Apoteosis

En cada ocasión
en que me arrastré
fuera del tiempo,
fui llamado al orden
por la voz imperiosa
de las bocinas neumáticas
que sonaron como las de ángeles
al revés: desde la tierra
anunciando el ingreso.
Desde entonces todo es paraíso:
mi cocina a gas, mi refrigerador.

Jaime Wong


Biombo

Los platos que eran sueño en Taipei
son frío estipendio en Nueva York.

El dragón, el halcón no dejan rastros
de visitas nocturnas a mi cocina.

Los hurones rayan imitación de porcelana.
El tráfico de mi ciudad añoro
en la habitación sin resplandor.

Oh el murmullo de las ruedas de goma
y el acolchado sonido de la combustión
de los motores de fabricación japonesa.

Jaime Wong


La cocina misteriosa

Apenas recuerdo mis penas,
las cacerolas retumban.
Hay cáscaras de sicomoro
en el recuerdo esparcidas.
El recuerdo debería ser vacío
y debería verse limpio.
Las cacerolas deberían ser mudas.
La ciudad entera debería sumergirse
en la oscura noche de los acantilados
de Manhattan apagando sus luces una a una.
Porque una regla rige el mundo y es simple.
Y la violamos en cada uno de nuestros movimientos.
Ah, entonces cómo vivir, dulce maestro.
"Solo, en silencio, sin alimentos".
Esa es la única forma de flotar en al arcoiris
sin él, y sin ti.

Jaime Wong



Ranas y charcos

Charla eventual con un cliente
(o de la construcción del haiku)

Usted sabe de la rana
que salta en un charco
y provoca un haiku japonés.
Sepa de la rana
que saltó por error
en la cacerola china y provocó
el desmayo de la cocinera.
Usted come ahora en cierto modo
sopa de rana. No pudimos rescatarla
(a la rana: la cocinera se repuso
satisfactoriamente).

Jaime Wong









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