a Magallanes
se han mezclado los cables
en un cortocircuito con chispazos celestes
y desde las Barrancas de Belgrano
sube el olor a enero y los colores de otoño entre
los árboles
y en lugar de Gardel es Fiorentino quien canta
por lo bajo
y me pregunto cómo le explico a esta azafata
portuguesa
que Gardel se murió en el treinta y cinco
que no había nacido todavía
y que sin embargo hoy cuando dejo la Argentina
sobre el asiento de este boeing
que hace escalas en Río y Lisboa
a mí se me enterevera con otras pertenencias.

(los puntos amarillos en los ojos de una mujer querida
los rostros del amor cuando escribía poemas en la
la almohada
los soles que dibujé en su cuerpo
las palabras de un misterioso idioma adolescente
algunos sueños que aún pueden justificar la vida
una ausencia que duele en todo el cuerpo
esa mirada triste de mis hijos
cuando me despiden en Ezeiza
una tormenta eléctrica sobre la Recoleta
cubriendo de relámpagos al alcohol y la noche
unas líneas de Borges que emocionan
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.
el humo de los tangos en San Telmo
ese rostro implacable
que choca conmigo en todas partes

Cómo podría explicarle a esta rubia muchacha portuguesa
sin tenerla en los brazos sin amarla
— tan cerca como estamos de este cielo
al que le han desordenado las estrellas —
que Gardel hoy son todos mis recuerdos
y que yo soy Gardel
y no me he muerto.

Horacio Salas











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