Algunas veces cuando el viento...

algunas veces cuando el viento te da de plano en la cara
y vas en busca de algo
y te ves reflejado en el cristal de un cine cerrado
es eso
que brillas en el cristal que te corresponde

Manrique Fernández Moreno



El muchacho y la muchacha

el muchacho llegaba recién perfumado para ella
la que tenía
empleando su mejor sonrisa de la tarde
había elegido con cuidado la corbata
para ella
no había dejado de pensar en todo el fin de semana en los besos de la madrugada
hacía poses frente al espejo
hacía apariciones espectaculares
simulaba
y la muchacha pensaba en otro muchacho

las oficinas desenvolvían su amor y sus ratas
y allí estaba ella
resplandeciente como una gillette al fondo del pasillo
útil indispensable
a la par que amorosa
cinderella
y ella dudaba de los besos que le había dado y de la madrugada y del amor antiguo de dafnis y cloe

el muchacho no se daba cuenta
de que la muchacha no era para él
tampoco él pensaba que su traje estaba viejo
sus zapatos no brillaban
y se había afeitado a las nueve de la mañana

ella sí estaba maquillada como para filmar una película
primera estrella
que alzaba sus piernas en cortes

Manrique Fernández Moreno



Estás medio...

estás medio arrepentido por algo
que no sabes si has hecho
has escuchado media hora un músico
y tomaste el montacargas de las mañanas

has pasado por un piso oscuro
acomodándote
y con los mismos pasos desubicados
te apretabas la frente como siempre
como si quisieras ponerla en una estantería de curiosidades como una corona

Manrique Fernández Moreno


Último poema

Vení
Vamos a escribir el último poema
Tienes todo preparado
El mar el lápiz la cerveza
Pero tienes plateada la cabeza

Se te nota en todo tu aspecto
Que vas a escribir un verso
Pero sufrirás antes del amanecer

Después de veinte años de silencio
No no es esto lo que yo quería decir
Pronunciarás las palmas las palmas las palmas
Y lo hará con toda nobleza
Sabiendo que es inútil que escribas un verso

Pero este es el último

En tanto
La bañista frente a mí
Se cubre desolada la cara con las manos

Manrique Fernández Moreno









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