Ángel de la mañana

Ángel de la mañana
despiértame de nuevo
para el nuevo amanecer brillante
que se vuelve rojo en el horizonte o se resquebraja.

Soy un mendigo extraño
que pide amor y palabras,
soy un emigrante solitario
a las tierras de la luz y el sol.

Ven a mí con tus esplendores,
ángel que no descansé,
con tus infinitos esplendores con
los movimientos que sabes,

y me crecen maravillas,
de lo que recoges en tus ojos negros,
de los infinitos misterios
que escondes dentro del arco de las pestañas.

Déjame saber lo que sabes de
los reflejos de tu boca clara;
cambiando en mi corazón ya amargado
es una música una forma mágica, en una lluvia torrencial.

Lorenzo Calogero


Cielo de ceniza

Cielo de cenizas o ensangrentado
como una mancha de sangre,
tímido o caprichoso
como un alma que languidece

abierto al infinito.
Veo el pensamiento
pasando por un mito
en el alma soñadora

un sueño hecho realidad.
Un rostro perdido en dos me mira
suavemente como una esfera
escapada que perdura

y eso está lleno de dolor.
Mido y trazo
una forma angelical de mi rostro enamorado
en mi secreto enterrado.

Siendo el mismo para todos los continentes,
el arqueamiento del movimiento al que
siempre sufren los vientos más lejanos
es como una ermita.

Soñar con lo que sueñas con navegar
hasta el borde del océano
es como si un barco perdido anhelara las
alturas a las que se acercan las costas.

También
es maravilloso el cielo de la vida.
Su gran instinto
virgen me invita

hacia una ráfaga de viento
sacada de abismales profundidades
para una nueva lucha
por nuevas alas más brillantes.

Lorenzo Calogero



"En la poesía encuentro los orígenes de la paz y la calma
después de conocerla ya no quiero conocer a nadie..."

Lorenzo Calogero


Escape de pensamientos

Vuelo lejano de pensamientos.
Una ola fugaz me golpea por
dentro una dulzura no en vano
de últimos pensamientos no míos,
negros secretos que no son realmente angustiantes.

Lo que he dispersado
me mira , me grita o me regaña. Distancia que
me despierta en un grito y me guía
a través de una orilla,
en sus tiernos ojos,
pérdida de las manos.

He perdido lo que no conocía
y lo guardaba celosamente, cuando ángeles cansados
en la copa dormida de los árboles
fríos no oyen, en el velo frío,
delgado y oscuro que sopla
en la mañana seca hacia el oeste.

Pensamientos prohibidos, ojos rápidos pasaste
y viviste solo una hora.
Un escalofrío sordo se evapora
de mis sentimientos
en tus tiernos ojos
dormidos.

Lorenzo Calogero



Los besos, las persianas verdes...

Los besos, las persianas verdes,
verdes árboles modestos, verdes y móviles
sobre los declives del huerto.
Ansioso va un dibujo sobre los techos.
Una corola se desliza sobre personas muertas.
Sabías que intacto, feliz un deseo
era el golpe de un sueño entreabierto,
sueño cerrado liviano de una muerte.

Lorenzo Calogero


Vacila alguno de estos hilos...

Vacila alguno de estos hilos
de aire suspensos cuando sobre la rada
soleada hojas tristes de sombra
esparce el otoño.
La muerte
con esto bien se corresponde,
como si, detrás del vitral liso
de las cosas, para hablarnos,
estuviese con su rostro pobre
el rostro pobre
de cada uno.

Lorenzo Calogero











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