5 poemas para la noche invariable

I
Puedo estar aquí
yo puedo estar aquí perfectamente pobre
un cirio me encendí espuela aguda
el viento ritmo negro lo asesinó

puedo estar aquí
― el musgo es lento como la sombra ―
y sé de memoria la voz ciega de las canciones
(viola de silencio despiértame)

que yo puedo estar aquí perfectamente piedra
insomne
y un largo secreto impersonal
bordando mi soledad

II
En cada brazo una herencia de horizonte
desde el naufragio de un eco
en cada árbol

me trago en el sol
a la hora de los contornos
en el sol la voz
es más difícil
el tiempo más ausente
traigo un hijo
que parte el tallo a las estrellas
es loco y sufre
y parte el tallo a las estrellas

Trágicamente el sol
pone luz en los brazos
La muerte es un mercado abierto en luna

III
Noche única noche singular impresa
consagración de lluvias y de flores violadas

de pájaros esposados en vuelo
de silencios por amor a la voz
de alquimias pobres alquimias de oro
de turbinas de acero donde las espadas escurren

crecen árboles más definitivos
párpados trémulos de la noche

es el muro que yo recreo la cal sin vacíos diarios
todos de verdad nosotros todos fértiles salvos

todos venas claras nosotros simientes
nosotros el susto fecundo de vivir
nosotros los números y las letras y los dibujos

ah mátenme de noche puñales híbridos
centinela de las fronteras extintas
centinela última de la noche

IV
Me consumo a la espera de la noche
impracticable

fiel
chupo los labios de la noche

invariable caigo
en los pozos de la noche

Me consumo a la espera de la noche ajena
amasada de carcajadas dulces y arena

Amor anochecido ven
téjeme un vestido
nocturno

Traiciono los anuncios luminosos
hasta la luna nueva sabe ausente
― y te navajeé con naifas2 de ansiedad ―

Estoy a la espera de la noche contigo
vengan los puentes cayendo bajo los barcos
vengan en ruedas de sol
los montes los túneles y dios
estoy a la espera de la noche contigo
libre de amor y odio
libre
sin el cordón umbilical de la muerte
libre de la muerte

estoy
a la espera
de la noche

V
Desgreño cada minuto calmo ―
basta de trenzas inmóviles devanadas sobre mí
tallos rectilíneos de flores de piedra

Quiebro los tabúes de vidrio
en el margen de los caminos
febril como las piedras preñadas de evasión

y me agobio de peligros escondidos
la tierra imprevista bajo la tierra
el mar imprevisto bajo el mar

beso las espaldas del espacio
deshecho

Luiza Neto Jorge



El hombre que se escapó 

El hombre que se escapó
huyó de la ley
que camino te llevaba
no sé

Creo que fue
el gemelo
de un pájaro alerta
con la cabeza
en demanda

El hombre que se escapó
es mío
si alguien le dio a luz
debe haber sido yo

tu amante-madre
mujer
quien inventa lo que ve
y le duele

El hombre que se escapó
ganó el juego
la mano con incrustaciones
con lo que roba
fuego

y te estafa
en tiras
no sea que sueñes
mentiras

Luiza Neto Jorge


Los ojos 

Los ojos podrían vivir
solamente
mente 

Conoce el útero
la madre
vio nacer 

Son atroces
Giro de vuelta 

Continúa la ociosidad interior

Luiza Neto Jorge


Yo artífice

Atento ahora al trazado,
corrijo el exceso de la materia,
levanto mi arte del pozo
donde fluctúa.

Como el brillo se desprende
del metal más bravo,
en el interior de cada uno
del desgaste es tanto

que yo, artífice, cojo
lo que de mí alimenta,
hablo de lo que estoy siendo,
de su mano en desorden,
que los pasos, de las lágrimas bajas
que se van constituyendo.

Luiza Neto Jorge


















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