Boca Juniors

Uno sabe el color bandera sueca(1),
desarrancado gol grito del hincha,
vocación de este Boca boca llena,
tictac de historia de tablones(2)
chuenga a chuenga(3).
Uno siente la sangre de azul-oro
metiéndose en las venas
por un punto de más, por una nada.
Y ocurre que ni almuerzo ni merienda
tienen algo que ver,
ocurre que la novia zaguanera(4)
o el padre encabezando los domingos
miran pasar la tarde bizcochada(5)
y esperan como espera,
pasivamente el lunes.
Uno se va volado, está de loco al paso,
refuerza el corazón, grita sin grieta,
aplaude el gol sellado en la gambeta,
siente su afán,
lo sigue hasta en la sexta(6).
Y siempre, cuando ese sol domingo color pájaro
le pega en la cabeza,
cuando tiene en capilla la memoria
o en blanco la leyenda,
suelta nombres con nombres a medida
que los nombres lo sueltan:
tesoriere(7) capando los penales,
bidoglio(8) con refrán en cada pierna,
lazzatti(9) semafórico a las puntas,
cherro(10) firmando la pelota para una ida y vuelta,
arico(11) llevándola al desprecio,
varela(12) en boina suelta,
sarlanga(13) como dulce golosina,
angelillo(14) maestro, filósofo poeta.
Así, de Boca en boca,
lo inconsolable tiene
consuelo de domingo por la siesta:
léxico libre, loco levantado, potrerío(15) de fiesta.

Hacer la flor(16) de bocajuniors,
hacerlo con belleza,
hablar del pueblo pobre
que sin pedir permiso
se vuelca hacia la izquierda(17)
es una primavera de cosas hipotéticas:
¿qué pensarán los clásicos,
qué pensará la golondrina bécquer(18),
qué espronceda(19)?

No sé.
Pero ese pueblo vivo que empuja y desempuja,
que parla y parlamenta
es el único eco de estas voces
y el único que cuenta.

Viéndolo andar de Boca al hombro,
de corazón con quince estrellas(20),
de pasión sin corbata,
le digo este poema.


Notas de La Bombonera Com. Ar.

(1) Los colores de Boca se tomaron de la bandera de Suecia.
(2) Los antiguos estadios eran de graderíos de tablas.
(3) Chuenga era una golosina (castellanización del inglés "chewing gum": chicle o goma de mascar) y su vendedor en los estadios, que gritaba el nombre del producto, acabó apodándose también así.
(4) El zaguán (la entrada de la casa) era el sitio preferido de los novios para las despedidas más íntimas.
(5) Juego de ideas: miran pasar la tarde comiendo bizcochos o miran pasar la tarde color bizcocho.
(6) Se refiere a la sexta edición de los diarios, que salía por la tarde-noche y los domingos traía ya los resultados de fútbol.
(7) Américo Tesoriere o Tesorieri: arquero de Boca de 1916 hasta 1927. Apodado "La Gloria", ganó cinco torneos en Boca. Jugó en la selección y mantuvo su valla invicta en los sudamericanos de 1921 y 1924.
(8) Ludovico "Vico" Bidoglio: Defensor de gran clase que jugó en Boca entre 1922 y 1931. Ganó nueve torneos.
(9) Ernesto "el Pibe de Oro" Lazzatti: centromedio de juego fino y atildado, que debutó en Boca con 18 años en 1934 y jugó hasta 1947, ganando cinco campeonatos de la era profesional.
(10) Roberto "Cabecita de Oro" Cherro: mediocampista de endiablada habilidad y gran llegada, goleador histórico de Boca con 221 goles (106 en la era profesional) cuyos equipos integró de 1926 a 1938.
(11) Pedro "Arico" Suárez: defensor español que jugó en Boca de 1929 a 1942. De gran calidad en la salida del balón.
(12) Severino "la Boina Fantasma" Varela: Delantero uruguayo, jugó en Boca sólo tres torneos y ganó dos. En 67 partidos que jugó marcó 43 goles, 5 a River. Usaba una boina blanca por un convenio publicitario, muy adelantado a su éspoca.
(13) Jaime "Piraña" Sarlanga: centrodelantero muy efectivo (193 partidos, 115 goles) que jugó en Boca de 1940 a 1948.
(14) Angelillo: Delantero de Boca en 1956 y 1957, de gran habilidad, luego transferido al Inter de Milán, realizando en Italia una dilatada carrera.
(15) Alude a los "potreros", como se llamaba a los terrenos baldíos donde los niños y jóvenes juegan al fútbol de manera informal.
(16) La flor se dice, en poesía, de la misma poesía. O sea que está diciendo: "hacer poesía de Boca Juniors..."
(17) Se entiende: la izquierda política.
(18) Referido a Gustavo Adolfo Bécquer, poeta español del período romántico, autor de una famosa rima "Volverán las oscuras golondrinas / de tu balcón sus nidos a colgar..."
(19) Referido a José de Espronceda, otro poeta español del período romántico.
(20) Las que Boca, según la tradición de estrella por campeonato en el escudo, tenía en el momento del poema.

Mario Jorge de Lellis



Canto a los hombres de pan duro

Nacen, se reproducen, después mueren.
De cobre son y el cobre los golpea.
Llevan de cobre el corazón y la camisa.
Llevan de cobre las mujeres recias.
Llevan de cobre el ojo y los abuelos.
De cobre son y suenan.

Nacen, se reproducen, después, mueren.
Y es de cobre el vapor del caldo escaso,
de cobre el duro tálamo, la higuera,
el defendible hinojo,
la charla sobre el pan, el hasta cuándo,
las mesas de hule roto, la impaciencia
por ver caras alegres, frutillas, casas propias,
amigos bajo el sol, bajo la siesta.

Nacen, se reproducen, después, mueren.
Fueron cadetes de la industria,
albañiles de andamios,
fabricantes de cosas inútiles modernas,
paladines del aire y del martillo,
fregadores de pisos, humo de chimeneas.

Nacen, se reproducen, después mueren.
¿Quién obtuvo sus sangres?
¿Quién destinó sus vértebras?
¿Quién los puso de gallos en la aurora
caminando y gritando, pateando y acatando,
hirviéndoles la sangre compañera?

Yo los he visto hastiados hasta decir no quiero,
los he visto matando en frigoríficos,
matando en primaveras
en que todo nacía sin motivo aparente
como nacen las flores;
lo he visto con bolsas,
moverse, trabajando, cuando era
la hora de comer,
la hora egregia del amor y del descanso;
los he visto trepados a las torres,
trepados a las viejas torres,
dándoles cal, charlando con los ángeles,
mirando un punto de la tierra,
un solo punto vivo
al cual pertenecían
y por el cual hilaban sus días, sus esencias.

Los he visto volviendo a sus hogares
con la honradez al hombro, mirándose las piernas,
detallándose niños y costumbres,
algunas cosas que suceden,
pisándose las huellas,
hollándose los marzos, los octubres,
los panes sin almuerzo, las amargas cosechas
del frío, las amargas recolecciones para otros
y las amargas siembras
del cobre que resuena en el alma
como un gran acordeón tocando a fiesta.

Yo sé que nacen, sí.
Yo sé: se reproducen. Yo sé: se mueren.
Sé que suenan a cobre, sé que suenan
a rasgadoras fiebres, a pan hermoso y triste.
Tienen hijos de cobre, muy sonoros;
tienen mujeres recias,
cigarrillos baratos en los dedos,
hondas causas vitales manchando sus ojeras.

Están aquí y allá.
Suenan, resuenan.

Son de una gama gris.
Andan y trepan.

Naturalmente cobres, naturalmente solos,
tienen el sol cerrado sobre la mano abierta.
Y un día caen trizados por el tiempo,
con unos ojos amplios hacia el norte
y un pan duro indicando sus presencias.

Son esos hombres duros como el cobre.
Suenan, resuenan.

Mario Jorge de Lellis



Canto a los hombres del dólar

Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del león español.
Rubén Darío

Por suerte están muy lejos.
Por suerte se terminan poco a poco,
declinan sus abyectos cauces,
se anuncian como son -monedas-,
escupen chicles, tienen guatemalas.

Porque donde fueron posible intervención,
donde vieron la fruta sazonada
al alcance del brazo que encajona,
no dudaron de hacerlo.

Porque donde se hallaron
con guano, con petróleo,
con estaño sudado,
con cajeras bonitas y fábricas textiles,
con sucios pescadores de lampreas,
con terrenos de caucho
o magros buscadores de oro en las riberas,
o pequeños patrones de chatas en los puertos,
o aun con simples piedras del paleolítico;
donde hallaron lo útil,
la clásica ganancia para su impavidez,
lo embarcaron en anchas bodegas trasatlánticas,
lo custodiaron mucho
y le dieron destino de usinas o de acciones.

Por suerte están muy lejos.
Por suerte ya no tienen talismanes que los salven
y hacen que otros abran sus ventanas,
sus viejas banderolas,
vean de lleno el sol que fecundó las mieses,
vean de lleno obreros, cargadores,
muchachos sin comer,
jerárquicos pastores con la biblia al hombro,
católicos creyéndolos
y raspajes de muerte
en mujeres queridas de turismo,
y entonces es posible que esos otros
los vean como son
y piensen libertades
y crean en el unto de amor de las familias
y busquen desprenderse.
(Se desprenden).

Porque ellos caen de pronto
-felices capataces de las tierras volcánicas,
de las islas varadas en medio del océano,
de las quintas cargadas de rocío
donde crece el tomate como un coágulo,
de la locomoción,
de la primera plana y el teléfono-
caen sin que nadie diga qué importancia
tendrá darles, de más, metros de tierra.

Pero al caer transforman, miden, quitan.
Y con la venia dulce de la luna
se instalan mercaderes de los sueños.
Porque acabadamente,
con letreros y avisos y empresarios
se hicieron democracia en el ocaso
y en el duro maíz
y en la sal de los trópicos.

Porque rastreramente,
con la corbata chic del diplomático
intervinieron muelles, jeroglíficos,
lugares donde matan a cuadrúpedos,
tallarines cantados, ejércitos de negros.

Porque impecablemente
vinieron a llevarse bandoneones
y se fueron.

Porque tardíamente
dieron el oro a cambio del obrero
y con sus duros ganglios de bandidos
después de comprobarnos el declive
se nos fueron.

Porque pusieron pie y robaron tierra.
Porque nosotros somos
ese ejército limpio de cachorros
con un diente en la lengua y un puño en cada lance
y un amargo sudor donde acabadamente
han de caer los hombres de los dólares,
los cajeros del caucho y del petróleo,
los que nos dieron luz sin alumbrarnos,
los ricos mercaderes que creyeron
que América no es de carne y hueso.

Mario Jorge de Lellis


Canto a los hombres del vino tinto

Yo sé que vendrán, caminarán,
vendrán, caminarán, darán la vuelta,
dirán mi barco ballenero pesca en las Orcadas,
mi vejez es un canto de rayuela,
mi velador no caza mariposas,
vendrán, caminarán, dirán cualquiera
tiene un gorro frigio,
cualquiera tiene un tango,
tiene un agua tanino;
vendrán, caminarán, dirán la palabrota que les queda,
vendrán, caminarán, dirán del apio,
vendrán, caminarán, dirán que salga pato o gallareta,
dirán, caminarán, dirán qué bárbaro,
dirán imbécil,
dirán yo soy un hombre,
dirán piso la tierra.

Yo sé que ellos vendrán, caminarán.
Dirán, caminarán y cantarán con la violeta
y cantarán el ajo de los guisos
y el ábside, el gorrión, las azoteas.
Vendrán, caminarán, dirán que antepasados
murieron en cadalsos o en hogueras,
murieron sobre camas de hospitales,
sobre catres sin luz o sobre las veredas.

Vendrán, caminarán,
con la antigua zozobra
del alquiler,
con la herramienta húmeda, oxidada;
vendrán, caminarán, vendrán la siesta,
falseadores del sol,
halconeros audaces del de pronto,
viejos amigos míos, cantantes de violetas,
venteando lluvias coloradas,
cayendo, decayendo, diciendo que vendrán, caminarán,
diciendo apenas
que aquí vendrán, caminarán...
Y un chapoteo dulce pica en la piel
y uno sabe que están como los muertos:
acostados y duros y sin pena.

Como los muertos duros.
Los muertos ya no tienen vanagloria. Ni problemas.
Ni decapitación. Ni ley.
Ni llave familiar para el altillo. Ni retratos de abuelas.
Los muertos tienen solamente
un raptado moverse entre las cosas y una cruz oficial
y un pasado rumor de voces vivas en la oreja.
Y están bajo el zapato del que vive,
químicamente amargos, naturalmente pobres y de tierra.
Vendrán, caminarán. Observadores simples,
jugadores de truco, sacrílegos del agua,
bicarbonatos, hígados, confidencias,
lo que yo siempre tuve es poca suerte,
viejos amigos míos, cantantes de violetas.

Vendrán, caminarán.
Tendrán la mano abierta,
un tajo de dolor hundiendo sus infancias,
una hermosura en vino y un vino en la moneda.

Vendrán, caminarán.
La vida es tan correcta,
tan construida así como esas casas de diez pisos,
tan dócilmente puesta
hacia la muerte
que al encontrarlos
uno se siente afuera.

Vendrán, caminarán. Caña, pescado, pipa.
Pelos en la nariz, buenas noches me voy la tengo enferma
yo le voy a contar la historia de mi pueblo,
qué has quedado pensando marivelcha.

Yo sé que ellos vendrán, caminarán,
vendrán, caminarán, darán la vuelta.
Tienen cosas acaso que decir,
tienen qué preguntar: cuántas botellas,
cuántos lagares dulces,
cuánta ocupada mesa,
cuánto codo raído
o pantalón gastado en las veredas
o anoche me soñé vinado en un cadáver
o anoche me soñé a mi María muerta.

Vendrán, caminarán.
Visitarán mi tierra.

Vendrán, caminarán.
Fueron la tierra.

Vendrán, caminarán.
Se los tragó la tierra.

Vendrán, caminarán.
Campanas tocan en las copas. Buenas noches amigos,
buenas noches por catres, bodegones, viento al irse a dormir,
cantantes de violetas.

Mario Jorge de Lellis



Puente Bustamante

Pasabas tú, bajando, tú
y un nolopienses dicho hasta tu alma
y lluvias en esquinas y mateos
y finales tan dulces como las rosas dadas.

Pasaba el puente mismo,
el morirse en las vías, el despedirse en humo
y voz entrecortada
y pasaba palermo, pringles, barrios pobres,
felices por el pie de tu zapato y el calor de tu cara.

Te decía que no
y te miraba.

Mario Jorge de Lellis


Tranvía 14

Muy solo en este viejo tranvía tan catorce
me prolongué hasta ti, como un amigo.

Daban las dos de la mañana
(en otro tiempo el vigilante de Salguero estaba ya dormido).

Daban las dos de la mañana
(la 104 se estrenaba su arpege y su vestido).

Daban las dos de la mañana
(un recuerdo bebía de su copa en un rincón del Gildo).

Mario Jorge de Lellis



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