La cabellera

El helecho murmura en las esquinas una presencia de regalos
y me conduce hacia el sótano del terciopelo
Como se exprime una esponja entre los dos hombros
Los claros verticales en los que el hombre corre pegado a sí mismo
Sus deseos como cola luminosa
Un árbol los designa
Serpiente
Nunca visible que pasa bajo las hojas las miradas bajo los encuentros matinales
De mujeres empapadas
Sueño desesperado

Jehan Mayoux



Pasada la medianoche

Pasada la medianoche la ciudad presenta su aspecto habitual si exceptuamos que recorren las aceras en todas direcciones un gran número de ruedas de bicicletas veladas, que van de tres en fondo la del medio erguida sobre su eje mayor mientras las otras dos tienen su centro de gravedad más abajo e inversamente ese silbido peculiar de los relojes cuando la casa está por incendiarse las acompaña no siendo uno de los menores encantos del espectáculo que yo contemplo solitario sentado sobre un montón de adoquines lo que me evita las complicaciones de la cortesía. No se puede juzgar un edificio sin demolerlo. El musgo cabalga las casas.

Jehan Mayoux





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