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I

Sin estrépito el mundo empieza, mudo.
Un hueco calcinado.
Cochambroso mundo ajeno
Interrogando por un deseado renacer abierto,
El amplio acorde disonando
De la casa que crepita.

Y sólo un acezante animal acecha
En la calle, la casa, el corazón.
Sólo lo extraño y su telambre
Hila siempre fibras nuevas,
Con su tímida avidez despoja
Y recios lugares palpa, de áspera corteza.

Tras la espuria intimidad, una grávida materia.
Translúcido metal en las noches nace sin rutina
Que secreta carne cuece en su vaivén.
Y va creciendo en ese seno extraño el más pronto
[despertar,

El ansia de un alma vagabunda deslumbrada
Por aquellos ignorados pasos,
Ignotos pasajes entreabiertos.

Secreta carne allí desaparece y aparece
Entre castas mareas y recónditas auroras.
Fuego que arroja desde el centro un aliento embravecido.

Y así, en el frío invernal de una redoma,
Es sedosa hoy la compañía,
Sedoso el instante sedoso el mar,
Sedosa libertad: lejos
La pértiga, el bastón, la vara
Que nos conducían amablemente
En nuestro torpe deambular vacío.

Heme pues, aquí,
Llegado una vez más a este sitio extraño
Donde despierta agitado el pecho
Y en su impaciente monstruosidad, la mano:
Azoca, amigo, lo extraño nos despierta,
Hosco nos salva, justo
En el instante del torpe transigir.

Mario Campaña



"Con habilidad, con astucia, los señores intentan siempre disimular su esquema de dominación moral, basada en la noción de «superioridad”, para que el sistema de valores que los proclama como superiores sea visto como natural. En las últimas décadas del siglo XXI su estrategia ha sido la utilización de un vocabulario que imita al de la democracia y deja indemne esos valores, confunde a todos y propicia un sistema axiológico en que todos los gatos son pardos.
Así es como hoy los señores se proclaman demócratas, incluyentes y tolerantes, y hasta apelan a la diversidad… Incluso un hijo expósito del Señor, aquel que apalea a un inmigrante negro o sudamericano o a un refugiado sirio, por ejemplo, se declara no racista. E incluso cierta burguesía conservadora llega a llamarse anticapitalista y hasta revolucionaria.
El vocabulario pseudodemocrático posmoderno sirve a los señores como escudo o disfraz para perennizar estructuras de dominación moral que vienen del pasado…Trump y el movimiento libertario de Estados Unidos, usando un discurso antisistema. Un político conservador como Rafael Correa, fungiendo de revolucionario. O dirigentes de la CUP de Catalunya, cobrando dividendos del sistema de inversiones del capitalismo que dicen combatir.
La cultura del Señor tiene siempre una apariencia elevada. Y muchas caras, muchas máscaras, que consiguen que, en definitiva, “los otros” sigan siendo lo que siempre han sido en ese esquema perverso: una subhumanidad, gente con dignidad y valor humano inferior."

Mario Campaña



"Creo que hemos de exigir más democracia. Es decir, completar la democracia de las instituciones que tenemos ahora con la cultura democrática que no tenemos. El caballo de batalla ha de ser, pues, según me parece, la misma democracia. En ese esfuerzo por ampliar la democracia, hemos de procurar una asimilación vasta y profunda de una noción de humanidad que equipare la dignidad y el valor moral de todas las criaturas humanas, sea cual sea su condición u origen. Y es estratégico también el fomento de una cultura de lo pequeño y un vínculo con lo popular.
Lamentablemente, la izquierda carece ahora mismo de este enfoque, que pone, como uno de sus centros, a las relaciones culturales. Creo que la izquierda debe desmarcarse del estado de propaganda en que vivimos y reconocer como una de las prioridades la edificación de nuevos argumentos: elaborar y desarrollar la noción misma de cultura democrática."

Mario Campaña



el vagabundo que conocí hace poco
                 ahora que todo empieza a oscurecer
          por fin pregunta:

¿la llama de hoy abrigará el ayer?
aquel reloj de otros veranos, 
¿no dará más la hora? 

viejo: las flores de mañana acaso
nos rediman; no serán las de hoy
ni las de ayer que viajan marchitas
al vacío en eterna caída libre.

luchador: cambiaste tus deseos
por el fragor de las batallas
deja al menos de tararear
aquella música benigna
el soliloquio de la felicidad.

oscura es la habitación donde dormimos.

Mario Campaña



Las sociedades de señores son la mayoría de las democracias occidentales. En estas, la igualdad tiene un sentido formal y muy limitado, y generalmente es admitida solo “de boquilla” y “ante la ley”, con lo que declaramos que somos iguales, en el sentido de que nos juzgan los mismos jueces y con las mismas leyes, pero de ninguna manera aceptamos que unos y otros tenemos la misma dignidad y el mismo valor moral.
¿O en estas democracias se piensa que el presidente de un banco o de la Real Academia Española de la Lengua tiene la misma dignidad humana que un trabajador de limpieza o un desempleado? ¿O que un ciudadano español de origen magrebí o ecuatoriano puede ser presidente del gobierno de España o de Catalunya?
En nuestro comportamiento moral actúan resortes antidemocráticos, los razonamientos típicos de las sociedades señoriales, las del llamado Antiguo Régimen, que creíamos superado, pero que en esta dimensión moral aún está presente. Una sociedad de señores es pues aquella en que todo esto ocurre."

Mario Campaña




"Llamar “avance democrático” a la revolución tecnológica es como atribuir naturaleza democrática a las calles, avenidas y autopistas. La democracia no es un asunto numérico, sino de derechos y de igualación moral y material. La tecnología desarrollada por Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft, etc. es mero instrumento de grandes negocios. Ahora bien, la tecnología permite que esos negocios sean tan excepcionalmente masivos (y no hay que confundir lo masivo con lo democrático) que podría fastidiar a los señores.
Por eso, un señor como Umberto Eco se quejaba de que las redes sociales daban la palabra a los  imbéciles. Es una queja contra los empresarios que lo “vulgarizan” todo, que atentan contra la exclusividad y la distinción de los señores. Todo ello, por supuesto, es contrario a la democracia."

Mario Campaña


mala y vieja la fama del alma
          una locura itinerante
                     una pobre habitación de aseo
un pájaro que canta
en casa de la víbora
          solo para cambiar de cielo

es su extrañeza
lo que aterra
su mansa ajenidad.

con infinita complacencia
mira
al forajido que de un lado a otro
entre dos orillas la esquiva
intentando seducirla                      
 pero no la escucha

para que todo sea imposible.

Mario Campaña



Si fuéramos como una catedral

Uno de "Deux poemes pour Charleville"

Ah, si fuéramos como una catedral.
Si tuviéramos nervios firmemente trenzados
Unos a otros sosteniéndose, limpios,
Y lisas, robustas columnas que no tiemblan
Y unos ojos de fuga que convoquen la luz
La conduzcan flotando y la eternicen;

Si hubiera en nosotros un reclinatorio
Para el íntimo descanso, y un confesionario
Con un viejo sacerdote que escuchara:
A nosotros, que hablaríamos siempre resonando,
Agitados, y a quienes nos buscan
Para aliviar su constricción;

¡Si hubiera un oratorio para elevar los ruegos!

Si tuviéramos un altar para postrarnos,
para la consagración
de nuestros bienes más caros;

Si en nuestras paredes hubiera vitrales
Y en ellos, proféticas, grabadas
Junto a las columnas pudiéramos leer
Escenas de nuestra caída y de nuestra salvación

Y desde lo alto nos contemplaran
Cuatro rosas luminosas y toda la genealogía
De nuestros mayores, señalándonos un camino
Trabajos de los meses, nuestros trabajos
Para la memoria y el perdón;

Si conociéramos la clave del laberinto
Si alguien la hubiera cifrado en algún lugar
Y solo debiéramos encontrar el manuscrito
Extraviado entre las ruinas de la cripta
Pero accesible con esfuerzo;

Si hubiera campanas en nosotros
Que desde la altura de unas torres resonaran
Por todo el horizonte, alegrándonos, alegrando...

Es cierto que, si así fuéramos,
Se habrían borrado los perfiles de los santos
Y habría naves desiertas y fríos confesionarios
Abandonados, y ángeles y arcángeles decapitados
Perdida su cabeza en gestas deleznables.

Pero a cambio todo en nosotros
Se dirigiría hacia lo alto, y tendríamos, quizá,
Una esperanza, una promesa
En forma de misterio propio
Que bien o mal duraría al menos el tiempo
De nuestra vida,
Y haría acaso, alguna vez,
Pensar a otros en su propia
Salvación.

Mario Campaña



"Yo no soy un historiador ni un sociólogo, sino un escritor que entiende que, como cualquier ciudadano, tiene deberes con su comunidad, con la resolución de los problemas comunes. Fue esa noción de deber la que me llevó a escribir Una sociedad de señores. Dominación moral y democracia."

Mario Campaña








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